Vamos a producir casas y pantaletas!
UN DISCURSO IRRESPONSABLE Y CARGADO DE ODIO
Un discurso dado recientemente por Rafaél Ramírez, Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, a sus gerentes lo cataloga claramente como un irresponsable cargado de odio. Mientras alguien así esté al frente de la más importante empresa estatal es indudable que su deterioro, ya gigantesco, será imposible de detener. Y esto es algo que pagaremos todos los venezolanos, no solamente el grupo de improvisados que actualmente ejerce el poder político en el país.
Es necesario que el país conozca la situación de colpso operacional creada por Rafaél Ramírez en la empresa petrolera que es de todos los venezolanos. El problema de Rafaél Ramírez no es un simple asunto de un funcionario mediocre más o menos, o de diferencias menores de filosofía gerencial. Lo que está planteado con su presencia en PDVSA es una brecha fundamental entre lo que debería ser un manejo sensato y prudente de una empresa que es de todos y la manera como este personje la está manejando, como un instrumento para promover el odio social y para el prostituído uso de una minoría.
Lo primero que se pregunta Rafaél Ramírez en su discurso es “Que sería de la revolución si no existiera PDVSA”? Déjeme darle la respuesta. Estaría en el cesto de la basura de la pequeña historia. En venezuela no hay una revolución sino una barrabasada lubricada por casi 300.000 millones de dólares petroleros que Venezuela no verá más nunca, como resultado de los desastres técnicos, gerenciales y deshonestos cometidos por el chavismo.
El escándalo de los taladros adjudicados por Ramírez y su combo a empresas fantasmas y el sórdido asunto de la maleta de Antonini han sacado a la luz pública las tracalerías y la mediocridad de este grupo que le ha puesto la mano a PDVSA. No contentos con destrozar la empresa petrolera ahora pretenden, como dice Ramírez, llevarla a “ocupar todos los espacios del país, a fin de ser hegemónicos en el sistema económico”. De allí que PDVSA será pronto una empresa de hacer pantalones, de sembrar soya y construir casas.
Pero una empresa que pretenda encargarse de todo termina rapidamente por no hacer nada bien. Ya PDVSA ha perdido 800.000 barriles diarios de capacidad de producción y continúa, indetenible, en su rodada. Pretender que PDVSA venda al costo lo que produce es convertir a la empresa y al país en un gran sistema de limosnas y limosneros que viola todos los principios de la economía y que terminará por arruinar a todo el país, sin sacar a los pobres de su pobreza. Los pobres no pueden salir de la pobreza a realazos, limosnas y subsidios. Tienen que aprender a generar riqueza y a valerse por si mismos. El irresponsable Ramírez no se da cuenta de que distribuir una riqueza no trabajada es un sistema para crear pobres cada vez más indefensos y dependientes del estado benefactor.
Dice Ramírez en su discurso que en PDVSA solo hay cabida para los “revolucionarios”. El problema es que los tales revolucionarios son oportunistas, vividores e ignorantes pero no son los técnicos o los gerentes que la industria petrolera necesita. Ramírez dice que la meritocracia es “una pendejada”, un resabio del pasado que dos o tres generaciones de nuevos petroleros van a superar. Ramírez prefiere la revolución de los peores, de los mediocres, de los ignorantes, la que solo sirve para cosechar lo que otros han sembrado o para hablar de siembra petrolera y quedarse en puro bla bla blá.
Admite Ramírez que el gasto gigantesco y caótico que ha hecho la nueva PDVSA “no ha respondido a una planificación”” y agrega: “nosotros no hemos sido capaces de tener un sistema de información o de rendición de cuentas”. Claro que no, Ramírez. Ustedes no saben como hacerlo. Ello ha permitido que los recursos generados por Petróleos de Venezuela, en una época de gran bonanza de los precios, hayan sido captados directamente por el jefe único, sin transparencia, sin rendición de cuentas, para ser utilizados como a él le venga en gana, con la bovina aceptación de la gerencia de PDVSA. De que se sorprende Ramírez? Por qué se da cuenta ahora de que no tienen taladros para perforar pozos, ni siquiera localizaciones identificadas para los pozos, o que las refinerías sufren problemas graves de mantenimiento, o que los derrames se multiplican, o que cada gerentico regional monta su propio mini-feudo político? Eso es lo que el ejemplo del amo ha predicado! Eso es exactamente lo que Hugo Chávez, ex-administrador de una cantina militar antes de llegar a la presidencia, está haciendo con la hacienda pública. Es tarde ya para poner orden en el caos de camionetotas y de gastos caóticos por parte de los pequeños gerentes. Como puede esperar Ramírez que un gerentico no quiera ganar puntos con un alcalde haciéndole unas aceras cuando los gerentes de arriba están pensando en instalar una PDVSA para hacer pantaletas? Lo que es increíble es la incoherencia que Ramírez muestra en su discurso, al quejarse de una PDVSA que hace aceras y brocales pero al mismo tiempo anunciando la llegada de PEDEVSAS que críen cerdos, fabriquen sillas de ruedas y distribuyan condones.
