Hugo Chávez y Lina Ron: que par de locos!

No es que queramos ofender a nadie, es que sus declaraciones son una ofensa al pueblo venezolano. Hugo Chávez acaba de decir que “NO. Yo no tengo doce años en el poder. Recuerden que Pedro Carmona tuvo dos días, que Diosdado Cabello seis horas y Willian Lara una hora en la presidencia”.

Mientras tanto Lina Ron dice en una entrevista a Quinto Día que “si Hugo Chávez pierde las elecciones echo plomo”.

Este par de locos son una excelente muestra de la degeneración que ha sufrido la sociedad venezolana.. La Ron es inofensiva en su locura, ya que no tiene autoridad alguna ni está manejando recursos del estado (que yo sepa). Pero el otro loco nos hace inmenso daño porque él es el único que da órdenes en nuestro pobre país. Yo nunca pensé que sería posible que Venezuela fuera manejada a su total discreción por un loco. Gómez no era loco sino apenas un rústico, con la sabiduría del campesino. Nunca cantó rancheras en público ni habló de sus problemas gastrointestinales en cadena radial. Casi no hablaba, mientras que este loco no puede callar. Con su demencial desparpajo él mismo lo confiesa: “No puedo estar sin hablar”. Cuando un niño en su inocente audacia (ciertamente no podría ser hijo de Carlos Escarrá) le pregunta: “Por qué tu hablas tanto?”, el orate responde: “Porque estudio mucho!”, algo que corrobora su locura, porque el estudio no ha sido nunca uno de sus puntos fuertes.

Más aún, el personaje confunde la lectura caótica con el estudio, lectura que ha contribuído a sus desajustes mentales y que lo lleva a decir los más solemnes disparates sobre la aparición del hombre sobre la tierra (hace 2000 años, no es verdad?) y sobre los procesos genéticos (soy igualito a una mosca, Diosdado, te la voy a poner bombita)., sin que la respetuosa audiencia se atreva a contradecirle, porque hasta allí les llegaría el bozal de arepas.

Hugo Chávez, y Lina Ron hubieran sido fuertes candidatos a Charenton., el establecimiento que alojó por doce años a un histórico loco, el Marqués de Sade.

Doce años? Que coincidencia!