miércoles, 22 de febrero de 2017

El falso empoderamiento: otro fraude del liderazgo chavista


La literatura moderna sobre liderazgo utiliza con frecuencia el concepto de empoderamiento para explicar la naturaleza del liderazgo. Se dice que el verdadero líder  empodera a sus seguidores cuando les inyecta el deseo y la determinación de cambiar su realidad para progresar. Los ayuda a “salir de abajo”, a cambiar de actitud ante su suerte, dándole las herramientas para que se conviertan en seres productivos y dueños de su destino.  Todavía hoy hay quienes piensan que el difunto Hugo Chávez fue uno de esos líderes. Solo tenemos que leer APORREA o lo que escribe desde  Washington Mark Weisbrot o desde París Ignacio Ramonet  para darnos cuenta de que Chávez es visto como un líder empoderador por algunos ideali$tas.
Hugo Chávez fue un falso empoderador. No capacitó a su pueblo para salir de la pobreza. Le dio dinero de día a día para que creyera que estaba saliendo de la pobreza. Lo persuadió a que llevara su pobreza con resignación. Le hizo creer a los pobres que ellos estaban mandando en Venezuela. Los convenció  que ser rico era malo.  Los “empoderó” para que se sintieran felices de ser lo que siempre habían sido, de quedarse  donde siempre habían estado, en una posición de indefensión ante el gobierno paternalista. De allí que toda la política social de Chávez y, ahora, de Maduro, estaba y está basada en la limosna. Darle un subsidio, un pernil o una bolsa de comida de baja calidad a quien se inscriba en el partido de gobierno no es empoderarlo, es condenarlo a ser pobre y a vender su dignidad, darle lo que llamaban antes en Venezuela un bozal de arepas.
El resultado está a la vista. Venezuela es hoy un país con millones de limosneros, una población hambrienta y degradada espiritualmente. La pobreza ha aumentado a niveles nunca vistos. Este es el resultado del falso liderazgo del difunto y de su grotesco sucesor.
Ese mito del empoderamiento del pobre llevado a cabo por el difunto representa un poderoso agente de embrutecimiento popular que es preciso combatir si queremos salir del pantano chavista. En estos momentos un grupo de colaboracionistas con el régimen pretenden seguir adelante con un diálogo con este régimen empobrecedor. Esta pretensión debe ser combatida con vigor porque promovería la permanencia en el poder de un régimen que ha embrutecido al pueblo.    

La batalla que hay que dar en Venezuela no es solamente en contra del régimen canalla sino contra quienes, de buena o mala fe, insisten en negociar con el régimen.  

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