El propósito declarado de Ramírez de captar la renta petrolera y redistribuirla entre el pueblo puede sonarle bien a quienes se beneficien temporalmente de esta estrategia pero tiene dos problemas fundamentales: uno, genera altísimos niveles de corrupción en los programas sociales, mediante los cuáles los chavistas están desvalijando al erario público, y, dos, no resuelve los problemas estructurales de la ignorancia y la pobreza al reemplazar la solución estructural por la limosna. Chávez les está dando un pez diario a los pobres pero no está tratando de enseñarles a pescar. Cuando desaparezcan las limosnas los pobres serán aún más pobres y más incapaces de labrarse su propio porvenir.
Terminó Ramírez su discurso en una vena poética: “Todos ustedes estaban llevando carajazos” y “Yo voy pálante y pal carajo”.
Un discurso dado recientemente por Rafaél Ramírez, Ministro de Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, a sus gerentes lo cataloga claramente como un irresponsable cargado de odio. Mientras alguien así esté al frente de la más importante empresa estatal es indudable que su deterioro, ya gigantesco, será imposible de detener. Y esto es algo que pagaremos todos los venezolanos, no solamente el grupo de improvisados que actualmente ejerce el poder político en el país.
Es necesario que el país conozca la situación de colpso operacional creada por Rafaél Ramírez en la empresa petrolera que es de todos los venezolanos. El problema de Rafaél Ramírez no es un simple asunto de un funcionario mediocre más o menos, o de diferencias menores de filosofía gerencial. Lo que está planteado con su presencia en PDVSA es una brecha fundamental entre lo que debería ser un manejo sensato y prudente de una empresa que es de todos y la manera como este personje la está manejando, como un instrumento para promover el odio social y para el prostituído uso de una minoría.
Lo primero que se pregunta Rafaél Ramírez en su discurso es “Que sería de la revolución si no existiera PDVSA”? Déjeme darle la respuesta. Estaría en el cesto de la basura de la pequeña historia. En venezuela no hay una revolución sino una barrabasada lubricada por casi 300.000 millones de dólares petroleros que Venezuela no verá más nunca, como resultado de los desastres técnicos, gerenciales y deshonestos cometidos por el chavismo.
El escándalo de los taladros adjudicados por Ramírez y su combo a empresas fantasmas y el sórdido asunto de la maleta de Antonini han sacado a la luz pública las tracalerías y la mediocridad de este grupo que le ha puesto la mano a PDVSA. No contentos con destrozar la empresa petrolera ahora pretenden, como dice Ramírez, llevarla a “ocupar todos los espacios del país, a fin de ser hegemónicos en el sistema económico”. De allí que PDVSA será pronto una empresa de hacer pantalones, de sembrar soya y construir casas.
Pero una empresa que pretenda encargarse de todo termina rapidamente por no hacer nada bien. Ya PDVSA ha perdido 800.000 barriles diarios de capacidad de producción y continúa, indetenible, en su rodada. Pretender que PDVSA venda al costo lo que produce es convertir a la empresa y al país en un gran sistema de limosnas y limosneros que viola todos los principios de la economía y que terminará por arruinar a todo el país, sin sacar a los pobres de su pobreza. Los pobres no pueden salir de la pobreza a realazos, limosnas y subsidios. Tienen que aprender a generar riqueza y a valerse por si mismos. El irresponsable Ramírez no se da cuenta de que distribuir una riqueza no trabajada es un sistema para crear pobres cada vez más indefensos y dependientes del estado benefactor.
Dice Ramírez en su discurso que en PDVSA solo hay cabida para los “revolucionarios”. El problema es que los tales revolucionarios son oportunistas, vividores e ignorantes pero no son los técnicos o los gerentes que la industria petrolera necesita. Ramírez dice que la meritocracia es “una pendejada”, un resabio del pasado que dos o tres generaciones de nuevos petroleros van a superar. Ramírez prefiere la revolución de los peores, de los mediocres, de los ignorantes, la que solo sirve para cosechar lo que otros han sembrado o para hablar de siembra petrolera y quedarse en puro bla bla blá.
