bailando un minuet con Maduro mientras el país se desmorona
Esto
es lo que dijo Roberto Henríquez, el presidente de COPEI, ayer:
Si
entendemos que “el diálogo es un mecanismo para la comprensión del prójimo, una
estrategia para la paz basada en el amor, el respeto y el perdón” como
dijo san Francisco de Sales, hasta el más obtuso entenderá que en Venezuela el
diálogo es inevitable. Y agregó: “ desde Copei solicitamos a Ernesto Samper (por quién no sentimos ninguna simpatía), que evaluara la condiciones
para retomar el proceso de diálogo”.
De que estarán hechos nuestros líderes?
Hablan de sentarse a hablar con el narco-régimen de Maduro en nombre del amor,
el respeto y el perdón. Que desverguenza.
Este
es el mismo lenguaje hipócrita que habla Maduro. Un lenguaje que no se
corresponde con la calidad humana de la gente que está en el poder.Y es que el
respeto y el amor son sentimientos de doble vía. Por lo que se refiere al
perdón, hacerlo con quienes han arruinado al país, se han enriquecido de manera
obscena, han expropiado, perseguido y
excluído, sería un acto de sumisión inaceptable.
Parecería que los miembros del régimen y de
la oposición se hubieran puesto de acuerdo para montar una gran comedia frente
al país. Mientras hablan de amor, humildad y cariño, Venezuela se desintegra.
"Parecería que los miembros del régimen y de la oposición se hubieran puesto de acuerdo para montar una gran comedia frente al país."
ResponderEliminarNo lo dudes, Gustavo. Ellos estan de acuerdo en muchas cosas.
La Venezuela en que yo nací y me crié, era esencialmente libre. Mi infancia y mi adolescencia transcurrieron sin miedos ni reservas, entre montañas, playas, musica y campos de béisbol. Eso es Venezuela: clima y buena tierra. Nunca caminé con mirada sigilosa, atenuada o ansiosa, temeroso que algo malo podía suceder, por lo que abordar un autobús, comer un perraco en Plaza Venezuela o salir tarde de estudiar en cualquier zona de Caracas, era vivir viendo . El Ávila -de Petare a La Pastora- ha sido testigo de todos los avances y todos los retrocesos, por lo que en esencia los venezolanos somos como nuestra montaña madre: veedores heridos de una historia que sabremos sobrevivir. Cuántas cicatrices comporta este gran macedonio del olimpo caraqueño. Cuántos atentados incendiarios superados por la virtud de su inmensa vitalidad, su irreverente vegetación, su potente ecosistema y la superioridad de sus raíces ancestrales. Así somos. No sólo como la pasión libertaria de Bolívar; como el estilismo de Miranda o la sabiduría de Bello, sino como la tenacidad de Arichuna o Baruta, la contumacia de Catia o Conopoima; o la rebeldía de Tamanaco o Guaicaipuro. Va por nuestra sangre la gallardía de los Cumanagotos, los Quiriquires, Maiquetía o Mariches. Somos un matriarcado como lo registra la encomienda a Baruta, hijo de Guaicaipuro y Urquía, cuando su madre le dijo, al recibir el penacho de plumas…”Sean estas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor”. Y así vamos desde tiempos de indias, librando guerras triunfalmente, por lo que ésta es una más, donde hay que alertar, el adversario, somos nosotros mismos.
ResponderEliminarLa Venezuela en la que yo crecí al extranjero se le invitaba a pasar adelante… No se tocaba la puerta para secuestrar a nadie, cargar con una vida u ofrecer sacrificios por venganza o hechicería. En la Venezuela que yo crecí, mi padre visitaba sus pacientes en los barrios y recorríamos el país parándonos en cualquier posada a medianoche, porque de pronto el viejo quería ver un cotejo de Betulio González, peleando contra un nipón a horario inverso… En la Venezuela que yo crecí, no había odio ni sed de venganza. De pronto indiferencia y banalidad pero no diferencias suficientes para justificar ofensas, persecuciones y muertes. Porque esto de “patria, socialismo o muerte” no se corresponde con nuestro culto a la vida, a la libertad y por la fe. La patria para los venezolanos no consiste en un aguijón igualitario donde la cultura, lo social o la justicia sean utilizados como justificativos de la propia desviación cultural, social y de justicia, en el mar de la violencia (no de la felicidad). Para los venezolanos que hemos transitado todas las montoneras, las revoluciones son un instrumento vetusto, anacrónico, vegetativo y peligroso, que sabemos a lo que nos conduce y a lo que-no-nos conduce, porque es la negación de la paz, de la hermandad, de la belleza, de la alegría y de la vida. En la Venezuela que yo crecí un maestro o un magistrado no decían improperios, ni pública ni privadamente. No nos íbamos a las manos por defender al Che o a Fidel, y menos por un paquete de harina pan. Se deseaban los buenos días, se trajeaba decentemente y había buena disposición a compartir mesa improvisadamente. En la Venezuela que yo crecí, la bondad de Billos era proporcional a la de sus guaracheros y la de su público; el amor de Frank Quintero por su San Agustín natal, se sentía en la “dama de la ciudad”; el sabor llanero de “Caballo viejo” era la representación de la sabiduría coplera del tío Simón; la Onda Nueva de Aldemaro era un de repente de un país moderno y cosmopolita, o la dulzura de María Teresa Chacín o la potencia de la bravía Soledad, bañaban nuestro linaje como lo hace el Churún Merú sobre la Amazonia, todo lo cual da fe de nuestro corazón indómito. Como diría el positivista, Hipólito Taine: “Somos tierra fecunda a la que vale la pena traer a los amigos ¡para compartir la cosecha!”.La Venezuela de hoy no es mi Venezuela, por lo cual es un accidente, un mal momento, cuyas reservas históricas sabrán acrisolar. Y los accidentes ocurren, pero también sanan y se superan, volviendo a ser, como siempre hemos sido.
ResponderEliminarvierablanco@gmail.com
La venezuela en donde naci era un pueblo orgulloso de su historia , digna y muy respetuosa, trabajadora con alto sentido de pertenencia, que se proyectaba a desarroyarse a pesar de la envidia de los demas paices, lo digo por el silencio de nuestros hermanos latinoamericanos ante esta dictadura!
ResponderEliminarElñ Comentario nque escribí por error en Narco dictadura militar corresponde a este escrito "Copei pide diálogo en nombre del amor"
ResponderEliminarEl derecho de emitir su opinión, que es respetable, no llega hasta agredir a quienes tienen una visión diferente a la suya. Aunque yo creo que el diálogo debe tener condiciones y no puede pedir diálogo aquel a quien tienen agarrado por los testículos, siendo Copeyano y Magallanero, respeto la posición del presidente de mi partido, donde he militado 56 años y le exijo respeto a usted que intenta ser opinador de oficio, y referencia para orientar el país. En lugar de insultar a Enríquez, dele elementos de juicio para que se convenza si es que está errado. NADIE ES POSEEDOR DE LA VERDAD, solo DIOS!!!!!!!
ResponderEliminarIng. Salvador Sosa Carabaño