photograph taken by Rebecca Krauss, en Ashburn, Virginia.
UN NUEVE EN LA ESCALA DE DIEZ.
Ayudado en las últimas dos semanas por varios días de persistente lluvia, quizás arribando un poco tarde en Noviembre, pero no por ello menos glorioso, se ha presentado el otoño en nuestra región de Virginia. La belleza del paisaje es indescriptible. Quizás lo que más se le pudiera parecer en Venezuela sería el poder ver centenares o miles de araguayenes y apamates en plena floración, muy estrechamente agrupados. Nunca he visto esto en Venezuela pero creo que una coalición araguanéyíca-apamática sería lo único que pudiera competir con la avasallante belleza del otoño en el norte.
El otoño no es de las flores sino de las hojas. El milagro que da vida a los paisajes más extraordinarios es un simple proceso de oxidación. Las hojas se tornan anaranjadas, violetas, rojas sangre, amarillas limón, rosadas, una variedad infinita de matices que dan origen a lo que un fotógrafo extraordinario, Christopher Burkett, ha llamado el circo del otoño, para titular una de sus estupendas fotografías, la cuál anexo como ilustración de esta nota.
El placer que se experimenta al ver este paisaje es algo así como un nueve en la escala de diez. Recuerdo pocos placeres tan intensos: uno, la puesta de sol vista desde Juan Griego, un proceso de unos 20 minutos, mientras las gaviotas aterrizaban suavemente en la popa de nuestra embarcación. Otro, el ver volar miles de loros multicolores de las selvas guayanesas al paso de nuestro helicóptero. Un tercero, una mañana brumosa vista desde el camino que sube desde a los Andes desde Bailadores. Un cuarto, la estación de mangos de Sabana del Medio, en Carabobo, o, un quinto, caminar entre los cerezos en flor en los abriles de Washington DC.
El otoño de Virginia es una visión de epifanía, entendida como una manifestación de la divinidad. Es la belleza que nos hace pensar que detrás de ella tiene que existir un diseño inteligente del universo. La visión del otoño me llena de alegría de vivir y de gratitud por poderla admirar. Después de contemplarlo ya no nos quedan ambiciones insatisfechas. Foto de Christopher Burkett.
Ayudado en las últimas dos semanas por varios días de persistente lluvia, quizás arribando un poco tarde en Noviembre, pero no por ello menos glorioso, se ha presentado el otoño en nuestra región de Virginia. La belleza del paisaje es indescriptible. Quizás lo que más se le pudiera parecer en Venezuela sería el poder ver centenares o miles de araguayenes y apamates en plena floración, muy estrechamente agrupados. Nunca he visto esto en Venezuela pero creo que una coalición araguanéyíca-apamática sería lo único que pudiera competir con la avasallante belleza del otoño en el norte.
El otoño no es de las flores sino de las hojas. El milagro que da vida a los paisajes más extraordinarios es un simple proceso de oxidación. Las hojas se tornan anaranjadas, violetas, rojas sangre, amarillas limón, rosadas, una variedad infinita de matices que dan origen a lo que un fotógrafo extraordinario, Christopher Burkett, ha llamado el circo del otoño, para titular una de sus estupendas fotografías, la cuál anexo como ilustración de esta nota.
El placer que se experimenta al ver este paisaje es algo así como un nueve en la escala de diez. Recuerdo pocos placeres tan intensos: uno, la puesta de sol vista desde Juan Griego, un proceso de unos 20 minutos, mientras las gaviotas aterrizaban suavemente en la popa de nuestra embarcación. Otro, el ver volar miles de loros multicolores de las selvas guayanesas al paso de nuestro helicóptero. Un tercero, una mañana brumosa vista desde el camino que sube desde a los Andes desde Bailadores. Un cuarto, la estación de mangos de Sabana del Medio, en Carabobo, o, un quinto, caminar entre los cerezos en flor en los abriles de Washington DC.
El otoño de Virginia es una visión de epifanía, entendida como una manifestación de la divinidad. Es la belleza que nos hace pensar que detrás de ella tiene que existir un diseño inteligente del universo. La visión del otoño me llena de alegría de vivir y de gratitud por poderla admirar. Después de contemplarlo ya no nos quedan ambiciones insatisfechas. Foto de Christopher Burkett.
Excellent photos.
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