Creían ustedes que en esta telenovela
de amor y de dolor que se ha desarrollado en Venezuela podia estar ausente la
voz romántica, sentimental, del jilguero de Macaira, Julián Isaías Rodríguez?
Nooooo.
El místico venezolano, Julián
Isaías (de la Cruz?) Rodríguez nos narra su encuentro telepático con el ectoplasma
del difunto. Emocionado, con voz entrecortada por la emoción y ojos abogatados
de tanto llorar, Julían Isaías nos describe el conmovedor suceso:
“Terminé de arreglar el lugar [en Roma] pasada la medianoche.
El personal que me acompañaba me dijo
que abriera el libro de condolencias. Entonces escribí “querido comandante” y “querido Hugo” pero ahí se apagó la luz. Y no era un problema de Corpoelec. Era la llamada del difunto. Dije: “Me quedé
pendiente porque pudiera ser que la luz se fuera en la zona en esta época que
hace frío y se consume mucha electricidad… Espero y la luz no vuelve. Me volteo
y veo a tres de mis funcionarios atrás con las manos en la boca y los ojos
abiertos. ‘¿Qué pasa? ¿Quién apagó la luz?’, les pregunto. Ahí me dicen
‘Estábamos aquí esperándolo y vimos cómo la luz se apagó y aquí donde estamos
nosotros la luz está encendida”, contó Rodríguez. Hubo que encender de nuevo la
luz con el switch” (que es general mente la manera de encender la luz,
Julián!)
El espiritual Julián Isaías ha tenido otras experiencias
similares. La del testigo del asesinato de Anderson, por ejemplo, a quien vió a
los ojos, le leyó el alma y supo que era de confiar (luego se probó que era un
malandro). Julián dice: “He tenido con Chávez una comunicación
permanente desde que fue presidente. Me sorprendió pero me alegró” (?).
Nuestro meritorio embajador en Italia (que habrán
hecho los italianos para merecer ese castigo?) dice estar seguro “de que
él [Chávez] realmente se estaba despidiendo de mí. La amistad que había entre
nosotros era de tal magnitud que eso es perfectamente posible”, una amistad
que lo ha llevado a tener siempre los mejores cambures del
régimen.
Lo mismo, agrega, “Me pasó
con papá en una operación de apendicitis. También se me apareció. Me dijo hola
hijo y se desapareció.
Rodríguez le escribió una carta a Chávez para
despedirse: “Me llamabas tu hermano y
podías ser mi padre. Eres el padre de todo”. Lea, abjo, la carta, eso sí, con acompañamiento de tango.
Debo advertirle a Julián , eso sí, que el difunto
no era el padre de todo o todos. El mío no era.
El diplomático dijo que le “encantaría volver a tener un contacto” con Chávez como el que tuvo
después de su muerte. En ese caso, sabe bien lo que le diría: “Presidente, me hubiera querido despedir de
usted personalmente”.
Y yo le digo: No se preocupe, Julián, que usted se
lo va encontrar uno de estos días.
Mi querido
Comandante
Quién iba a creer que algún día te saludaría desde el libro de
condolencias?
Me enseñaste a luchar y a vencer. Y a entender esto de la
Segunda Independencia.
Me llamabas tu hermano y podías ser mi padre. Eres el padre de
todo. Es cierto, las revoluciones las hacen los pueblos y la historia. Pero en
algún momento fuiste el padre de todo. Así, como eres el hijo de todo, del
pueblo y de la historia.
Mi querido Comandante! ¡Mi querido Hugo! Te voy a extrañar. Te vamos a extrañar. No
te vamos a esconder, diremos siempre ¡Presente! Cuando nos convoques desde
cualquier lugar. Y te seremos leales.
Contigo, la lealtad es una palabra nueva. La creaste con otro
nombre. Ahora se llama “Soberanía” y es una palabra fuertemente femenina. Como
la Constitución y la vida.
El cáncer y el dolor son masculinos. Tu parte masculina,
aprendió de la fortaleza femenina, como pueden construirse símbolos con la
muerte.
Hasta la victoria siempre! ¡Moriremos y venceremos!
Pa' echamelo con Yuca y Papitas al vapor..........que cosa mas cursi.
ResponderEliminarPiquijuye
Otro que cree en pendejadas o mas probablemente, se dio cuenta que cubrirse con el aura de Chavez puede darle beneficios politicos. A este la habla el espiritu de Chavez. ¡Que bolas!
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