El valioso intelectual venezolano Ricardo J. Combellas, expone sus puntos
de vista sobre las recientes elecciones municipales, en artículo con ese título en El Universal de hoy. Lo hace de manera muy objetiva,
equilibrada y, en mi opinión, frecuentemente equivocada. Estos son mis
comentarios a su escrito.
Dice R.C. :
Primero: Ganó el pueblo venezolano. Fue una jornada cívica y pacífica. En
definitiva, cada quien depositó libremente su voto, independientemente de los
abusos del régimen y las carencias de autoridad del CNE, que empañaron
con su grosero ventajismo la campaña electoral.
Digo yo: Si Combellas acepta el grosero ventajismo del
régimen y la parcialización del CNE, con lo cual concuerdo totalmente, como puede
hablar de un triunfo del pueblo venezolano? Ir a votar en estas condiciones que él
describe
representa una derrota cívica, no un triunfo cívico.
Dice R.C.:
Segundo: No hubo el cacareado
plebiscito del que tanto habló Henrique Capriles. Muy por el contrario, se
ratificó sin ninguna clase de dudas la legitimidad del mandato del presidente
Maduro. En suma, de esta jornada sale fortalecido el Presidente y por supuesto
el régimen. Pero no es el caso disfrutar de los laureles. Sigue suscitando el
régimen un fuerte respaldo, pero la mitad del país es oposición. Gobernar sin
entender esta realidad constituye, para decir lo menos, un craso error.
Digo yo: Concuerdo con la observación de Combellas sobre
lo del plesbicito. Pero por ello mismo, y por consideraciones sobre la
naturaleza de la legitimidad que Combellas debería manejar mejor que yo por ser
un especialista en ese campo, difiero vigorosamente de su apreciación. Según Combellas,
Maduro se ha legitimado “sin ninguna clase de dudas”. Acaso la manera fraudulenta
como fue candidato y la manera
fraudulenta como fue elegido, mágicamente se borran de la memoria del pueblo
por obra y gracia de estas elecciones municipales que no constituyeron, como
Combellas mismo apunta, un plesbicito? Quiere
decir esto que ya no hay dudas sobre la
legitimidad de comportamiento de Maduro? Según Juan Linz: “La legitimidad
democrática se basa en la creencia de que para un país en concreto en una
coyuntura histórica dada, ningún otro tipo de régimen podría asegurar más éxito
en la tarea de perseguir objetivos colectivos”. Es eso lo que cree Combellas
sobre el gobierno de Maduro? En mi opinión Maduro es hoy tan ilegítimo hoy como
ayer, tanto en su origen como en su comportamiento.
Dice
R.C. :
Tercero: La oposición salió también fortalecida. Cierto que no fueron
alcanzadas las expectativas por algunos ilusos soñadas, pero se mantuvo el
grueso de la votación y se obtuvieron alcaldías de alto valor simbólico y
estratégico.
Digo yo: De acuerdo.
Dice R.C.:
Cuarto: Sobre el futuro de los liderazgos mi opinión es la siguiente:
Maduro se consolida como el líder del régimen. Ese liderazgo debe fortalecerlo,
dando ante la ciudadanía la efectiva sensación de autonomía de acción frente a
sus compañeros, y revelando su auténtico ser político, no cubierto
excesivamente por la rutinización del carisma del líder desaparecido. Sería
excesivo e injusto destacar la declinación del liderazgo de Capriles en la
oposición. Pero los errores en política se pagan caros, y pese a su
impulsividad muestra carencias que contestarán su liderazgo. Voluntad Popular
se ha consolidado como una pujante nueva fuerza política. Su líder, Leopoldo
López, dará mucho que hablar y tendrá mucho que decir en los tiempos por venir.
Digo yo: Respeto la opinión de Combellas en lo referente
al liderazgo, aunque pienso que Maduro no tiene con qué. Pero eso solo lo dirá
el futuro. Pienso, sí, que hay una grave omisión de Combellas al mencionar los
liderazgos emergentes: María Corina Machado. Pienso que Machado está en el mismo
nivel de liderazgo que Leopoldo y su mensaje de reafirmación democrática es,
quizás, el más vigoroso.
