El beisból es parte de la vida

Vidal López, el muchachote de Barlovento

  En mi niñez, en la década de los 40, comencé a tener conciencia del deporte llamado beisból. A los siete años fuí al primer partido del beisból organizado, en el estadio San Agustín, una estructura de madera un tanto precaria. Ni siquiera recuerdo que equipos jugaban,. Creo que el Vargas era uno. Tengo una vaga memoria del lanzador cubano Cocaína García,  calentando con una pelota de hierro, muy cerca de donde  estábamos sentados, hablando con su receptor. Le decía: “Devuélveme la pelota rápido”.

 Mi mejor recuerdo de ese evento fue la comida después del juego, antes de nuestro regreso a Los Teques,  en el restaurant de Jaime Vivas. La figura del beisból que más recuerdo en esta primera etapa de mi enamoramiento con este deporte es esa de Cocaína.

 En mi adolescencia, 1940 a 1950, me convertí en un experto en cuanto a los equipos y los individuos. Había comenzado libros de recortes sobre mis jugadores favoritos:  Jim Pendleton, Marvin Williams, Benítez Redondo, Luis Aparicio padre. Pero, sobre todo, Vidal López, el muchachote de Barlovento. López lanzaba y bateaba. Su “swing” era algo para un museo de bellas artes. Ese fue mi ídolo de la adolescencia.

Durante la década de 1960  mi ídolo en el beisbol fué Alfonso Carrasquel. Lo ví jugar en USA, cuando me fui a estudiar a ese país. En este periodo llegó a la gran carpa Luisito Aparicio. Había visto jugar al padre y, al principio, no me pareció que el hijo pudiera comparársele. Sin embargo, Luisito llegó al Hall de la Fama debido a su rendimiento año trás año. Hizo lo que su padre no pudo hacer por tenerle terror a los aviones.  Además siempre fué, como Vizquél después, un gran caballero.

Entre los 70 y los 80 dejé de seguir el beisból, al menos con la misma intensidad de antaño. Le pegué cachitos con el boxeo y hasta hice viajes expresos par ir a ver una pelea en Boston o en Valencia (pega Betulio, cruza Betulio.... se cayó Betulio!!).

 Regresé a ser fanático del beisból en los 90 atraído por el juego de Andrés Galarraga, quien poseía una rara combinación de talento deportivo y carisma personal. Su dramática carrera tuvo altibajos pero siempre pareció emerger triunfante de la adversidad. En especial su gran momento con Colorado, el título de bateo en ambas ligas, .370, fue un logro monumental. Era la época en la cual yo pasaba un mál día si Galarraga se iba en blanco. Inmadurez? Si. Pero, así era (y es)  la cosa.

En el siglo XXI mi ídolo ha sido Miguél Cabrera. Está en la línea de los grandes swings, desde Vidal, pasando por Benítez Redondo hasta  Galarraga. Cabrera va camino al Hall de la fama.

Y por allí, ayer mismo, ha aparecido una especie de clon de Cabrera, un joven de 21 años llamado Avisaíl García, quien no es maracucho, a pesar de su nombre sino de Anzoategui. Este joven es la imagen de Cabrera cuando este llegó a las grandes ligas. Va ser grande.

El beisból es parte de la vida.  “Take me out to the ball game…..” y  “Magallanes será campeón”….