domingo, 26 de diciembre de 2010
CAP, 1922-2010: la muerte de varios hombres
Con el fallecimiento de Carlos Andrés Pérez el día de ayer mueren varios hombres. El CAP de la Fundación Ayacucho, de las nacionalizaciones del petróleo y del hierro, de los intentos serios de modernización del país, de meritorias actitudes democráticas y de una manera pro-activa de hacer política, el CAP clase media y de familia tradicional. Pero, también el CAP del Sierra Nevada, de la gran locura que probó ser la Gran Venezuela, el compañero de Cecilia Matos, el condonador de la deuda agrícola, el tercermundista incorregible y asomado de los No Alineados y del Sur Sur. Con CAP mueren varios hombres.
Millones de venezolanos fuímos directamente o indirectamente tocados por la vida de este hombre tan prural. En mi caso apenas conversé dos veces con él, una en un avión rumbo a Nueva York, cuando él me explicó por qué me habia nombrado miembro de la primera Junta Directiva de Petróleos de Venezuela, sin conocerme personalmente y en contra de las recomendaciones de su apreciado Ministro de Energía y Petróleo, Valentín Hernández Acosta. La otra fue en su despacho, durante la segunda presidencia, cuando me llamó – a instancias de un joven miembro de su gabinete - para ofrecerme trabajar con su gobierno y luego se arrepintió por haber recibido un escrito hecho por mí sobre la situación de suciedad de Caracas durante los primeros meses de su segundo mandato. Durante esos dos breves contactos pude darme una idea de lo complejo de su personalidad, alternativamente generosa y mezquina, intuitiva y astuta. En una ocasión, hace muchos años, escribí un artículo sobre CAP donde terminaba preguntando: el verdadero CAP que se pare, por favor.
Un día que iba a Nueva York la aeromoza de la línea aérea estaodunidense me trajo un papelito del ya ex-Presidente Pérez, quien viajaba en primera clase, invitándome a almorzar. Eran los días en que la separación entre primera clase y clase turística aún no se ejercía con tanta fuerza. Me senté a su lado y pude almorzar y conversar, por primera vez, con el ya ex-presidente. Me contó como había insistido con Valentín Hernández para que me incluyera en la primera junta directiva de PDVSA. “Me gustó la manera como usted actuó durante el proceso de discusión de la nacionalización”, me dijo. “Sobretodo su actuación durante la excelente reunión que tuvimos con ustedes en Miraflores” (400 técnicos petroleros venezolanos se reunieron con CAP y su gabinete en Muraflores, el 12 de Enero de 1975 y le hicieron una presentación de dos horas sobre el estado de la industria y los asuntos que deberían considerarse patra una nacionalización eficiente). “El Ministro Hernández Acosta se opuso tenazmente porque usted era un petrolero activo y habíamos convenido en no llevar a la primera junta a nadie que estuviera en la industria en el momento”, añadió.
Le agradecí mucho a CAP esa distinción durante esa oportunidad de conversar con él por primera vez en mi vida. Tuvimos un agradable almuerzo y, luego, volví a mi silla de turista cuando el avión comenzó a descender en Nueva York.
La segunda y última vez ocurrió cuando me llamó a su despacho para preguntarme sobre mis planes y si tendría algun deseo de colaborar con su gobierno. Me preguntó en que área pensaría yo que podría ser útil y me sugirió ser ministro de Turismo. Yo le expliqué que sobre turismo no tenía idea y que me interesaba más el campo de los organismos del estado que se encontraban en muy mala situación. Me pidió un ejemplo y le dije: El Seguro Social. Como resultado de esa conversación salí practicamente nombrado como presidente de ese monstruo corrupto y desorganizado. Así lo leí al día siguiente en la primera página de El Universal. Sin embargo, pasaron los días y el nombramiento nunca se concretó, para gran alegría de mi esposa. Ella se preocupó mucho porque el sueldo del presidente del organismo Bs 45.000 al mes, era menor de lo que yo estaba pagando en alquiler en ese momento. Lo que hizo al presidente cambiar de idea fue la protesta del sector sindical, cuyo representante le llevó a CAP un escrito en el cual yo hablaba en términos muy críticos de la suciedad que había notado en Caracas a mi regreso del exterior. Ese escrito, según los sindicalistas, probaba que yo era un enemigo del gobierno. Y hasta allí llegó mi nombramiento. De la que me salvé!!!
Mis contactos personales con CAP fueron civilizados y amables y me permitieron tener de él una visión benigna, en lo personal. Sin embargo nunca pude perdonarle sus monumentales errores de la Gran Venezuela, aquél intento a lo Mao Tse Tung y su Gran Salto Adelante de convertir un país pequeño en una potencia industrial de la noche a la mañana. Sus sueños de grandeza tercer mundista llevaron a Venezuela a la debacle financiera, justamente cuando había recibido los mayores ingresos de su historia. Aquello fue como si en coctel todos los asistentes y el bartender se hubiesen emborrachado. Luego, durante su segunda presidencia, quiso remendar sus desaciertos e hizo oscilar el péndulo hasta el otro extremo, en un loable intento de modernizar nuestros sistemas administrativos y financieros. Sin embargo, CAP no había sido elegido por los nostálgicos de su primera presidencia para hacer esto, sino para que condujera al país a otro quinquenio de bonanza material. Ello era imposible, ello era un deseo absurdo de repetir una bonanza petrolera como la de la década de 1970 cuando la situación del país no lo permitía. CAP se equivocó la primera vez y, luego, cuando trató de corregir su rumbo, el país no lo dejó. La ostentación de su “coronación” fué de mál gusto y el “caracazo” fué la puntilla. Su forzosa salida de la presidencia por razones aún no enteramente evaluadas constituye una de las mayores tragedias políticas venezolanas y abrió el camino para las noches de horrorosa pesadilla que llegarían después con el siniestro paracaidista.
Siento su muerte física, fuí personalmente beneficiado por sus decisiones, lo combatí a nivel político e institucional. CAP fué una de las tres figuras políticas venezolanas más importantes del siglo XX, junto a Rómulo Betancourt y Rafaél Caldera. Desde hoy ha entrado en nuestra historia. Quizás, como el CID, aún pueda pueda ganar batallas después de su desaparición física.
CAP fue un presidente insigne a nivel latinoamericano. Con los paises centroamericanos en particular, el siempre se comporto mas que como un vecino responzable y respetuoso, como un hermano mayor y en varias instancias hasta como un padre, tanto asi que por si irrestricto apoyo al proceso democratico en Nicaragua, esto sirvio como pretexto para que sus detractores lo removieran de la Presidencia. Con su partida la democracia a nivel mundial esta de luto y C.A. en particular porque pierde a un gran amigo. Don Gustavo que triste contrastes el de la patria de Bolivar, cuna de estadistas gigantes como Romulo Betancourth y CAP ahora en poder de este analfabestia, megacorrupto, cobarde y falaz del Hugo Chavez, que no contento con haber destruido el presente de millones de Venezolanos al igual que sus socios genocidas de la dictadura Cubana esta haciendo hasta lo imposible por destruirles y dejarles hipotecado tambien su futuro, por su ideotez y megalomania.
ResponderEliminar