miércoles, 29 de diciembre de 2010

Adiós al embajador del dictador

Una de sus tareas fue llevar a Venezuela a la gente de TransAfrica Forum para que prendiese el fuego del resemtimiento racial en una Venezuela donde ello no existía como problema social. Aquí está con sus directivos Bill Fletcher y Harry Belafonte. El otro directivo, Danny Glover, le quitaría $18 millones a Chávez para hacer una película que nunca hizo.
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Sr. Alvarez Herrera:
Por lo que leo en la prensa usted tendrá que irse pronto de Estados Unidos, tierra de libertades, donde usted representaba los intereses del dictador venezolano Hugo Chávez Frías y donde siempre pudo escribir sin trabas en la prensa más importante del país, dando su versión rosada, no apta para diabéticos, de la situación venezolana. En esos escritos publicados en el Washington Post y en otros grandes diarios del norte se permitía usted criticar acidamente a los funcionarios del gobierno del país anfitrión, sin que nadie lo censurara jamás. Por su parte, el presidente Bush o el Obama jamás se refirieron a usted o a sus comentarios, para criticarlos o defenderse de ellos.

Ese tratamiento dado a usted por el gobierno de los Estados Unidos, civilizadamente desdeñoso, siempre contrastó dramaticamente con el rosario de insultos que el patán que tiene usted por jefe utilizaba semanalmente para hablar del presidente, la secretaria de estado y, en general, del pueblo del país con cuyos dólares el grosero dictador financia su revolución. Su jefe tiene por hábito insultar a quien le da de comer, lo cual demuestra su baja calidad moral y, además, su estupidez.

Durante los años que usted estuvo en los Estados Unidos asistió a numerosos eventos públicos, como voz del dictador. A pesar de que usted es de una familia burguesa, un producto del pasado que su jefe tanto detesta, usted abjuró de ese pasado para entregarse en cuerpo y alma a cantar las loas de la revolución. Para hacerlo, vendió su dignidad, guardó silencio cómplice ante los abusos de poder y las pachotadas de su jefe, el dictador. Que triste debe ser para un hombre formado en libertad y democracia desempeñar el papel de amanuense de un déspota, sin estar intimamente convencido de que apoyaba una causa justa! Ni siquiera tengo la necesidad de preguntarle cual ha sido su motivo, todos lo sabemos.

En esas apariciones públicas tuve la oportunidad de retarlo varias veces a debatir abiertamente conmigo sobre nuestras visones tan diferentes de nuestro país. Usted siempre se negó. En eventos planificados para Harvard y para American University usted canceló. En Howard University y en el Diálogo Interamericano, sitios donde lo confronté, usted sacó el cuerpo. No le interesaba esta confrontación abierta, libre y sin posibilidad alguna de supercherías de su parte, aunque mis credenciales eran más que suficientes para ir a un debate con usted sobre la situación política, social, económica y energética de nuestro país. Bueno, ya eso no será posible porque usted se me va con la cabuya en la pata.

Usted fué un excelente embajador….de Chávez. Eso es innegable. Conociendo como opera la torva mente de su jefe es probable que lo recompense con la misión diplomática en Harare o en Pyongyang, creyendo que le hace una distinción. Pero usted se va a sentir muy triste, porque usted no está hecho para vivir en el tercer mundo totalitario. Usted es un revolucionario de salón, de París, Londres, Madrid y Washington, ciudades donde se puede vivir como gran burgués pretendiendo ser un ascético revolucionario.

Madrid? Fíjese que esa embajada está vacante. Guíndese!

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