Una reflexión sobre promesas electorales

Henrique Capriles, mi candidato presidencial, comentó que no tiene pautada la privatización de Pdvsa. Por el contrario, dijo: “ la idea es fortalecer la industria estatal y desarrollar un programa de diversificación de la producción. … Así, se utilizaría el petróleo como una palanca para impulsar la economía, pero distanciándola de la dependencia exclusiva del crudo… Según nos dicen algunos amigos de Pdvsa, la producción diaria de petróleo ronda los 2.400.000 barriles, y nuestra meta es que en 6 años estemos en 6 millones de barriles cada día. No vamos a desconocer los convenios internacionales, pero no le vamos a regalar nuestro petróleo a nadie".
En este breve párrafo, mi candidato hace tres promesas de manera espontánea, sin que nadie le esté preguntando: no privatizar PDVSA,  aumentar la producción a 6 millones de barriles al día y no desconocer los convenios internacionales.

Y me pregunto: quien le estaba obligando a prometer esto? No hubiera sido más sensato decir algo así: “La situación actual de PDVSA es caótica y no puede continuar así. Nosotros actuaremos con decisión para corregir las graves anomalías de corrupción, ineptitud gerencial y entrega de nuestros recursos petroleros a otros países que existen hoy…. Nos enfocaremos en la mision de producir y comercializar eficientemente los hidrocarburos…. El dinero petrolero irá a programas bien concebidos de salud, educación e infraestructura para el beneficio de toda la nación… toda acción específica sobre PDVSA debe esperar una auditoria organizacional, técnica y financiera de la empresa, la cual sera llevada a cabo durante las primeras semanas de mi gobierno…. Sobre esa base tomaremos las decisiones que más convengan al país”….  

Prometer sin saber si es posible o deseable cumplir con la promesa es una estrategia equivocada.

Por ejemplo, no privatizar PDVSA.

Hoy en día ya PDVSA está significativamente privatizada  pero de una manera ineficiente. Se permite que empresas extranjeras que no saben como producir y mejorar petróleos pesados tengan el 40 por ciento del control del petróleo de la Faja, mientras les exigen el 100 por ciento de las inversiones y cambian las reglas del juego a cada rato.

Nadie va a invertir así. Habrá que llamar a las empesas que si saben del negocio, habrá que pensar en nuevas modalidades de asociación que pueden ir desde la concesión hasta la empresa mixta o el contrato de servicio, sin autocolocarnos una chaqueta de fuerza ideologica,  sin aferrarnos a dogmas “religiosos”.

Producir seis millones de barriles dentro de seis años, por su parte, significaría aumentar la producción en unos cuatro millones de barriles al día. Poco probable, a menos que haya una privatización masiva en la Faja.  

Respetar convenios internacionales?  Los que sean respetables. Hay unos que no lo son, como el Fondo Chino o, en tono menor pero no menos trágico, el patrocinio de Pastor Maldonado. Esos hay que denunciarlos. Mejor no hacer promesas en este sentido.

 Vamos por los mismos caminos del funesto populismo adecopeyano, exacerbado por Hugo Chávez. Tenemos que cambiar actitudes y paradigmas. Si no, es más de lo mismo. Y nunca saldremos del hueco.