En América Latina: un movimiento segregacionista en nombre de la integración

Un hemisferio occidental lleno de nubes e incertidumbre.

La Comunidad Andina de Naciones, la CAN, practicamente desapareció después que el presidente venezolano Hugo Chávez la denunciara y forzara al país a salirse de ella. El Grupo de los tres: México, Venezuela y Colombia, desapareció, debido a las maniobras de Hugo Chávez. El Acuerdo de San José, mediante el cual los países de Centro América y del Caribe recibirían petróleo de Venezuela y México en condiciones comerciales ventajosas, ha desaparecido para dar paso a un programa mediante el cual Hugo Chávez le da a estos países petróleo subsidiado a cambio de lealtad política a su proyecto “revolucionario”. Los intentos de Chávez de ingresar a Mercosur han encontrado la oposición decidida del congreso de Paraguay, una oposición basada en la creencia que la presencia de Chávez en Mercosur sería como dejar entrar al lobo en el corral de las ovejas.
En el plano petrolero Chávez ha tratado de crear a organismos tales como PetroSur y PetroAmérica sin mayor éxito y ha creado a PetroCaribe con algún éxito, aunque los principales países de la región: Trinidad y Barbados, han rehusado sumarse a tal organismo, alegando que ello constituye una nueva manera de ejercer imperialismo económico. En la actualidad los países del Caribe receptores de la “generosidad” venezolana ya le deben más de $3000 millones a Venezuela en facturas vencidas. Sin embargo, Chávez está menos interesado en el dinero que le deben que en establecer una hegemonía política sobre estos países. Para él lo importante es como esos países votan en la OEA o en la ONU. Chávez, para decirlo sin afeites, compra votos con dinero del pueblo venezolano, sujeto hoy a grandes privaciones.
En materia de “integración” Chávez ha creado una organización llamada ALBA, la cual pretende ser un organismo comercial pero es, en realidad, un grupo político de extrema izquierda, diseñado para hostigar a los Estados Unidos. En efecto, no existe relación comercial de significación entre los países miembros: Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, mientras que si existe una posición política común frente a USA. El intento de ALBA de capturar a Honduras fracasó, gracias a la acción oportuna de las instituciones democráticas de ese país. Está funcionando de manera precaria una organización promovida por Lula y Chávez llamada UNASUR, la cual agruparía a a los países de América del Sur y tendría un banco y hasta formaría una especie de OTAN latina, quien sabe con cual propósito. La última iniciativa de los caóticos líderes izquierdistas de América Latina es la formación de un organismo hemisférico sin USA, sin Canadá y sin Honduras (no le perdonan que sus instituciones hayan funcionado).
Que se persigue con esta acumulación de organismos inoperantes? Un intento de “independizarse”de la influencia estadounidense en la región. Parece ser que existe en el liderazgo político de América Latina la impresión de que todo marcharía muy bien si los estadounidenses, canadienses y hondureños estuvieran fuera de una organización estrictamente latina (Honduras ha dejado de ser “latina”, después de actuar institucionalmente). Cuando ello suceda, pensarán, Chávez ya no se pelearía con García o Uribe, Lugo dejaría de tener hijos ilegítimos y Ortega se abstendría de violar a su hijastra. Raúl Castro se convertiría en una especie de San Francisco de Asís redivivo y la Sra. Kirchner no se rellenaría más la cara con botox. Evo Morales podría perseguir su sueño de ser un nuevo Túpac Amarú y Lula podría seguir gobernando por muchos años más a través de su delegada, la ex-terrorista Dilam Roussef. Las economías del hemisferio, liberadas del imperialismo yankee, florecerían y el dólar sería reemplazado por una moneda regional más fuerte, como el guaraní o el sucre.
El problema es que tal movimiento no sería de integración sino de desintegración y, por lo tanto, representaría un debilitamiento económico y político de la región. El problema es que un grupo latinoamericano, sin la participación de USA y Canadá, sría como un autobús sin motor, con asientos pero esencialmente inmóvil, a menos que lo muevan tirado por los asnos que fungen de presidentes en nuestros países.