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He
venido sosteniendo con total seriedad y en ejercicio de mi condición ciudadana que Hugo Chávez Frías revela perturbaciones mentales serias,
las cuales le imposibilitan para optar a la presidencia de nuestro país.
Debemos poner esta situación en perspectiva. Diógenes Escalante fue eliminado de
consideración presidencial en la década de 1940 porque alegó que le habían
robado unas camisas en el Hotel “Avila”. Pero a Hugo Chávez Frías se le permite
optar a la presidencia del país en el siglo XXI, a pesar de decir, por ejemplo,
que “de su triunfo electoral depende el futuro de la humanidad”. En la época
del internet no es necesario ser un psiquiatra o siquiera un psicólogo para
enterarse de lo que una declaración así significa. Quien observe al “candidato”
podrá reconocer que sufre de una obsesion por controlarlo todo, de delirios de
grandeza, de una distorsionada idea de su importancia y de su poder, de una
creencia patológica en su superioridad, la cual es - a su vez – el producto de una sobre
compensación de sus más íntimos complejos de inferioridad. Las pruebas para identificar esta aflicción no son particularmente
difíciles de hacer (si el paciente se deja) y frecuentemente se relacionan con
el uso de alguna droga, ya sea como adicción o por necesidad médica. Este
síndrome se conoce como Megalomanía y, aunque ya es de por sí bastante serio,
es apenas una expresión de afliciones aun más serias de naturaleza paranoide. Pero hasta aquí llegamos, porque el análisis de esta psicopatología si es
territorio reservado a los especialistas.
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Cuanta
muerte, cuanta destrucción y dolor para la humanidad hubiesen podido evitarse
si enfermos mentales como Stalin, Pol
Pot, Mao o Hitler hubiesen tenido cerca especialistas de coraje? Y así, en tono menor quizás, pero muy
similar, hubiese sido el caso en nuestro país si especialistas como Edmundo
Chirinos o Jorge Rodríguez no hubiesen vendido sus almas al diablo (de Barinas)
y actuado con responsabilidad profesional.
Lo
de Hugo Chávez Frías no es nuevo. El paciente ha venido mostrando serias
señales de demencia desde hace años. Ya lo advirtió Jorge Olavarría en su
discurso del 5 de Julio d 1999: “los venezolanos que hoy y ahora tenemos alguna responsabilidad,
debemos tener, hoy y ahora, el valor y la decisión que se necesitan para
enfrentarse a la orgía de insensatez demencial que nos empuja hacia
atrás”. Se referia Olavarría a los ya evidentes desvarios contenidos en
la carta que el paciente enviara a la Corte Suprema de Justicia, la cual
terminaba así:
“El Estado investido de
soberanía, en el exterior solo tiene iguales, pero la justicia internacional no
alcanza a quienes, por centrifugados, tendrían que ser mutilados (Ratzel;
McKinder). Esas son las razones por las cuales el Jefe de Estado conduce, en
soledad, la política exterior y, en soledad, es el Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas Nacionales. Inmerso en un peligroso escenario de Causas
Generales que dominan el planeta (Montesquieu; Darwin), debo confirmar ante la
Honorabilísima Corte Suprema de Justicia el Principio de la exclusividad presidencial en la conducción del
Estado”.
Este párrafo lleno de
referencias pseudo filosóficas y pseudo científicas terminaba con una
declaración francamente totalitaria, golpista y hubiera sido suficiente para agarrar al
paciente, ponerle una camisa de fuerza y conducirlo de inmediato a un centro de
reclusion de esos que llaman manicomios. El agudo observador que fué Olavarría así
lo comprendió claramente, después de haber sido engañado por algun tiempo por
el talento histriónico del perturbado. Y lo denunció ante todo un país
paralizado por el miedo reverencial.
Pero no sería esta carta
la única manifestación demencial. En 2006 el paciente dijo: [en caso de una invasion
de los Estados Unidos] “no nos
quedaría más alternativa, volar nuestros propios campos petroleros..",
informó AP. Ver . http://noticias.eluniversal.com/2006/04/20/pol_art_20106B.shtml
. Como Alec Guiness en “El Puente sobre el Río Kwai” este lunático estaba
dispuesto a la auto-mutilación a fin de satisfacer sus demonios personales.
Idéntica amenaza hizo (y cumplió parcialmente) uno de sus hermanos en la
paranoia, Sadam Hussein, cuando prendió fuego a pozos petroleros en el
desierto. El paciente Chávez Frías, en otra manifestación de demencia, siempre
ha pensado que Venezuela es de él y que, después de él, no hay nada más. Esta
es una mente enferma que no vacilaría en destruír nuestras instalaciones
petroleras para servir sus mezquinos propósitos.
Huelgan mayores
ejemplos de su aflicción. Al acercarnos al 7 de octubre, sabido ya que nadie le
pondrá el cascabel al perturbado gato, quedará en manos de nosotros los
venezolanos la enorme responsabilidad de sacar a un loco a Miraflores.
En 3 Palabras como siempre: Agudo, Presiso, Exquisito.
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