sábado, 23 de enero de 2010

Chávez: Por qué no renuncias? , le pregunta Pedro Lastra

Opinión
Pedro Lastra ND
¿Y por qué no renuncias?

Enero 23, 2010
¡Qué decadencia! ¡Qué podredumbre! ¡Qué abismo se abre a tus pies! No pienses en revocatorios. Sé decente y honrado por una vez en tu vida. ¿Por qué no renuncias?
¡Cómo cambian los tiempos, mi queridísimo Hugo Rafael! Hace cuatro años moviste cielo y tierra para impedir el revocatorio. Le entregaste el culo a los cubanos para que te montaran las misiones, falsearan los registros, repartieran cédulas chimbas y se hicieran cargo del colosal fraude del 15-A. Le ordenaste al hijo del muertito de la Digepol que manipulara hasta el asco los registros a cambio de enriquecerlo hasta como para montar una cadena de hoteles con uno de los hijos de la Chana Uzcátegui, ladronzuelo y corrupto como todos los pichones de boliburgueses de tu régimen. Del mismo modo que le engordaste las agallas a la pandilla de señoritos del Country Club para que te montaran la ingeniería electrónica, la afamada estafa Smartmatic. Hasta metiste tu mano peluda en la Coordinadora Democrática donde montaste tu quinta columna. ¡Si hasta el padre del carajito que se enriqueció con el fraude era miembro de su comisión de estrategia!
En el colmo de la inventiva criminal, el G2 se sacó de la manga un nuevo concepto castrochavista de fraudeamiento electoral: las firmas planas. Corriste la arruga durante un año, hasta que tuviste bien amarrado el más colosal de los fraudes conocidos en la historia democrática de América Latina. Y todo con la aquiescencia de la oposición light que se dejó naricear por tus mercenarios electoreros. Todos, como monitos de circo, pasaron por el aro diseñado por tu padre putativo para que te atornillaras en el cargo y pudieran seguir mamando de la teta petrolera, chulos cósmicos como han sido los cubanos desde hace medio siglo.
¡Pero cuánto detritus, cuánto excremento, cuánta sangre ha corrido bajos los puentes desde entonces! ¡Ciento cincuenta mil asesinatos y novecientos cincuenta mil millones de dólares! ¡Cuántos miles de miles de millones de los verdes se han robado los tuyos, incluidos tus padres y tus hermanos, tus espalderos, tus coroneles y generales, tus banqueros y testaferros! ¡Cuánto no han choreado tus socios bolivianos, ecuatorianos, nicaragüenses, argentinos, brasileños y españoles! Si hasta los chilenos de la izquierda dura, tan parcos en la estafa y tan fieles a la memoria de Allende y del Ché Guevara, agarraron manque fallo. La urea para Navarro. Y ocho millones para el Max Marambio, jefe de campaña de Henríquez Ominami.
Pero despiertas como Macbeth, náufrago en un océano de sangre. Mareado por tanta incuria y tanto crimen. Aterrado por la gran pesadilla: verte colgando del hilo de la desgracia de los poderosos. Entre rejas. Llevado a La Haya, no precisamente para comprar mantequilla holandesa o queso Gouda para tus festines. Ya te ves escupido por las multitudes, siguiendo la misma trayectoria de Sadam Hussein, espulgado por los dedos implacables de la justicia humana y divina, nacional e internacional. ¡Cómo te escuece la avalancha democrática en la región, que se llevará por delante a todos tus mafiosos! Mirando con terror y desconcierto a las cámaras, hablando hasta por los codos, como aquel día en que te trasladaban a la Orchila. ¿Te acuerdas?
Y prestidigitador descubierto, pillado con las manos en la masa, a punto de ser arrasado por el tsunami de la furia popular, tanto terror le tienes al sencillo expediente de unas elecciones parlamentarias, al descrédito, el deterioro y al tremendo fracaso de tu mediocridad y tu charlatanería que no encuentras mejor propuesta que pedirle a la oposición ¡UN REVOCATORIO! Sería la primera vez en la historia del universo que un tirano en desgracia y a punto de cadalso le propone a quienes mantiene encarcelados lo sometan a una medición popular para que lo saquen del Poder! ¡Qué trampa caza bobos más chimba!
¡Qué decadencia! ¡Qué podredumbre! ¡Qué abismo se abre a tus pies! Ante una ocurrencia tan descarada de decidir qué debe o no debe hacer la oposición con tu triste figura provoca cantarte aquel tango que termina diciéndole al pobre infeliz en desgracia y a punto de suicidarse: “Por eso en tu total fracaso de vivir ni el tiro del final te va a salir!” No pienses en revocatorio. Sé decente y honrado por una vez en tu vida. ¿Por qué no renuncias?

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