Venezuela: arroz con mango ético

Valdimir Villegas: cuantas estrellas en su bandera?

Los últimos 15 años en Venezuela terminaron con los adversarios politicos, como los que existían antes. Las diferencias entre AD y COPEI o entre izquierdas y derechas eran como la de los magallaneros y caraquistas. Eran diferencias de salón, que existían durante cada partido o cada elección, después de lo cual todos se iban juntos a cenar.

El chavismo- castrista terminó con eso porque implantó en el país una dictadura basada en el odio racial y de clases. Mientras Gonzalo Barrios y el Negro Pérez Diaz podían tener diferencias, Leopoldo López y Diosdado Cabello son enemigos. Nadie se los imagina sentados en la misma mesa, partiendo el pan, dialogando cordialmente sobre sus diferencias. Y el día que los veamos juntos tendremos que sospechar que uno de los dos entregó sus banderas.

Esto es así porque entre el chavismo-castrista y la oposición democrática existe un abismo que no es asunto de preferencias sino asunto de principios. No puede haber diálogo entre el bien y el mal; entre la democracia y la dictadura; entre el patriotismo y el patrioterismo; entre la defensa de la nación y la  entrega de la nación a un país extranjero; entre el lenguaje civilizado y el lenguaje soez; entre la civilización y la barbarie.

 

Por ello no es fácil entender, mucho menos excusar, como hay venezolanos quienes saltan de un lado al otro como quien cambia de camisa. William Ojeda, Ricardo Sánchez, Herman Escarrá, Roy Chaderton y, sobre todo, el despreciable Francisco Arias Cárdenas, son algunos ejemplos de un mimetismo politico que va más allá de la epidermis para corroer el alma. Porque ello significa abandonar principios, si es que se tuvieron principios para comenzar.  

Ahora le toca a los hermanos Villegas nadar entre estas dos aguas. Uno, Ernesto, era un periodista de un diario conservador, muy moderado él, muy discreto él. Hoy es nada menos que el pequeño Goebels del régimen. Otro, Vladimir, fue embajador en México del sátrapa fallecido, de donde salió acusado de intervenir en los asuntos internos del país, así como fue director de la televisora del régimen.  Pero ahora Vladimir está  en la oposición. Con motive de su designación como Director de Globovisión ha tnido la mala suerte que Nicolás Maduro, uno de los principales responables del desastre que tenemos, un delincuente en ejercicio ilegítimo de la presidencia, lo llame su amigo, le diga que lo quiere mucho y lo invite publicamente a sumarse de nuevo a las filas de su régimen abusivo. Esta es la noticia:

ND.- El presidente Nicolás Maduro invitó a Vladimir Villegas a regresar a las filas bolivariana. Así lo dijo este lunes con relación al nuevo director de Globovisión y hermano del actual ministro de Información, Ernesto Villegas. "Vladimir es mi amigo, está en la oposición, pero es mi amigo, yo lo quiero mucho… Y agregó: "Pero bueno, ahí está en la oposición, yo lo respeto, no debería estar allá, porque realmente por su corazón, sus principios y su trayectoria debería estar aquí; vente para acá Vladimir, déjate de eso".

Arroz con mango

Esto no puede verse como una invitación a un Magallanero para que se pase para las filas del Caracas. Esta es una invitación a un hombre de principios para que los eche por la borda. Si esta invitación se la hiciera Maduro a Aveledo, sería incomprensible pero, en este caso, lo que Maduro le está diciendo a Villegas es que regrese  donde él estaba antes! Y este es el tipo de ambiguedad que tiene a Venezuela en los niveles inferiores del progreso. Hay demasiada “flexibilidad” en algunos corazones.

Por ejemplo, eso de “seguir siendo amigos”, que menciona Maduro. Como pueden ser amigos un amante de la libertad y el operador de un régimen dictatorial y abusivo? Yo puedo comprender que los dos hermanos Villegas se sigan “queriendo”, como posiblemente se querían los Escarrá, pero que dos personas que no son familia, situadas en trincheras que poseen valores y principios totalmente opuestos, se sigan “queriendo”, eso está más allá de mi capacidad de comprensión. Tendríamos que estar ante un drama pasional, lo cual no pensamos que sea el caso. Este es un asunto de ética personal.  

Rigidez? Algunos pensarán así. Pero, como se sienta uno en la misma mesa con un asesino,  un ladrón,  un déspota,  un mentiroso,  una persona cuyos principios han sido echados al cesto de la basura? Si uno lo hace, no  entrega todos los valores que ha acariciado toda la vida? No  lanza la brújula moral al vacío? No  borra de un golpe todo lo que sus padres y sus maestros le enseñaron? Acaso no comienza a parecerse al otro?  

La entrega de los principios convierte a quien los entrega en un cascarón vacío, en alguien cuya conducta moral se torna impredecible porque ya ha abandonado sus guías de acción ética. Esa persona entra a una tierra de nadie y deja de ser confiable para quienes si han mantenido la fidelidad a los principios.