domingo, 31 de enero de 2010

Reflexiones en un dia maravilloso



Hoy ha hecho un día maravilloso: el sol brillante, el cielo azul, muy frío pero sin viento, la nieve cubriendo los jardines con una blancura virginal. Me ha hecho sentir alegre y animoso. Pero, de vez en cuando mi alegría se interrumpe cuando recuerdo a gente muy querida que ya no verá dias como estos.
Hace apenas unas horas murió Gustavo Inciarte. Un buen hombre, un gran amigo, en toda la extensión del término. Es motivo de profunda reflexión para mí que, mientras muere gente maravillosa, el cielo puede seguir siendo azul y el mundo siga su marcha de manera indetenible.
Así ha sido por miles de años y así será por miles de años por venir. La muerte de los mejores seres humanos no hace impacto alguno sobre la vida del universo. Somos apenas pequeños actores en este inmenso drama cósmico. No podemos influir sobre los resultados finales, si es que existen, de esta gran comedia que se desarrolla en el universo. Y, sin embargo, nos ha sido dada la capacidad de pensar en el futuro, de recordar el pasado y de especular sobre el significado último del cosmos del cual formamos parte. Hay genios quienes se han acercado al gran misterio pero, en última instancia, han sido incapaces de resolverlo. Esa incapacidad del ser humano de comprender la razón, si es que existe, del cosmos, es lo que ha estimulado el pensamiento religioso. Lo que no podemos comprender, pensamos, debe pertenecer a un nivel superior de inteligencia que nos rebasa. En otras palabras, un Dios.
Hoy pienso en la maravilla que es nuestro pequeño planeta, en su belleza que nos llena de alegría y asombro, en lo que somos y en el por qué desaparecen nuestros amigos y seres queridos.No encontramos una respuesta racional a esta última interrogante.
Sospecho que tal respuesta no existe.

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