En un planeta cada vez más pequeño gracias a
las comunicaciones podemos hablar, sin que ello sea blasfemia, de las patrias
del espíritu, es decir, de aquellos sitios en los cuales hemos ido dejando
pedazos del corazón. Por eso, puedo decir que tengo hasta seis patrias. Y
ninguna de ellas es Caracas, el sitio donde nací, a pesar de que lo hice en una
Catia amable, desaparecida ya hace mucho tiempo.
Mi primera patria, en órden
cronológico, es Los Teques. Allí pasé mi niñez y mi adolescencia, fuí feliz y siempre lo supe. El Parque Knopp, el Liceo
San José, las retretas dominicales en la plaza, los amigos con quienes filosofar
de madrugada por las calles llenas de neblina, la gran familia tequeña, como
olvidar aquella maravilla? De allí salí a estudiar un nuevo idioma en Nueva
York, en Enero de 1950 y apenas protegido contra el frío por una vieja bufanda
que había pertenecido a Arturo Michelena.
Mi segunda patria es Tulsa,
Oklahoma. Allí llegué a los 17 años, tímido y desgarbado y regresé a Venezuela
cuatro años después extrovertido, sabiendo ya quien era, graduado de geólogo y
lleno de entusiasmo por trabajar para mi país. Tulsa para mí fue un tesoro de
gente cordial, extraordinarios maestros, un sitio de descubrimientos sobre mí
mismo. A Tulsa regreso cada vez que puedo, en peregrinación agradecida y nostálgica.
Universidad de Tulsa
Mi tercera patria es Maracaibo. Encontré
una Venezuela totalmente original, divertidísima, con gente poseída por una
gran alegría de vivir. En Maracaibo encontré compañera para mi viaje hacia
Itaca (Ver poema de Kafavis de ese nombre) y allí nacieron mis tres hijos. En mi espíritu Maracaibo siempre relampaguea y anidan sus dulces y rítmicas danzas y las
canciones de Luis Laguna.
Mi cuarta patria es La Haya,
Holanda, donde pasé un año de luna de miel, recién casado, viajando los fines
de semana por Europa, aprendiendo de los holandeses el aprecio por los placeres
sencillos de la vida, admirando los pintores flamencos del museo Mauritshuis y
comiendo “rijstaffels” Indonesios en el Tempat Senang (todavía este restaurant
está en el mismo sitio donde lo vi por
primera vez, en 1959).
Mi quinta patria es Sabana del
Medio, cerca de Valencia, en Carabobo, donde tuve un hogar por diez años,
viviendo en el campo sin ser un campesino, tratando de construír mi Shangri-La.
Al final, ello no fue posible. Las vacas realengas se comieron nuestras flores
y los invasores promovidos por la revolución nos cercaron de miseria y de asaltos.
Allí dejamos 600 árboles frutales y ornamentales.
Siempre pienso en ellos como nietos.
Mi sexta patria es Washington DC.
Una de las capitales más hermosas del planeta, donde se puede vivir a minutos
del mayor centro de poder politico del mundo de manera bucólica, rodeado de
grandes árboles, parques y grandiosos museos y pudiendo elegir entre docenas de
conferencias de universidades y centros de estudios (think tanks) sobre temas
universales. Aquí he logrado vivir diez años sin ver una mosca o una cucaracha.
Seis patrias para alguien quien
dejó hace más de 60 años su hogar y parte de su corazón en una pequeña aldea
venezolana que ya no existe, al menos en su forma original. No está mál para un
tequeño de modestos orígenes.
Julio BarroetaLara, José Balbino
León, Luis Ayesta, Carlos Alberto Moros, Antonio Pasquali, Federico Escobar,
Germán Luna, Elio Mujica, Alí López Bosch, David Gonzalez Barreat, fueron
algunos de mis amigos de infancia y adolescencia de Los Teques. Con Antonio
Pasquali mantengo una estrecha amistad que ya tiene 65 años y sigue tan campante.
Todos ellos fueron o son grandes ciudadanos. Sería algo en el agua que
tomábamos o el aire que respirábamos en aquella Los Teques de encanto, lo que
nos dió impulso para tratar de volar lo más alto posible? Ojalá esa agua y ese
aire existan aun en nuestra Venezuela y que haya muchos jóvenes quienes la sigan
tomando y respirando, preparándose para ser ciudadanos del país civilizado que
debe aflorar algun día.
Ese es mi más ferviente deseo.
Parece mentira a lo que nos llevo el chavismo, dice Leonardo Padron hoy:
ResponderEliminar"En la prensa la noticia está allí como una prenda exótica: el abogado Juan Garantón propone que se prohíban las extensiones naturales de cabello para las mujeres. Para eso, interpone un recurso de amparo en un tribunal. Es una propuesta desesperada para contrarrestar otro absurdo: el robo de cabello a mujeres en las calles de Zulia. Días después, una criminóloga apunta que como el material anatómico es una “prolongación cutánea de la piel, que es el órgano más extenso del cuerpo” el crimen puede ser penalizado como tráfico de órganos y adjudicarle 30 años de cárcel al verdugo de cabelleras. Un marabino estilista asegura que si el cabello es virgen, si no posee trazo de algún tinte, podrá ser vendido en Colombia por un monto que va de 5.000 a 8.000 bolívares. “Las pirañas bachaquean el pelo de las mujeres”."
Aun asi es cierto lo que dices al final de tu estupenda reflexion, en teoria, aun se cuenta mucha gente que es todo lo contrario a esos valores.
Bello escrito. Conocí a Julio Barroeta, todo un caballero. ¿Qué fue de su vida?
ResponderEliminarMaldonado puesto 17 en Bélgica. Mala suerte la de este "gran deportista patrio".
ResponderEliminarLGS
No se de Julio Barroeta hace tiempo, aqunque he tratado de hacer contacto. Es uno de los venezolanos más cultos que he conocido y, además, de un sentido del humor inagotable
ResponderEliminarLe Agradezco se quede en su amada USA , es feliz y aqui no hace falta, escribe como quicenero SU HISTORIA es la de muchos venezolanos de la 4Ta que vivieron felices sin pensarn en los olvidados
ResponderEliminarPara el último anónimo: Tu comentario es típico de los acomplejados del regimen. Veo que hablamos dos idiomas diferentes. Yo hablé de patrias del espíritu, tu hablas de la pequeña miseria que tienes entre manos. Seguir hablando de la 4a república te identifica como muy ignorante y ciego seguidor de lo que el difunto llamó la 5a. república. No hay tales numeraciones, pobre anónimo. Lo que hay es una Venezuela en ruinas, aunque pienses que las limosnas recibidas del difunto te han sacado de la pobreza. De la pobreza no se sale sino a fuerza de educación, de empeño y de trabajo, no esperando que el taita te dé unos mendrugos cada día. Estudia, trabaja y algun día podrás salir del pantano chavo-castrista, Ojalá puedas educarte.
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