Hugo Chávez se fue al dugout del equipo venezolano de softbol femenino, a fin de inyectarles ánimo revolucionario a sus integrantes. Pero las muchachas cayeron frente a China, 6x1 carreras, y fueron eliminadas del torneo financiado por Chávez para el engrandecimiento de la revolución.
El nerviosismo de tener a Esteban Dido allí, incrustado en la cueva, fue demasiado para el equipo. El manager no se atrevía a dar señas sin pedirle autorización previa a Chávez. Y, mientras este proceso de autorización estaba en marcha, ya las chinas habían anotadso una, dos, tres carreras.
Y así, otro fracaso más para la revolución. Se le pudrió la comida, se le hundió la gabarra, se le cayó el bahareque, se le llenó de petróleo el lago, las chinas le ganaron a nuestro equipo.
Chávez es pavoso, ya eso está plenamente comprobado. Pero el tipo está obligando a los analistas a revisar todas las teorías sobre la pava. Se pensaba que la pava era un efluvio, un aire misterioso. No, parece evidente que la pava que acompaña a Chávez es él mismo, es su presencia, son sus palabras, es su cara rechoncha y sudorosa. De ser un ganador, hace algunos años, ha devenido en perdedor. No gana una, todos se rien de él, todos le dan la espalda, hasta Oliver Stone le juega una mala pasada al promover la entrevista con la BBC donde le dieron hasta por el cielo de la boca.
Ahora, se comenta, está tratando de ir a Sur Africa a participar de alguna manera en el cierre del torneo mundial de futból. Y está dispuesto a pagar, con nuestro dinero, lo que sea necesario. Ya lo hizo en las grandes ligas del beisból hace unos años, produciendo una debacle en los Mets de Nueva York, de la cual estos pobres muchachos aún no se han recuperado.
Si Chávez pone sus piés en Africa del Sur vendrá un colapso en aquél país: se muere Mandela, hay un terremoto, Al Qaeda explota una bomba en un estadio, cualquier vaina trágica ocurre. Porque el tipo es pavoso. Maradona está rezando para que no vaya, so pena de que a Messi le de un infarto o que a él le baje la regla.
Chávez ya no levanta cabeza. Ni los babalaos cubanos, ni los vuduistas haitianos, ni Pedro Carreño con sus métodos marialiónzicos, ni el gurú hindú que se trajo Nicolás Maduro para Caracas, pueden arreglar esta debacle. Solo para darles una idea: la tierrita que se trajeron de Ecuador como representando a Manuela Saénz tendrá mayor legitimidad que lo que va a quedar de Hugo Chávez en el corto plazo. Hablo de su representatividad política, avisado. No de desaparición física, que eso está en manos de Dios.
El nerviosismo de tener a Esteban Dido allí, incrustado en la cueva, fue demasiado para el equipo. El manager no se atrevía a dar señas sin pedirle autorización previa a Chávez. Y, mientras este proceso de autorización estaba en marcha, ya las chinas habían anotadso una, dos, tres carreras.
Y así, otro fracaso más para la revolución. Se le pudrió la comida, se le hundió la gabarra, se le cayó el bahareque, se le llenó de petróleo el lago, las chinas le ganaron a nuestro equipo.
Chávez es pavoso, ya eso está plenamente comprobado. Pero el tipo está obligando a los analistas a revisar todas las teorías sobre la pava. Se pensaba que la pava era un efluvio, un aire misterioso. No, parece evidente que la pava que acompaña a Chávez es él mismo, es su presencia, son sus palabras, es su cara rechoncha y sudorosa. De ser un ganador, hace algunos años, ha devenido en perdedor. No gana una, todos se rien de él, todos le dan la espalda, hasta Oliver Stone le juega una mala pasada al promover la entrevista con la BBC donde le dieron hasta por el cielo de la boca.
Ahora, se comenta, está tratando de ir a Sur Africa a participar de alguna manera en el cierre del torneo mundial de futból. Y está dispuesto a pagar, con nuestro dinero, lo que sea necesario. Ya lo hizo en las grandes ligas del beisból hace unos años, produciendo una debacle en los Mets de Nueva York, de la cual estos pobres muchachos aún no se han recuperado.
Si Chávez pone sus piés en Africa del Sur vendrá un colapso en aquél país: se muere Mandela, hay un terremoto, Al Qaeda explota una bomba en un estadio, cualquier vaina trágica ocurre. Porque el tipo es pavoso. Maradona está rezando para que no vaya, so pena de que a Messi le de un infarto o que a él le baje la regla.
Chávez ya no levanta cabeza. Ni los babalaos cubanos, ni los vuduistas haitianos, ni Pedro Carreño con sus métodos marialiónzicos, ni el gurú hindú que se trajo Nicolás Maduro para Caracas, pueden arreglar esta debacle. Solo para darles una idea: la tierrita que se trajeron de Ecuador como representando a Manuela Saénz tendrá mayor legitimidad que lo que va a quedar de Hugo Chávez en el corto plazo. Hablo de su representatividad política, avisado. No de desaparición física, que eso está en manos de Dios.
Ya puede decirse que Chàvez, en sentido LITERAL, ha MANIPULADO a Bolìvar.
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