Las cifras estimadas
por el acucioso analista de la energía, Nelson Hernández, muestran que desde
1914, año en el cual comenzó la etapa comercial de la explotación petrolera
hasta el día de hoy, Venezuela ha producido unos 68.000 millones de barriles de
este recurso y ha recibido una suma de
ingresos petroleros directos del órden de los $1,2 millones de millones. Este
ingreso ha sido asimétrico en el tiempo: desde 1914 hasta 1957, unos $20.000
millones; desde 1958 hasta 1998 unos $345.000 millones y desde 1999 hasta la
fecha, unos $806.000 millones. Ver artículo de Hernández: http://www.soberania.org/2014/06/27/100-anos-de-la-industria-petrolera-venezolana/
.
Ello significa, agrega
el analista, que en los últimos 15 años Venezuela ha recibido el 70 por ciento de
todo su ingreso petroleo. En otras palabras, desde Juan Vicente Gómez hasta Rafaél
Caldera (II) los gobiernos venezolanos recibieron un 30 por ciento de los
ingresos petroleros mientras que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro
han recibido el 70 por ciento de esos ingresos en apenas 15 años.
Cuando uno compara la
Venezuela no-chavista, 1914-1998, con la Venezuela chavista, 1999-2014, y toma en cuenta esta pronunciada asimetría de
ingresos, no es posible llegar a otra conclusión que estos 15 años han representado
un monumental fracaso nacional. Si alguien pudiera decir sin sonrojarse que
ahora la gente está mejor educada, mejor alimentada, mejor atendida en los
hospitales, se siente más segura y que la infraestructura física de la nación
ha sido remozada y fortalecida, tendríamos que aceptar, aun sin estar de
acuerdo con la ideología perversa del régimen, que Venezuela es hoy un mejor país.
Pero ese no es el caso.
Ya toda la comunidad internacional ve a Venezuela como un caso extremo de
despilfarro y desacierto en el manejo de la hacienda nacional y se espanta abiertamente
de la inmensa brecha que existe entre las bsurdas pretensiones hegemónicas del
régimen y la caótica realidad venezolana. Venezuela ha entrado en una pendiente de
degradación social, económica y política que posiblemente solo encuentra
paralelo con lo ocurrido en Corea del Norte o Zimbabue. Junto la degradación social hemos asistido a un
proceso de degradción moral y espiritual, de deterioro de nuestra calidad humana que nos aterra a quienes no
hemos sido embrutecidos por la diarrea de dinero y propaganda que han sido características
de los últimos 15 años.
Decimos esto porque
pareciera que todavía hay una oposición que piensa que este régimen es legítimo,
tanto de origen como de comportamiento y que la estrategia a seguir debe ser
una de jugar con guantes blancos, co-existir pacificmente con el gobierno y
tener paciencia para ir a elecciones bajo la supervisión del Consejo Nacional
Electoral y la “protección” de las
Fuerzas Armadas, instituciones que, todos sabemos, están podridas hasta el
tuétano. Para esta oposición lo que hemos
tenido durante los últimos 15 años ha sido, simplemente, un mal gobierno, al cual
hay que combatir dentro de las reglas civilizadas del torneo político que
existe, por ejemplo, en los países nórdicos, Chile o Costa Rica. Esta convicción
existe, especialmente, en el seno de la Mesa de Unidad Democrática, MUD y, las acciones que esa convicción han generado,
han conducido a la actual crisis de esta organización. Las estrategias de la
MUD más criticadas por los Venezolanos tienen
que ver con el diálogo al cual accedieron y con la posición desconsiderada que
han tomado algunos de sus representantes con quienes, en la oposición, han tomado
otro camino.
No se trata de catalogar
a los líderes de la MUD como traidores. Se trata de discrepar de sus estrategias.
En esa organización hay gente de todo nuestro aprecio, merecedor de respeto.
Algunos de sus miembros no la prestigian, como ha sido el caso de Ramón José Medina,
pero es indudable que, en el balance, ha
obtenido logros importantes.
Lo que si creemos es que
la estrategia de la oposición venezolana debe responder a la naturaleza
perversa y criminal del régimen. Este no es solo un mal gobierno sino el
culpable de un monumental desastre nacional, sin precedentes en nuestra historia, con la
posible excepción de la Guerra Federal. La tragedia no ha sido solo de políticas
públicas desacertadas, auqnue de eso hay bastante, sino de toda una filosofía perversa sobre que hacer con Venezuela
y con los venezolanos, una filosofía de la degradación, del pillaje y de la
desverguenza.
Sin embargo, un líder de la MUD, Roberto Enriquez, dice hoy lo
siguiente (El Universal, Domingo 3 de Agosto):
“ Así como le escribimos a Diosdado, nos retratamos con María Corina. Rescatar la unidad es rescatar el pacto social de garantías y derechos establecido en la Constitución. Han satanizado a Diosdado y lo que él representa, cuando todos ellos van a ser necesarios para garantizar la gobernabilidad de la unidad nacional….”.
“ Así como le escribimos a Diosdado, nos retratamos con María Corina. Rescatar la unidad es rescatar el pacto social de garantías y derechos establecido en la Constitución. Han satanizado a Diosdado y lo que él representa, cuando todos ellos van a ser necesarios para garantizar la gobernabilidad de la unidad nacional….”.
Esto, en mi opinión, es confundirse en el pantano con los saurios
del régimen. Después de un tiempo en el chapoteo los saurios y los opositores
se llegan a parecer.
Un pueblo cuyo arrodillamiento total a los cubanos es un pueblo que perdio totalmente la brujula. Un plan orquestado por Castro en 1991 y que lamentablemente Ochoa Antich y Santeliz apoyaron.
ResponderEliminarSi el regimen sea legitimo o no?
ResponderEliminarY si se robaron otras elecciones, es obvio!
Controlaron lentamente todo hasta el CNE...!
Como tales ladrones pueden haber hecho lo que hicieron!?
Porque' los que estaban les dio mala conciencia por males y robos risorios, comparado a los chavistas!
Se dejaron ganar! Y cada momento se pierde la posibilidad de algun regreso!