domingo, 16 de agosto de 2015

Nicolás Maduro: el presidente que se parece a esta Venezuela






Después de cada viaje a La Habana, donde le inyectan un refuerzo de la vacuna de la entrega y la traición, Nicolás Maduro regresa hablando cubano, tanto en acento como en contenido. Su imitación de Fidel Castro es grotesca, como la que nos divierte tanto en los zoológicos.  Sin embargo, esto no es motivo de hilaridad sino de indignación para quienes no hemos perdido el deseo de luchar.
Su discurso tiene un fuerte componente ridículo. Ha dicho, por ejemplo, que: “debemos jurar hoy 15 de agosto [que] Venezuela tiene que ser una potencia económica productora de alimento para nuestra patria y para la patria grande”.  
En un país donde no se consigue lo más esencial este payaso habla de ser potencia mundial en producción de alimentos.
Pero el componente más trágico de Maduro es el de traidor. Acaba de decir lo siguiente, con su acento cubano aprendido en la Escuela “Ñico López”: Tenemos que prepararnos para revolución más radical, en su momento llegará el momento de la historia en que elevamos la jugada de esta revolución socialista, lo juro ..Lo digo hoy 15 de agosto como juramento, pero debemos prepararnos todas y todos. Yo sé que nuestro pueblo está a la altura de las tareas que vienen, yo sé que nuestro lo que está esperando es una orden, lo sé”. Ver:  http://www.maduradas.com/tiembla-tierra-maduro-es-necesario-estar-preparados-para-una-revolucion-mas-radical/#ixzz3iyQxsqyT 
En boca de un venezolano de la calle estas palabras serían consideradas suficientes para enviar al tipo al manicomio. En boca de quien vive en Miraflores son suficientes para llevarlo a la cárcel por traidor a su país. Este sujeto repite las palabras que le dicta Fidel y está jurando que va a radicalizar una postura totalitaria. Como bien apunta David Morán en La Patilla, ver: http://www.lapatilla.com/site/2015/08/15/david-moran-bohorquez-maduro-el-comandante-que-ha-perdido-todas-las-guerras/ este sujeto ya ha perdido todas las guerras: la de los alimentos, la electricidad, el crimen, la corrupción, la petrolera, la inflación, el salario mínimo, todas. Ha convertido a Venezuela en una pobre caricatura de lo que fue, tristemente ayudado por la flojera y desvergüenza de muchos venezolanos que no están de acuerdo pero aceptan su humillación en silencio.
Sus palabras representan un atentado más contra el país y deben ser no solo rechazadas sino utilizadas para enjuiciar al traidor y llevarlo a la cárcel. Esto es lo que debería ocurrir en un país medianamente civilizado. Pero la Venezuela de hoy ha caído tan bajo que es incapaz de reaccionar.
A menos que reciba un apoyo externo que aún no se ve llegar. La OEA debería haber invocado hace tiempo la carta Democrática Interamericana en contra del ruinoso régimen venezolano. Los Estados Unidos debería haber adoptado una postura de rechazo más explícito en contra del desastre venezolano. La Unión Europea solo manifiesta “preocupación”, lo mismo que la ONU. UNASUR, por su parte,  es un club de invertebrados al mando de un mercenario de la política como es Ernesto Samper. Nada es posible esperar de tal (des) organización.

Y entonces?  Aunque ya parezca inútil decirlo es necesario repetirlo una y mil veces. Hoy en día el principal cómplice del traidor Maduro es la Fuerza Armada de Venezuela. Este cuerpo, al igual que en la época de Pérez Jiménez, se ha convertido en parte integral del régimen dictatorial. Pero lo que parece imposible es que sean TODOS los militares quienes se hayan plegado a esta situación. A diferencia de la época perezjimenista hoy no hay resistencia en Venezuela, excepto por  pequeños y heroicos grupos, como el formado por María Corina, Antonio y Leopoldo, quienes encarnan  la frase de Martí: “Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana”.


La AD de aquellos años de la dictadura perezjimenista ha desaparecido en el pantano de la corrupción y la intrascendencia. El COPEI es una pálida y mediocre sombra de lo que fue. Los políticos de ayer se han encargado de sepultar estos dos partidos, aferrándose a las viejas mañas y a la falta de grandeza. Nuevas organizaciones políticas han heredado algunas de esas mañas y ya muestran señales de franca mediocrización. Los dogmas y mitos estatales que datan del siglo pasado aún gozan de aceptación entre los jóvenes líderes. El país no quiere cambiar aunque ya tiene la muerte en el rostro. 
Parece difícil de creer pero, con su pasividad y resignación frente a este bochornoso espectáculo, Venezuela parece haber llegado a la conclusión de que Maduro es el presidente que le calza mejor. Maduro ha llevado al país a su nivel.
Chávez y Maduro hicieron el trabajo de las hojillas de doble filo: Chávez nos bajó y Maduro nos rebajó.

Venezuela es hoy como ellos. Y esa no es mi Venezuela.  

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