martes, 27 de diciembre de 2011

El día del retorno en Virginia y en Tocuyito

Dia del retorno en Virginia


En Venezuela el día del retorno es ese día en el cual los viejos compañeros de clases regresábamos a nuestros antiguos salones a saludarnos, a honrar a nuestros maestros y a recordar los bellos tiempos idos, tomándonos unas cervezas y comiéndonos una parrilla.

Hoy traté infructuosamente, de completar lo que llaman el día del retorno en mi comunidad de Virginia, USA. Hoy, 26 de Diciembre, [ayer] es el día en el cual unos 150 millones de residentes en los Estados Unidos de Norteamérica, un buen segmento de la población, acuden a los centros comerciales a retornar interiores, pantaletas, camisas, sweaters, calcetines, discos, libros, perfumes, afeitadoras, zapatos, teléfonos portátiles, vinos o pelucas que les quedaron grandes, o pequeños, o eran del color incorrecto o de la forma no deseada, o de sonido desagradable, o de un tipo de imprenta muy pequeño, o del año equivocado, o de pelo muy tieso.

Es el día del retorno de los regalos de navidad en los Estados Unidos. Olvídense ustedes de las grandes migraciones de “caribous” en Alaska, de los millones de loros que salen al vuelo en el Amazonas, de los miles de pinguínos que se apretujan los unos con los otros en Antártica. La estampida de los millones de personas quienes se sienten decepcionados con sus regalos o no se pueden meter en los trapos que le han dado sobrepasa todo lo imaginable.

Yo recibí un camisa que era grande para mí. Era algo que decía XXLG y me hubiera servido como dormilona. Fuí a cambiarla pero, a un kilómetro de distancia de la llegada al sitio, me encontré con un policía que me hacía señas para que me desviara. Abrí la ventanilla y pregunté que sucedía. Me dijo: “si usted piensa cambiar una camisa, hágame caso y regrese para su casa. Trate de nuevo dentro de dos o tres días”.

Eso fue lo que hice. Afortunadamente no necesito la camisa con urgencia. Me fuí para un restaurant japonés y me comí unos camarones con arroz frito espectaculares. Y es que en este país hay alternativas. Si se cierra una se abre otra. Y hasta mejor.

Lo que pudiera ser una tragedia para los comerciantes de los Estados Unidos se convierte en una oportunidad. Los millones quienes van a cambiar sus regalos eligen otras cosas del mismo precio o hasta de un precio ligeramente superior. Una vez que logran su cometido, ya con apetito, se van a comer en los restaurantes del sitio. Y luego se van al cine. Lo que pudiera haber sido una catástrofe finsanciera se convierte en un negocio de, no sé, unos $1500 millones durante el día del retorno.



Por eso es que en este dia del retorno en USA no hay mentaderas de madre ni peleas. Ninguna tienda se niega a retornar lo comprado. Se lleva a cabo la sustitución, la gente se va a comer y al cine. Todo el mundo contento.



Hace unos 12 años fuí a devolver una lechoza semi-podrida en Tocuyito. El tipo que me la vendió me insultó, le tiré un derechazo, recibí un izquierdazo. Terminamos los dos revolcados en el suelo. El retorno a la Tocuyito no me pareció eficiente..

3 comentarios:

  1. En Venezuela eso del retorno nunca ha existido, lo único que te dicen: es quién te manda a pendejo, jódete..
    como dice los niños: "Mírame el deo, yo no cambio ni descambeo..."

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  2. Mi anécdota sobre eso es curiosa. Compré un libro a una tienda on-line y éste llegó relativamente bien, solo que con algunas rayitas en la cubierta posterior.

    Me decidí a enviar un e-mail mencionando eso y para retornarlo (es decir para que me dijeran cómo hacerlo).

    Desde la tienda enviaron una respuesta en menos de una hora, en la que no solo se disculpaban, sino que me extendieron un crédito por el monto exacto que había pagado. Lo que me impresiona es que me dijeron que podía conservar el libro, si así lo deseaba.

    Opuesto al caso de varios de nuestros países, con el excepción quizás de Colombia, un cliente satisfecho, que regrese a comprar, es la base del éxito del negocio.

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  3. Al que tenemos que cambiar es al tiranuelo cursi y demagogo. En enero, hay que tomar la calle para quedarse en ella hasta las elecciones, en las cuales el déspota será aplastado, para evitar el fraude y defender la victoria.

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