Admite Ramírez que el gasto gigantesco y caótico que ha hecho la nueva PDVSA “no ha respondido a una planificación”” y agrega: “nosotros no hemos sido capaces de tener un sistema de información o de rendición de cuentas”. Claro que no, Ramírez. Ustedes no saben como hacerlo. Ello ha permitido que los recursos generados por Petróleos de Venezuela, en una época de gran bonanza de los precios, hayan sido captados directamente por el jefe único, sin transparencia, sin rendición de cuentas, para ser utilizados como a él le venga en gana, con la bovina aceptación de la gerencia de PDVSA. De que se sorprende Ramírez? Por qué se da cuenta ahora de que no tienen taladros para perforar pozos, ni siquiera localizaciones identificadas para los pozos, o que las refinerías sufren problemas graves de mantenimiento, o que los derrames se multiplican, o que cada gerentico regional monta su propio mini-feudo político? Eso es lo que el ejemplo del amo ha predicado! Eso es exactamente lo que Hugo Chávez, ex-administrador de una cantina militar antes de llegar a la presidencia, está haciendo con la hacienda pública. Es tarde ya para poner orden en el caos de camionetotas y de gastos caóticos por parte de los pequeños gerentes. Como puede esperar Ramírez que un gerentico no quiera ganar puntos con un alcalde haciéndole unas aceras cuando los gerentes de arriba están pensando en instalar una PDVSA para hacer pantaletas? Lo que es increíble es la incoherencia que Ramírez muestra en su discurso, al quejarse de una PDVSA que hace aceras y brocales pero al mismo tiempo anunciando la llegada de PEDEVSAS que críen cerdos, fabriquen sillas de ruedas y distribuyan condones.
El propósito declarado de Ramírez de captar la renta petrolera y redistribuirla entre el pueblo puede sonarle bien a quienes se beneficien temporalmente de esta estrategia pero tiene dos problemas fundamentales: uno, genera altísimos niveles de corrupción en los programas sociales, mediante los cuáles los chavistas están desvalijando al erario público, y, dos, no resuelve los problemas estructurales de la ignorancia y la pobreza al reemplazar la solución estructural por la limosna. Chávez les está dando un pez diario a los pobres pero no está tratando de enseñarles a pescar. Cuando desaparezcan las limosnas los pobres serán aún más pobres y más incapaces de labrarse su propio porvenir.
Terminó Ramírez su discurso en una vena poética: “Todos ustedes estaban llevando carajazos” y “Yo voy pálante y pal carajo”.
MI RETO.
Yo reto a Rafaél Ramírez a un debate o una serie de debates públicos sobre lo que se hizo, se está haciendo y se pretende hacer en PDVSA. Acepto el sitio y el día que él señale después del mes de Octubre, con la única condición de que los debates estén abiertos a todo público y sean libremente reseñados por todos los medios de comunicación que deseén hacerlo. El moderador deberá ser imparcial y cada quien podrá tener un asistente/asesor a su lado.
Mis credenciales profesionales para retar a Rafaél Ramírez son más que suficientes. Cuando ese personaje aún no hablaba bien, ya yo era petrolero. Mis credenciales ciudadanas son impecables pués nunca he robado ni matado a nadie. Seguramente no soy el mejor preparado de los gerentes petroleros venezolanos para debatir con Ramírez. Entre muchos otros, Alberto Quirós, Pablo Reimpell, Arnold Volkenborn, Guillermo Rodríguez Eraso, Julio Trinkunas, Claus Graaf, Alfredo Gruber, Roberto Mandini, Gustavo Inciarte, cualquiera de ellos, u otros más jóvenes como Luis Pacheco, o Luis Pulgar podrían hacerlo mejor.
Si Ramírez no acepta mi reto público quedará mál ante la opinión pública venezolana y regional. En todas partes diré que le tuvo miedo al debate.
Espero su respuesta para comprar mi pasaje.
Yo reto a Rafaél Ramírez a un debate o una serie de debates públicos sobre lo que se hizo, se está haciendo y se pretende hacer en PDVSA. Acepto el sitio y el día que él señale después del mes de Octubre, con la única condición de que los debates estén abiertos a todo público y sean libremente reseñados por todos los medios de comunicación que deseén hacerlo. El moderador deberá ser imparcial y cada quien podrá tener un asistente/asesor a su lado.
Mis credenciales profesionales para retar a Rafaél Ramírez son más que suficientes. Cuando ese personaje aún no hablaba bien, ya yo era petrolero. Mis credenciales ciudadanas son impecables pués nunca he robado ni matado a nadie. Seguramente no soy el mejor preparado de los gerentes petroleros venezolanos para debatir con Ramírez. Entre muchos otros, Alberto Quirós, Pablo Reimpell, Arnold Volkenborn, Guillermo Rodríguez Eraso, Julio Trinkunas, Claus Graaf, Alfredo Gruber, Roberto Mandini, Gustavo Inciarte, cualquiera de ellos, u otros más jóvenes como Luis Pacheco, o Luis Pulgar podrían hacerlo mejor.
Si Ramírez no acepta mi reto público quedará mál ante la opinión pública venezolana y regional. En todas partes diré que le tuvo miedo al debate.
Espero su respuesta para comprar mi pasaje.
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