Un gran amigo e ingeniero venezolano, Leo Wilthew, con quien compartí labores en la refinería de Cardón en 1977, me ha enviado una copia de este excelente documental sobre una buena parte del siglo XX venezolano, el cuál estuvo signado por la aparición del petróleo, por el desarrollo de su producción y refinación en nuestro territorio y por su impacto, positivo y negativo, sobre la sociedad venezolana. Una de las virtudes del documental es su objetividad narrativa. En efecto, el petróleo no puede ser llamado bueno o malo. Así como un machete puede ser utilizado para abrir un camino en la selva o para decapitar a un ser humano, el petróleo puede ser un agente de desarrollo o un agente de destrucción. Llamarlo malo per se o bueno per se es una ligereza. Lo que juzgamos hoy, en retrospectiva, no es al petróleo como fuente de energía sino el uso que los venezolanos le hemos dado. El documental es un extraordinario aporte a la antropología cultural venezolana, al presentar en imágenes y a través de una excelente narración la aparición y crecimiento de la industria petrolera y de como este crecimiento fue transformando al país, de ser esencialmente rural y atrasado a ser progresivamente urbano y poseedor de una creciente clase media más educada, mejorada mediante la I nmigración europea y abierta al mundo. Ya para 1975, año en el cuál se estatifica la industria petrolera, el país poseía un Indice de Desarrollo Humano, medido por las Naciones Unidas, superior al de México, al de Chile y al de Corea del Sur. Esa historia ha cambiado tragicamente pero la culpa, repetimos, no es del petróleo, ni es el petróleo necesariamente el estiércol del demonio, sino que es culpa de nosotros los venezolanos. Y para muestra de que es la sociedad del país la que determina el buen o mál uso que dará a sus recursos, basta el buen ejemplo de Noruega, de Holanda , de Inglaterra, de Malasia, de Canadá, o de Brasil, por un lado, y el mal ejemplo de Nigeria, Venezuela, Ecuador, Bolivia y de Indonesia por el otro.
El documental ofrece una visión fascinante de la Venezuela de las décadas de 1940 a 1960. Me hizo recordar algunos aspectos de nuestra sociedad que había semi-olvidado, porque en la década de 1940 aún era un niño-adolescente y en la década de 1950 afortunadamente estuve estudiando fuera del país durante mucha de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Uno de los aspectos que resalta el documental es la pulcritud de nuestra gente y de nuestro país en aquellos años. El bello El Silencio construído por Medina Angarita, su presidencia profundamente democrática y desprovista de boato, aquella Caracas amable, la manera como la gente, hasta la más pobre, andaba dignamente vestida, todo ello transmite una imagen del país que obliga a recordar lo mucho que hemos involucionado. Nos hemos convertido, hoy día, en una sociedad agobiada por limosneros, malandros y criminales, en la cuál la numerosa gente buena que aún tenemos se siente angustiada y agobiada bajo el peso de una atmósfera maligna y mediocre.
El final de la década de 1950 nos trajo de retorno a la democracia, elecciones y a una etapa de renovado nacionalismo petrolero. Durante la década de 1960 la democracia venezolana derrotó los intentos de la extrema izquierda, asociada a Fidel Castro, de destruir al país, matando policías y volando oleoductos. La Venezuela de esa época que nos muestra el documental era pulcra, digna, pobre pero no arruinada. Fué la época de una confrontación entre dos gigantes intelectuales: Pérez Alfonzo y Uslar Pietri sobre el “como” manejar nuestro petróleo. Las políticas finalmente resultantes fueron obra de hombres como ellos, el petróleo como tal no tuvo nada que ver con el rumbo, bueno, malo o regular que tomó el país. Como bien lo describe el documental, en esos años comenzó nuestro largo camino hacia la “nacionalización”, mejor dicho, hacia la estatificación de la industria petrolera. En la mente de nuestros líderes políticos conquistar la plena soberanía nacional requería la propiedad estatal del negocio, el 100 por ciento accionario. Para tomar esa decisión los líderes políticos no le preguntaron al petróleo, ni siquiera le preguntaron a los petroleros. Sin embargo, en 1973 los petroleros comenzaron a hablar y a participar en el debate que se estableció de allí en adelante, hasta 1975. Creo que ese debate fué uno de los capítulos más hermosos que ha escrito la democracia venezolana y pensamos que no aparece justamente reseñado en el documental. Esa historia está aún por divulgarse en su verdadera magnitud.
Y así se llegó al primero de Enero de 1976. El documental muestra los actos de la “nacionalización” en Mene Grande y el júbilo popular. Lo que sucedió después, los primeros 25 años de Petróleos de Venezuela, son dignos de uno o más documentales similares a este. Esperemos que aparezcan.
El material técnico del documental es excelente, esperable por la assesoría de Aníbal Martínez. La locución de Jaime Suárez es impecable. La carátula tiene sesgos y olvidos importantes, aunque es difícil incluir todo lo esencial en una pequeño espacio.
Felicitaciones al equipo de este estupendo documental por un trabajo bien hecho.
Sr. Coronel ¿Cómo o dónde podría uno conseguir ese documental? Realmente me gustaría mucho poder verlo. Gracias...
ResponderEliminarHola Edison:
ResponderEliminarEntiendo que está a la venta pública. A mi me lo envió un amigo que lo compró en Caracas. Por si acaso, el correo electrónico de la empresa CINESA es: cinearchivo@cinesa.com.ve y sus teléfonos son 2833645 y 2859640
Saludos,
Gustavo