Venezuela: país sin héroes ciudadanos

Casey Stengel, en el National Portrait Gallery, Washington

Venezuela es un país con una aguda escasez de héroes ciudadanos. Todo país necesita héroes ciudadanos que hagan a su sociedad sentirse orgullosa.

Y no es por qué carecemos de materia prima de buena calidad. Se trata de que no son reconocidos, apreciados o venerados como tales. Una visita a Lisboa me conmovió mucho, porque pude ver la veneración que los portugueses sienten por sus intelectuales. Las estatuas de poetas y novelistas abundan tanto o más que las estatuas de gente de guerra o de política. Me encantó sentarme a tomarme un café al lado de una bella figura en bronce de Fernando de Pessoa.

Tormarse un café con Fernando de Pessoa es posible en Lisboa.

Lo mismo en los Estados Unidos. En este país hay veneración por sus ciudadanos ilustres. A pesar de ser una nación guerrera y haber estado involucrada en una media docena de grandes conflictos bélicos, el país tiene espacio y tiempo para reconocer a sus héroes civiles, sean culturales, deportivos o científicos. No es un país donde solo se adoran los hombres de a caballo, aunque si se veneran los soldados pequeños, quienes dieron sus vidas por la patria. No hay general estadounidense alguno quien tenga un recuerdo tan poderoso en la conciencia estadounidense como la pared de Vietnam en Washington, con miles de nombres de los soldados quienes dieron sus vidas en esa guerra. Y cerca de la pared de Vietnam la estatua más hermosa que existe en la capital estadounidense está dedicada a… Albert Einstein. 

Tienen medallas para poetas laureados, avenidas hermosas que llevan el nombre de novelistas, inmensos estadios de beisból que guardan en cada uno de sus rincones el recuerdo de los grandes atletas: Ruth, Gehrig, Aaron,Musial, Williams. En todas partes existe el recuerdo, la admiración, el respeto por los hombres y mujeres que en las diversas actividades de la vida en comunidad dieron lustre al gentilicio.  En la maravillosa  galeria de retratos de Washington, coexistiendo con retratos de los presidentes de los Estados Unidos,  hay una bella escultura, casi tamaño natural…. de Casey Stengel (verla arriba).

Anhelo ver una Venezuela llena de muestras de reconocimiento hacia los venezolanos que la han honrado con sus vidas impecables. No creo que, en esa Venezuela, sería necesario llegar al aeropuerto Simón Bolívar, viajar por la Avenida Bolivar, pasar por la Plaza Bolivar y escuchar un concierto de la Orquesta Simón Bolívar en la Universidad Simón Bolívar. Quizá llegaríamos al Aeropuerto Isaías Medina Angarita, viajaríamos a Caracas por la Autopista Jesús Soto, admiraríamos las torres del Centro Rómulo Gallegos y podríamos disfrutar de un concierto de la Orquesta Filarmónica “Antonio Estévez” en el Teatro  “Vicente Emilio Sojo”.  Uso estos ilustres nombres solo a título de ejemplo. Los nombres ilustres abundan y todo lo que planteo es que los venezolanos no debemos reducirnos a adorar un solo nombre, sobre todo si esa adoración ha sido adulterada vilmente para fines politicos por un grupo de hampones como los que tenemos hoy en día en el poder. Es necesario denunciar ante el mundo que el nombre de Simón Bolívar ha sido prostituído por Hugo Chávez para sus fines mezquinos y, al hacerlo, ha contribuído a su contaminación con el desastre actual. El abuso del nombre de Bolívar por la pandilla chavista ha llevado a millones de venezolanos a pensar, en su ignorancia, que Bolívar simboliza la mierda que Chávez ha sembrado en el país.

La veneración por el héroe ciudadano nos haría un mejor país, formaría modelos realmente dignos de  ser imitados por nuestros jóvenes 

Las universidades venezolanas  se llamarían Ärturo Uslar Pietri", “Mariano Picón Salas”, “Miguél Otero Silva”o “Mario Briceño Iragorry”. Los nombres de  Andrés Eloy Blanco,  Alejandro Otero, Evencio Castellanos,  Inocente Carreño, Andrés Galarraga,  Vidal López,  “Morochito Rodríguez”, Luis Aparicio, serían dados a plazas y edificios del país. Tendríamos una gran Avenida llamada “Enrique Tejera” en Valencia intersectando la Avenida “ Arnoldo Gabaldón”, las cuales nos llevarían al Centro Médico  “Pastor Oropeza” y al Centro de Gerencia Hospitalaria “Leopoldo García Maldonado”, en justo reconocimiento a esos grandes sanitaristas venezolanos, de quienes regimenes como el actual no se acuerdan porque prefieren usar el nombre de terroristas y asesinos para bautizar los activos nacionales.

Son centenares, si no miles, los nombres de héroes venezolanos que debemos honrar, a fin de que ello nos produzca el necesario nivel de orgullo que haría possible nuestro crecimiento como nación. De otra manera, Venezuela no va pá el baile. Este es un tema que merece discusión porque concierne a nuestra alma venezolana.