martes, 26 de octubre de 2010

Sofía y Sasha Tolstoy: esposa e hija menor de un León tan fiero como dócil


                                               León y Sofía. Abajo: la bella Sasha.

Que vida la de la familia Tolstoy. Giró por años en torno al gigante León, un genio de la literatura, un místico, un rebelde, un gran celoso e inseguro, un santo que se quitaba la camisa para darla a un campesino, un hombre cruel con sus propia esposa, un obsesionado por el sexo, un denunciante del sexo, un rebelde, un terrateniente, un asceta.

“La Guerra y La paz” y “Ana Karenina”, sus dos grandes obras, fueron escritas durante la época de felicidad conyugal con su esposa Sofía. Mucho de lo contenido en las dos obras es fuertemente autobiográfico. La familia Oblonsky es la familia Tolstoi y la familia Rostov es la familia de Sofía. La protagonista de “La Guerra y La Paz”, Natasha es una combinación de Sofía, la esposa, y de Tanya, su hermana menor, por quien León se sintió fuertemente atraído en su momento.

Quien solo conozca a León Tolstoi por sus novelas no sabe de lo que se ha perdido. Fue la vida de la familia la que fue una epopeya, de principio a fin. León conoció a Sofía, su esposa, cuando ella tenía unos 10 años y él tenía 26 años. Fue solo cuando ella cumplió 18 años que él le propuso matrimonio de manera formal. Durante su larga vida de casados Sofía, tuvo 16 embarazos y vió nacer 13 hijos e hijas, ocho de quienes vivieron hasta la edad adulta. Eso de que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer no pudo ser más cierto que en este caso. Sofía era amante, madre, gerente comercial, ama de dos casas, la de Moscú y la de Yasnaya Polyana, la hacienda de la familia Tolstoi, donde vivieron gran parte de su vida. Sofía atendía y daba de comer a los 20 a 30 invitados que poblaban la casa en diferentes épocas del año. Sofía copiaba los escritos de Tolstoi, corregía sus libros antes de ir a la imprenta, les tomaba las fotos a la familia, tocaba el piano, cuidaba a los campesinos y a la familia porque tenía conocimientos médicos. Sofía era quien buscaba el dinero para que el gran León se lo regalara a los pobres. Hacia el final de sus vidas, León se rodeó de discipulos que la resentían y la combatían porque no dejaba que León regalara todo el patrimonio de sus hijos. La rivalidad entre Sofía y el discípulo favorito de Tolstoi, Chertkov, se intensificó y promovió la separación final. Tolstoi huyó de su casa y fue a morirse en una estación de ferrocarril, sin que Sofía pudiera verlo en su agonía.

Por cierto, en ese trágico desenlace, la hija menor, Sasha  (Alexandra), se puso al lado de Tolstoy y fue una de las personas que le negó a Sofía entrada a la estación donde agonizaba su marido. Sasha era la secretaria de Tolstoy y su hija más adepta. Después de la muerte de León y de Sofía fue Sasha quien heredó el perfil decidido de sus padres. Fue arrestada cinco veces por los comunistas y solo se le permitió salir de Rusia en 1929, después de librar una gran batalla por la libertad de expresión. Sasha emigró a a los Estados Unidos donde se convirtió en agricultora y dió charlas en universidades, convirtiéndose en una gran admiradora de los Estados Unidos. Su amor por los débiles le vino de León pero su dedicación y perseverancia fueron heredadas de Sofía. En 1939 fundó la Fundación Tolstoy, organización defensora de los perseguidos que ayudó a más de 500.000 personas a escapar de las dictaduras y tiranías como la comunista que azotó a su país. Manejó esta organización por cuarenta años. Entre sus colaboradores estuvieron Serge Rachmaninoff y el creador del helicóptero Igor Sikorsky.

Esta bella mujer murió en su hacienda del estado de Nueva York en 1979, a los 96 años.

Para apreciar en su verdadera magnitud y significado a “Anna Karenina” y “La Guerra y La Paz” es indispensable haber leído una buena biografía de esta notable familia. Los 350 descendientes directos de León y Sofía se reúnen cada dos años en Yasnaya Polyana y hace un mes, en Nueva York, se celebró una conferencia sobre León, para commemorar el centenario de su muerte.
Mi admiración para Sofía y Sasha, grandes mujeres detrás del genio.

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