lunes, 2 de mayo de 2011
Viendo Beisból
Vidal López!
Mi esposa y yo somos fanáticos del beisból. No siempre nos agradan los mismos equipos pero coincidimos con los Tigres de Detroit y con los Medias Blancas de Chicago. Ninguno de los dos lo está haciendo bien este año (ni tampoco los años anteriores). Pero los seguimos debido, esencialmente, a la presencia de jugadores venezolanos en Detroit y a la presencia del manager venezolano Guillén en Chicago.
Disfrutamos de un “abono” televisivo (unos $130 por toda la temporada), mediante el cual podemos elegir entre media docena o más de juegos diarios y podemos viajar con el control remoto del uno al otro, a fin de ver varios juegos a la vez. Mi padre hubiera disfrutado mucho de esto, porque fué él quien me enseñó a amar el beisból. Me llevaba a los juegos en Caracas, en el estadio de San Agustín, donde ví jugar a Vidal López, a Roy Welmaker, a Roy Campanella, a Jim Pendleton, a Marvin Williams, a Sam Nahem, a Julio Bracho, a Redondo Benítez, a Cocaína García ( quien calentaba lanzando una pelota de plomo), a Valentín Arévalo (quien lanzaba para la goma y se agachaba porque lo que le bateaban era pura candela) y a muchos otros maravillosos jugadores. Estoy hablando del beisból de Venezuela desde 1939 en adelante, cuando me llevaron por primera vez a San Agustín. Después del juego íbamos a almorzar en el restaurant cercano de Jaime Vivas, a comernos un sancocho de gallina, antes de regresar a Los Teques.
Tiempo después me iría a trabajar al Zulia y alli vería en acción a los Aparicio y a tantos otros peloteros zulianos de leyenda.
Lo que iba a decir, me salí por la tangente de los recuerdos, es que hay mucho que me maravilla y apenas dos o tres cositas que me irritan sobremanera del beisból de hoy en las Grandes Ligas. Me maravillan los estadios, los fanáticos que acuden en familia, lo fácil que es entrar y salir en minutos de los sitios, a pesar de que hayan 50.000 personas (salir del Universitario cuando hay 10.000 personas a veces tarda horas), la técnica del juego moderno, las estadísticas que permiten seguir toda la trayectoria de cada jugador, el esmero con el cual cada ciudad promociona su equipo. Han hecho del beisból un maravilloso espectáculo.
Pero me irrita mucho;
1. El hábito que se ha instaurado de darle un pelotazo al bateador del equipo contrario, en represalia de lo que le hicieron a uno de su equipo, o para que “no se pegue mucho al plato”.Y me irrita aún más que ello sea mandado por el manager del equipo y sea aplaudido por parte de los asistentes y que, hasta los comentaristas de TV, lo celebren. Pegarle un pelotazo a un ser humano a propósito es una salvajada inexcusable, es poco deportivo. Besiból es beisból y boxeo es boxeo. Creo firmemente que si el lanzador le pega un pelotazo a un bateador, debería ir hasta el plato a pedirle excusas, en lugar de sonreirse como el gato que se comió el canario.
2. La moda traída al beisból por los jugadores del Caribe, esa de usar unas cadenotas, escapularios, amuletos y toda clase de guilindajos que le traigan buena suerte, convirtiendo la práctica del deporte en una especie de sucursal del vuduísmo. Más absurda aún es la costumbre de persinarse cada vez que van a batear o que entran o salen del montículo. Esa persinadera es detestable y abarata la práctica religiosa, llevándola al terreno de la superstición de los ignorantes. Apenas ayer Domingo ví al lanzador de un equipo, a quien le habían dado mas palo que una gata ladrona, salir del montículo persinándose, como si lo hubiera hecho muy bien ( o, quizás, en acción de gracias por haber salido vivo de la masacre). En mi opinión estos gestos deberían ser prohibidos por ser expresión de un tercer mundismo galopante.
Aparte de eso y aparte del hecho de que, en el estadio, un perro caliente ya está costando $6 y una cerveza $4, seguimos disfrutando del beisból. Estoy pensado seriamente en comprar dos asientos de estadio, de esos que vienen con sus números en la espalda, para instalarlos en en nuestro apartamento, frente al televisor.
En casa los perros calientes y las cervezas nos salen mucho más económicos!
Gustavo,
ResponderEliminarEn estadium UCV ya ni siquiera es bueno ir a curiosear. Yo no voy desde hace mucho tiempo (cuando fui por vez ultima vi muchas peleas y suciedad), ni hablar de las colas para comprar las entradas y las cosas que uno ve.
Los asaltos son muy frecuentes, con motorizados armados y violentos. La inseguridad en Caracas es detestable, hace poquito un estudiante salio de su clase en trasbordo y fue una victima mas del hampa desatada.
La ciudad esta oscura y te enteras de cosas horribles. La novia de mi hijastro (ambos viven en Caracas), en zona de las palmas fue victima de un "escolta" anoche. Le choco su carrito (una cafeterita vieja) con una camionetota de un ministerio y cuando le reclamo el sujeto le mostro una pistola.
Esta bien lo del plan para ver beisbol: Si te sale en 130, eso viene siendo poco mas de mil bolivares de los dizque "fuertes", o sea, que te equivale a dos almuerzos para dos personas en un restaurant tipo 3 en Caracas, como puede ser cualquiera en la popular zona de La Candelaria (azotada por el hampa igualmente).
Yo soy de la epoca de Marcano Trillo, Baudilio Diaz (QEPD) etc.
ResponderEliminarTenia un amigo fanatico de los Tiburones, y simpre que jugaban los Leones contra los Tiburones ibamos juntos. Existia una apuesta permanente entre nosotros: Carrera anotada por el equipo contrario significaba una cerveza para el otro.
No recuerdo bien que paso un dia que la pizzarra quedo 10x9, pero creo que la pasamos bien!!