domingo, 14 de noviembre de 2010
Editorial: Insurgir contra el narcoestado
EDITORIAL
Insurgir Contra el Narcoestado
Un editorial reciente de la prestigiosa publicación virtual http://www.analitica.com/ se titula “La Destrucción del País”. La opinión pública venezolana está hablando de manera explícita sobre lo que es una realidad: la ruina y prostitución de la sociedad venezolana a manos de un régimen inepto, corrupto y hamponil que ha acelerado su ritmo destructor.
Todos los índices internacionales, así como nuestra realidad objetiva, lo muestran y demuestran. Los muertos a las manos del hampa, la corrupción galopante, el despilfarro de los bienes nacionales, la agresividad y persecución desatada contra la ciudadanía, el colapso del sistema industrial y agrícola del país, la entrega al castrismo cubano de una buena parte de nuestra soberanía, los múltiples crímenes contra la propiedad privada. Y, sí: la consolidación de un narcoestado en el cual los máximos niveles de autoridad son miembros directivos de la mafia.
Ya nadie puede llamarse a engaño. Venezuela es un narcoestado. Un General en Jefe recién promovido por el presidente de la república está claramente indiciado, desde 2008, como aliado del narcotráfico internacional por un país donde las autoridades si funcionan. Algunos funcionarios públicos han apoyado abiertamente este acto hamponil, como es el caso de la invertebrada Asamblea Nacional. Otros funcionarios guardan silencio, pensando, erroneamente, que mañana podrán mostrar una buena excusa para su cobardía: contralor, magistrados, defensora del pueblo, ministros, presidentes de empresas del estado, fiscal general, embajadores de Chávez. Todos se han convertido, en virtud de su silencio y pasiva aceptación, en parte integral del narcoestado.
Ante este estado de cosas el venezolano digno, decente, civilizado, no tiene otra alternativa que la insurgencia y la protesta. Una sociedad no puede ser humillada sin pelear, porque la pasiva aceptación de la humillación los convierte en esclavos. No podemos seguir aceptando una violación pasivamente. Hay que luchar con palabras, y hasta con palos y piedras porque estamos perdiendo el país y el respeto por nosotros mismos.
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