sábado, 12 de septiembre de 2009

Payaso asesino regresa a casa con bolsillos llenos de coheticos.

Protagonistas del documental de Oliver Stone.

Después de ir a Venecia a ver el documental que le había encargado a Oliver Stone el payaso asesino se fue a Rusia y concretó con el putín de allá la compra de “unos coheticos, de esos que nunca fallan, ni a 300 kilómetros de distancia”, es decir, suficiente para hacerlos caer en territorio colombiano o guyanés. Para obtener mejores precios para sus jugueticos no vaciló en reconocer la independencia de las provincias que se han separado de Georgia con apoyo ruso, algo que nadie más ha hecho, excepto el violador Daniél Ortega.
Continúa, pués, la orgía de abusos y crímenes a la nación venezolana cometidos por el déspota, quien fuera abucheado sonoramente en Madrid el dia de ayer. “Asesino, dictador, roedor” fueron algunos de los epítetos dedicados al payaso asesino oídos claramente en los videos presentados por la prensa española.
No le fué bien al payaso en su viaje. Mientras cenaba con Stone por cuenta nuestra ($40.000 costó la cena), miles de millones de dólares de sus muy allegados fueron confiscados en Andorra. El país ya sabe o sospecha quienes son estos allegados y allegadas. Lo que preocupa más al payaso no es la pérdida de los dólares, ya que esos se pueden reemplazar facilmente con una llamada a Rafaél Ramírez. Lo que más le preocupa es el escándalo internacional. Ya se imagina los titulares de los odiados diarios europeos o estadounidenses, revelando nombres y apellidos de personas miembros de su entorno más cercano. Le preocupa la repercusión que esto pueda tener sobre sus objetivos de liderazgo hemisférico y hasta mundial. No le preocupa la opinión de sus satélites políticos, los Morales y Ortegas, porque estos son peores que él. Le preocupa el impacto sobre sus intentos de capatar a quienes puedan ver odavía en él un defensor de los débiles y de los pobres de este mundo. Que dirán Stiglitz y Chomsky, que pensará Saramago? Que dirán en Pomona el profesor Tinker Salas y su colegas? Como lo defenderán de esto Mark Weisbrot en Washington? O Ramonet en París? O Pallast en Londres? O Luis D’Elia en Buenos Aires? O Chaderton en la OEA?
El pensará que enviando a un emisario a Andorra para aceitar algunas conciencias puede lograr el silencio, como lo hizo con el escándalo de Stanford. Pero esta vez como que no va a poder.

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