No poseemos una encuestadora.
Somos observadores de la situación venezolana en todos sus diversos aspectos:
social, financiero, industrial, politico y geopolítico. Nuestras observaciones
no son estadísticas, sino de naturaleza empírica, para tratar de lograr una
visión dinámica e integral del país. Diría que estamos tratando de tomar el pulso al país. Podemos
equivocarnos pero, a diferencia de algunas de las encuestadoras que andan por allí, no le
cobramos a nadie para decir lo que ellos quieran que digamos.
Lo que estamos viendo es absolutamente fascinante. En base al record
fotográfico, testimonial, directo, en tiempo real, de lo que sucede en la
escena venezolana , el candidato Capriles está desarrollando una de las
campañas presidenciales más sensacionales que se recuerden en la historia
política latinoamericana. Nosotros estuvimos en El Salvador cuando Violeta
Chamorro ganó las elecciones. Asistimos a la victoria que terminó, al menos
temporalmente, con la hegemonía del PRI en México. Hemos sido testigos del
resurgimiento de la democracia civilista en el hemisferio. Ahora, en Venezuela,
estamos oliendo, percibiendo, detectando, intuyendo, el surgimiento de un
verdadero tsunami politico que eleva a un joven politico venezolano a niveles
emocionantes de aceptación popular.
Este es un proceso que no tiene un componente racional. Una y otra vez
hemos constatado que la elecciones, aun en los países más desarrollados tienen
un componente emocional decisivo. Detalles como el maquillaje defectuoso usado
por un candidato para un debate televisado (Nixon) pueden decidir el resultado final de una
elección. Lo que está sucediendo en Venezuela enfatiza este componente
emocional en grado superlativo.
Y doble. Por un lado está la creciente aceptacion emocional de Henrique
Capriles por el pueblo, la cual se constata a diario, en las fotos y video de
sus visitas a los sitios más remotos del país o a las grandes ciudades. Pero
por otro se palpa el creciente divorcio emocional del candidato oficialista con
el pueblo. Sus visitas de campaña son pobremente concurridas, hay reclamos
airados en su contra de sectores que anteriormente lo apoyaban y su discurso se
ha tornado defensivo y doblemente violento, como sucedió en Carabobo
recientemente. Su más reciente error ha sido el producir una propaganda que lo
muestra como alguien que no él. En las
fotos y vallas aparece joven y atlético, cuando el país lo ve cansado, hinchado
y enfermo. En cierta forma ha designado a un fantasma como su representante en
la campaña. Ello tiende a agudizar su proceso de divorcio emocional con el pueblo.
Como ha logrado Capriles ganar aceptación a todos los niveles de la
sociedad venezolana? Hay varias razones. Creemos que su discurso ha llegado poque
ha logrado ser popular sin ser populista.
Su actitud comedida frente a las destemplanzas de la otra parte se han
constituído en una lección de madurez frente a la destemplanza del candidato
oficialista. Lo decisivo, sin embargo, parece ser su genuina entrega a la
campaña, su presencia personal en los lugares más apartados de nuestra
geografía. Ello ha sido una demostración de verdadero interés por hacer contacto
con el pueblo. Como en las demás cosas de la vida el ejemplo es superior a las
palabras. En el hogar los hijos aprenden
en base a lo que ven hacer a los padres, más que en las prédicas. Lo que el pueblo venezolano está
experimentando es una creciente relación personal con Capriles, no ya con el
otro candidato.
Hace años el candidato oficialista desarrolló una relación similar con
el pueblo, lo hizo protagonista de la sociedad. Ese fue su momento de éxito. Al
correr de los años este acercamiento al pueblo se tornó de positivo en negativo,
se basó más y más en el odio hacia las clases sociales medias. Su inclusión de
los pobres, acto inicial positivo, se
convirtió en la exclusión de los que no lo eran. Sin lograr resolver el
problema de los pobres el candidato oficialista creó nuevos problemas para las clases
medias.
El resultado ha sido trágico. La sociedad venezolana está dividida y
ello le impide al país su progreso. La estrategia divisiva del candidato
oficialista es un doloroso fracaso. Ya todos los venezolanos lo comprenden o lo
intuyen y voltean los ojos hacia quien ha mostrado disposición para sanar heridas, insprirar al
país a trabajar unido y dejar de lado la siembra del odio corrosivo. Por ello
es que los eventos del candidato
oficialista convocan ya a poca gente. El país está cansado de ese discurso, de
sus promesas locas, de sus impúdicas mentiras.
Ya se divisa un ganador en la batalla por la emoción. Ese ganador deberá
crear en el país una nueva atmósfera en la cual el optimismo, la esperanza y la
confianza reemplazen el reino del odio y del terror.
Es simplemente que el pueblo está harto. No es ni siquiera Capriles, quien para ser honestos, tiene un discurso más bien pobretón. Lo ayudan su juventud y que le está echando, como se dice en criollo, un camión de bolas.
ResponderEliminarES HARTAZGO. Es el típico proceso de VOTO CASTIGO. No tanto un voto por sino un aplastante VOTO EN CONTRA
Si se siguen haciendo las cosas bien, se avizora un aplastante triunfo de la oposición, indispensable, además, para darle piso de respaldo a un gobierno que se va a encontrar un país destruido
Añadido: Los especialistas en las campañas de propaganda, así como en publicidad, descubrieron hace décadas que la pulsión emocional es la fundamental.
ResponderEliminarLastimosamente, porque eso ha instalado el estilo de hacer política que ha traido incumplimiento (1), demagogia y populismo. Ojalá las campañas fueran máss modestas, de discusión, de debate de ideas y programas
(1) Y ese incumplimiento constante causó la debacle de sistemas polìticos y/o de partidos politicos. Ejemplo de lo primero: Venezuela. Ejemplo de lo segundo: La DC italiana y AD y COPEI.