En el capítulo 1 de mi novela: “El petróleo viene de la Luna” dije lo
siguiente:
"La historia del petróleo en
Venezuela es un gran mural, producto de la labor
de múltiples artistas. Es un desfile de héroes y villanos que asombraría
a la inmensa mayoría de nuestros compatriotas si la conocieran a fondo,
acostumbrados como estamos a pensar que todos los buenos son de
aquí y todos los malos son de “allá.” En ese inmenso mural veríamos
los rostros de Deterding y Rockefeller, de Ralph Arnold y de Guillermo
Zuloaga, de Gumersindo Torres, Manuel Antonio Pulido, Enrique Jorge
Aguerrevere, Enrique Tejera, Virgil Winkler, Juan Pablo Pérez Alfonzo,
Manuel Egaña, Luis Plaz Bruzual, Konrad Habicht, Rubén Sader Pérez,
John De Sisto, Otto Renz, Manuel Pérez Guerrero, Rómulo Betancourt,
Alberto Quirós, Guillermo Rodríguez Eraso, Karl Dallmus, Arturo Uslar
Pietri, Siro Vásquez, Rafael Alfonzo Ravard, gigantes acompañados por
miles de actores secundarios pero no por ello menos importantes, quienes
asistieron al nacimiento de la industria y la llevaron al primer lugar de
importancia en el país y a uno de los primeros lugares en el cuadro de las
industrias petroleras del mundo.
de múltiples artistas. Es un desfile de héroes y villanos que asombraría
a la inmensa mayoría de nuestros compatriotas si la conocieran a fondo,
acostumbrados como estamos a pensar que todos los buenos son de
aquí y todos los malos son de “allá.” En ese inmenso mural veríamos
los rostros de Deterding y Rockefeller, de Ralph Arnold y de Guillermo
Zuloaga, de Gumersindo Torres, Manuel Antonio Pulido, Enrique Jorge
Aguerrevere, Enrique Tejera, Virgil Winkler, Juan Pablo Pérez Alfonzo,
Manuel Egaña, Luis Plaz Bruzual, Konrad Habicht, Rubén Sader Pérez,
John De Sisto, Otto Renz, Manuel Pérez Guerrero, Rómulo Betancourt,
Alberto Quirós, Guillermo Rodríguez Eraso, Karl Dallmus, Arturo Uslar
Pietri, Siro Vásquez, Rafael Alfonzo Ravard, gigantes acompañados por
miles de actores secundarios pero no por ello menos importantes, quienes
asistieron al nacimiento de la industria y la llevaron al primer lugar de
importancia en el país y a uno de los primeros lugares en el cuadro de las
industrias petroleras del mundo.
Uno de esos gigantes, el geólogo Guillermo Rodríguez Eraso, acaba de
fallecer. Guillermo nació en Chucán. Edo.
Miranda, Venezuela,el 24 de noviembre de
1923. Hizo sus estudios de
Primaria y de Secundaria en el Colegio San Ignacio de Caracas. Se graduó de Geólogo en la Universidad Central de
Venezuela en Octubre de 1945, ingresando de inmediato en la Creóle
Petroleum Corporation. Realizó estudios de Post-Graduado en la Universidad de
Stanford hasta alcanzar el título de Master
en Ciencias.
En Creole comenzó como
Geólogo de Campo, luego fué Geólogo de Investigación, de Reservas y
otras posiciones técnicas de cada vez mayor importancia. Ascendió en la empresa
hasta llegar a ser Vicepresidente de Creole Petroleum Corporation y, después de
la nacionalización, Presidente de Lagoven, posición que conservó hasta el
momento de su jubilación.
Tuve bastante contacto con Guillermo, sobre todo después
de la nacionalización. Antes de eso Creole y Shell (donde yo trabajaba) eran
grandes rivales, tenían filosofías corporativas muy diferentes y, como el
aceite y el vinagre, eran difíciles de mezclar. Esa rivalidad se minimizó
cuando, durante el gran debate que precedió a la “nacionalización” los gerentes
y técnicos de ambas empresas supeditaron esa rivalidad al propósito común de
lograr un proceso libre de traumas y lo más beneficioso posible para el país.
Después de la nacionalización trabajé muy estrchamente
con Guillermo y otros presidentes de filiales en la racionalización que llevó
las 15 empresas operadoras originales a cuatro, en ese primer momento. Allí
pude calibrar la estatura de aquel hombre. Sus lúcidos memos sobre el proceso,
sus intervenciones en las discusiones, su liderazgo, fueron esenciales para
llegar al maravilloso resultado obtenido, una racionalización operacional y corporativa
sin “muertos o heridos”. La personalidad
cordial, culta y respetuosa de Guillermo fue fundamental para la obtención de
ese resultado.
El Guillermo Rodríguez Eraso que siempre recordaré (hasta que yo también deba ausentarme) era un
gran caballero, de maneras naturalmente finas en su sencillez. Tenía una
sonrisa fácil con la cual desarmaba tensiones o situaciones incómodas en las
reuniones en las cuales participaba. Era un gran conciliador y ello lo hizo
particularmente útil durante la difícil transición de la industria concesionaria
a la industria en control del Estado. Guillermo era miembro de una clase social
venezolana que hoy en día es resentida por el régimen pero toda su vida fue un
gran ejemplo de como esa clase puede ser puesta al servicio de la nación. La
contribución de Guillermo Rodriguez Eraso al progreso de la nación está
documentada en sus años de servicio en la industria petrolera, años en los cuales
esa industria fué manejada con pulcritud y eficiencia.
Guillermo podía ser duro. En una visita de la directiva
de PDVSA y el General Rafael Alfonzo a Paraguaná el grupo vió la refinería de
Amuay, reluciente, y la de Cardón un tanto deficiente en su aspecto estético,
no necesariamente operacional. En el viaje de regreso a Caracas, Guillermo no
cesó de pegarle banderillas a Alberto Quirós, el presidente de Maraven. Alberto
me llamó muy golpeado, yo me estaba encargando de la refinería de Cardón por un
tiempo, y de allí salió un programa de mejoramiento de las instalaciones en
Cardón que coincidió con el mejor año en la historia de la refinería hasta ese
momento.
En otra ocasión Guillermo nos visitó en Maraven (en el bello
Edificio La Estancia), donde estábamos celebrando algo, no recuerdo que. En su
entusiasmo los empleados habían adornado las paredes con mucho papel dorado.
Guillermo llegó y vió aquello y Alberto, intuyendo su desaprobación, le dijo: “Bueno,
tu sabes que hasta un 20 % de cursilería es aceptable, Guillermo”. Y Guillermo le respondió, secamente: “Pero aquí hay bastante más de eso, Alberto”.
Se nos ha ido Guillermo. Tuvo una larga vida, casi
noventa años. Pero fue parte tan íntima de nuestra historia petrolera que su
partida, a cualquiera edad, es dolorosa. Como gerente y como notable geólogo,
Guillermo regresa a la naturaleza en forma de diamante. Lo certifico yo, apenas
un cuarzo en nuestra mineralogía petrolera.
Una buena persona, profesional disciplinado, cordial y dedicado al país no a Cuba ni a Nicaragua ni a Uruguay. A Venezuela. En la industria hace falta muchísima gente así. RIP.
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