La vida humana se divide, segun
Erickson (E. Erickson, “Identity and the Lifecycle”, 1959), en ocho etapas de
desarrollo:
Etapa Areas psicosociales críticas
I.
Infancia
confianza y desconfianza
II.
Primera infancia autonomía y duda
III.
Edad de juegos iniciativas y sentimientos de culpa
IV.
Escuela primaria Esfuerzo
y sentimientos de inferioridad
V.
Adolescencia Identidad precisa o difusa
VI.
Joven adulto Intimidad y aislamiento
VII.
Vida adulta Producción y
estancamiento
VIII.
Edad Madura Integridad y
desesperanza
Esta division
no toma en cuenta lo que pudiera ser una novena etapa, post-madura (para no
llamarla senil), en la cual el ser humano no se resigna a arrinconarse sino que
prosigue su desarrollo y sus intentos de hacer aportes a la sociedad. No existe
todavía, que sepamos, una clara teoría médica o psicológica de la edad
post-madura, quizá porque el número de personas de 78 o más años de edad es relativamente bajo para recibir la misma
atención que reciben grupos más jóvenes. Pero lo cierto es que quienes estamos
en esa etapa ya hemos advertido que la vida activa no termina a los 80 años,
que a los 80 años se posee una visión de futuro. Más aun, es possible afirmar
que el grupo de esta edad es, potencialmente, de gran utilidad para la
sociedad.
Por qué lo creo
así? Porque ya tengo unos 40 años con
hipertension arterial pero nunca he estado enfermo, excepto una que otra gripe
y las eruptivas típicas de la infancia. Nunca he pasado una noche hospitalizado
desde que a los cuatro años me operaron de las amigdalas y ello requería
anestesia total, el horrible éter, y la estadía en el hospital por un día. Lo
que deseo decir con esto es que la vejez no tiene por qué ser sinónimo de
enfermedad. Se puede ser hipertenso o diabético y sentir bienestar. Y ahora
también se sabe es que la vejez no lleva aparejada inevitablemente la depresion.
Por ello es que
prefiero una clasificación de la vida adulta como la presentada por el Dr. Gene D. Cohen (“The
Creative Age: awakening human potential in the second half of life”, 2000), la
cual describe cuatro etapas, así:
1. La
etapa de re-evaluación en el adulto medio, 40- a 60 años de edad.
En esta etapa el
individuo se explora introspectivamente, tiende a re-evaluar su vida y a buscar
energías nuevas para seguir adelante. Se pregunta cual es el significado de su
vida;
2. La
etapa de la liberación en el adulto, 50-70 años.
Una etapa en la
cual el individuo se siente cargado de energía creativa y siente, al mismo
tiempo, una mayor sensación de libertad interior para expresarse. En Venezuela
se diría que “se suelta el moño”. El individuo se pregunta: si no ahora,
cuando? Se siente satisfecho consigo mismo. Más cercano al retiro piensa que
entonces tendrá tiempo de hacer algo nuevo.
3. La
etapa del resúmen, 60 a 80 años
Una etapa en la
cual aparece en el individuo un gran deseo de encontrar el significado de su
vida a través de un proceso de ver hacia atrás, hacer un balance y comenzar a
darle a los demás algo de lo que ha recibido. Se convierte en defensor de la
tradición y aspira a traspasarlos frutos de su experiencia acumulada. Puede
intentar escribir sus memorias o emprender actividades comunitarias para servir
a los demás.
4. La
Etapa del “Encore”, del Bis, 78 años hasta el final de la vida.
En esta etapa el
individuo trata de reafirmar los grandes temas de su vida y, al mismo tiempo, buscar variaciones sobre esos temas. Puede desear
hacer un declaración final, un gran gesto que sorprenda. Cree llegado el
momento de hacer el gran balance, perdonar
enemigos , convertirse en factor aglutinador de la familia (como en la
celebración de sus ochenta años) y mostrarse como ejemplo a los que vendrán
atrás. En Inglés se habla de “dot all the i’s and cross all the t’s”. Esta es una fase con un gran potencial
creativo. La septuagenaria Anais Nin lo vió así y escribió en esta etapa sus
siete volúmenes de memorias. Dijo: “Llegó el día en que el riesgo de permanecer
cerrada en el capullo era mayor que el riesgo de florecer”. Esta etapa del Bis
permite florecer y crear, una etapa en la cual el individuo lucha contra la
inminente oscuridad, sin quitarse las
botas (como se lo aconseja Dylan Thomas: “Do not go gentle into that good
night”).
Por ello digo
que este es un grupo etario que no cree en el chinchorro, con el cual la nación
puede y debe contar, porque permanece en la primera línea de batalla por el
mejoramiento de la sociedad.
Que lindo Gustavo sólo quiero recordarte que sigo esperando la continuación de la novela, estás en deuda con tus lectores.... Dios te siga dando vida y salud para sigas escribiendo. Saludos a Marianela y a los muchachos.
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