VENEPIRAMIDES
jueves 28 de octubre de 2010
El FBI tiende sus redes sobre la organización criminal de chantaje y extorsión dirigida desde la CNV
Era un secreto a voces. Si no querías que intervinieran tu Casa de Bolsa o Sociedad de Corretaje había que pagar vacuna. Si te negabas, te intervenían. Y una vez intervenido tenías que pagar vacuna o te acordaban la liquidación. Y en la liquidación estabas muerto porque el Liquidador sólo responde al Superintendente Nacional de Valores, que se paga y se da el vuelto, y nunca verías un centavo. El crimen perfecto. Por si fuera poco, el secuestrador (también llamado "Interventor" en la jerga de la CNV) de una Sociedad de Corretaje le recordó a sus rehenes: "Si no pagan, con la nueva Ley de Mercado de Valores les puedo intervenir a sus empresas relacionadas, dominadas, dominantes e inclusive hasta a ustedes mismos. Si no me crees habla con Herman: no pagó, lo montamos y lo jodimos"
Muchos pagaron a los inspectores e Interventores. Pero otros se negaron al chantaje y a la extorsión, y ahí están, jodidos, a merced de una banda de chantajistas y ladrones amparados detrás de una designación del Superintendente Nacional de Valores publicada en Gaceta Oficial. Una patente de corso para el atropello y el despojo.
Pero cometieron un error táctico. Pensaron que su inmunidad llegaba al Norte, y que sus víctimas, ansiosas de resolver sus problemas, serían receptivas a sus ofertas y promesas de perdón venal.
Ahí cayó Rafael Horacio Ramos de la Rosa, confidente de Tomás Sánchez, su mentor y socio. Directo a las garras del FBI, que en una operación encubierta grabó para la posteridad y el bochorno nacional las promesas del salvoconducto de Tomás a cambio de una módica suma a su fondo de retiro. Pero más importante aún, determinó el destino de los pagos hechos y por hacerse en los Estados Unidos, Panamá y las Islas Caimán. Y las cuentas bancarias destinatarias de los pagos no eran sólo de Rafael Horacio Ramos de la Rosa, sino de peces más gordos.
Pero eso es sólo la punta del Iceberg: en las redes hay muchos más peces que aún nadan y están por recogerse. La lista de nombres es abultada. Y se abulta más con sus testaferros, “asesores” y adláteres: William Grillet, Edgar Márquez, Víctor Moreira, Henry Flores, Ramón Ramos, Joel Uret, Nahuimar Castillo, Miguel Salas, Félix Franco, Juan Sequera, Maritza Mosquera, Adriana Grillet, Francisco Alvarez, Orangel Godoy, Winston Mejías y Hernán Sánchez, entre muchos otros. Y por su puesto, el pez más gordo de todos, Tomás Sánchez, filmado y grabado con las manos en la masa en la tierra del capitalismo salvaje: viajó al imperio en varias ocasiones y participó en reuniones con sus víctimas, no precisamente para pedirles que se pusieran a derecho. Y es que aunque Tomás aduzca que los Interventores no son funcionarios públicos, la realidad es que sólo él los designa, los dirige, supervisa y decide el destino de todo el que se niegue a pagar su precio. En metálico.
Los Estados Unidos, donde se refugiaron Eligio Cedeño y Gabriel Osío, y desde donde articulan sus defensas y ofensivas, son receptivos a radiografiar esta red de corrupción. Los bancos, en todas las jurisdicciones en las que los Estados Unidos tienen influencia, están alertas a la detección de los movimientos sospechosos de dinero. Y es que al final todo movimiento financiero se inicia en la órbita del dólar o del euro, y desde allí lo rastrean a su destino final.
Y la pesquisa no termina allí; continúa con las negativas o revocatorias de visas americanas, y con la advertencia a los bancos de que son responsables de todo movimiento en las cuentas de las sociedades ilegalmente intervenidas, y de la eventual legitimación de capitales que los “Interventores” hagan con los fondos de sus víctimas. Y frente a este legítimo temor las cuentas permanecerán congeladas.
Y, finalmente, frente al riesgo recientemente aumentado de Venezuela como jurisdicción para el lavado de dinero procedente del narcotráfico, el terrorismo y la corrupción, la OFAC (Office of Foreign Asset Control) se apresta a incluir en sus obituarios financieros a esta larga lista de criminales que serían dignos destinatarios del RICO Act (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act) si sus crímenes se cometen en suelo americano. Uncle Sam wants you!
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