Se robaba el home!
Eso de que todos los jugadores de
beisból en las Grandes Ligas , en sus juegos de hoy, lleven el número 42 en sus
camisetas me parece conmovedor. Los Estados Unidos tienen la bella costumbre de
ensalzar a sus heroes civiles. No todo es militar en el país. Al contrario,
abunda el reconocimiento a los atletas, artistas, maestros y activistas
comunitarios. Los héroes no andan todos a caballo o montados en tanques de guerra sino
que los hay en las aulas universitarias y en las arenas deportivas. Jackie
Robinson ha sido uno de los heroes más admirados por sus compatriotas, no solo por
sus proezas deportivas sino por su temple, por su coraje para enfrentar un
ambiente inicialmente adverso, el cual se fue transformando en admiración y
hasta en idolatría, hacia un hombre que
unió al país, que contribuyó poderosamente a derrumbar las barreras raciales.
En muchos sentidos Jackie Robinson le allanó el camino a Martin Luther King. Fue
de otra manera, en un ambiente diferente, pero quizás hasta más duro que el
que enfrentó en su momento King. Porque King tuvo seguidores pero Robinson
dió su batalla casi íngrimo y solo.
El gran país que es los Estados
Unidos le rinde homenaje a su héroe. Y los nietos de los activistas del Klu
Klu Klan se sienten hoy hermanados con sus compatriotas de color. En los hombros y las piernas de
Jackie Robinson los negros estadounidenses han adquirido la igualdad que King
soñó.
Cuando Branch Rickey eligió a Jackie Robinson para romper la barrera racial en las Grandes Ligas no lo hizo sólo por las cualidades del 42 sino especialmente por su personalidad. Rickey es la otra parte de esta bonita historia y debería ser siempre recordado.
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