Dice R.C.:
Quinto: Al PSUV
le recomendaría democratizarse. Abrir sin miedo el debate político interno y
deshacerse de las imposiciones "militaristas" que le hacen tanto
daño. Además, debería ser más generoso con sus aliados, que no son comparsas
sino coautores en el hacer político de la pretendida revolución.
Digo yo: PSUV, en mi criterio, es un actor secundario y
no el protagonista que pareciera desprenderse de esta recomendación de
Combellas. En Venezuela mandan los cubanos, los militares y PDVSA, quizás en
ese orden. Y ninguno de ellos se va a “democratizar” porque ello significaría
su suicidio político. Se van a hundir con el régimen. PSUV es un ente artificial, sin ideología,
sin liderazgo claro y sin actividad partidista, excepto en tiempos de
elecciones, cuando aparece para esos fines.
Dice R.C.:
Sexto: En lo
que respecta a la oposición su gran logro es y será por mucho tiempo la unidad.
La unidad debe conservarla, pero no a costa de descuidar otras dimensiones de
la mayor relevancia. Pienso que debe ser más proactiva y menos reactiva frente
a las acciones y decisiones del régimen. Debe abandonar el electoralismo y el
excesivo partidismo, involucrándose más con las organizaciones democráticas de
la sociedad civil. Debe su organización y estilo de dirección ser más
horizontal y menos verticalista, en fin, creativamente novedosa. Su forma de
actuar y sus voceros nos recuerdan demasiado a la fenecida IV República.
Digo yo: Concuerdo, en general, con los comentarios de
Combellas . Lo he expresado de manera similar en mis escritos. Su comentario al
final del párrafo es poco bondadoso y es, además, un simple problema de
cronología. Todos los actores políticos actuales, con las pocas excepciones de
quienes tienen menos de 40 años, fueron parte de la llamada IV república,
inclusive Combellas.
Dice R.C :
Séptimo: Por último, last but not least, algunas palabras sobre el futuro
del régimen. El socialismo tiene la alternativa de ser autoritario o
democrático. El democrático implica en la modernidad el respeto al Estado
constitucional y sus valores superiores. No ha sido el régimen todo lo
respetuoso que debería ser con la carta fundamental. Demasiadas aristas
autoritarias integran su ser. Tener la valentía de eliminarlas y abrirse al
pluralismo político es la vocación abrumadoramente mayoritaria del pueblo que
se expresó el antepasado domingo. Cualquier otra alternativa, la senda
autoritaria que a algunos cautiva, sólo traerá consigo sangre, sudor y
lágrimas. Venezuela no se merece tan ominoso destino.
Digo yo: Tendríamos que comenzar por debatir sobre el apelativo
de socialista para este régimen. Muchos de sus componentes son claramente
fascistoides. Ciertamente no hay nada en
su estructura y comportamiento que pueda ofrecer ua esperanza de democratización,
a la manera del socialismo nórdico. Pienso
que la misión de los demócratas venezolanos no es la de recomendar democracia a
este régimen, una recomendación que va a un saco roto, sino confrontarlo con
todos los hierros. Combellas dice: “No ha sido el régimen todo lo respetuoso
que debería ser con la carta fundamental”. Esa selección del lenguaje, en su afán
de ser moderado, pasa a ser blandengue. Este régimen ha violado sistemática y
descaradamente la constitución (ver mi escrito: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2013/12/carta-iris-varela.html
, en mi blog). Hay que decirlo así.
El destino que no se merece Venezuela es el de ser
humillada y dominada por una pandilla de malandros como la que gobierna hoy el
país. Hay que insurgir.
¿Ese señor Combellas habla de las mismas eleciones que yo vivi?
ResponderEliminarCombellas es un HDP. Ni una sola referencia al principal problema POLITICO (en mayúsculas, los otros los tenemos muy presentes): acá no manda un venezolano, ni siquiera uno reencauchado; somos una colonia de Cuba. El verdadero presidente es el maricón Raúl Castro
ResponderEliminarAllí tenemos a Ucrania, peleando contra el gigantesco oso ruso, en la calle, porque no se los calan más. Nosotros, no decimos ni pío frente a quien nos domina, una miserable isla arruinada, vitrina única junto a Corea del Norte, de esa estupidez y ese crimen que es el comunismo. No joda...Hasta parece que nos lo merecemos, por ser la clase de gente en la que nos hemos convertido, una sociedad en disolución sin valores ni principios