Anoche todos estuvimos juntos en nuestra cena de navidad. Hoy fui al
aeropuerto a llevar parte de la familia que iba de viaje. Después de un día 24
lluvioso, el dia de hoy amaneció claro, con nubes en forma de corderos y el cielo
de un profundo azul. Salir en Washington para ir al aeropuerto Reagan, al rayar
de un día como este, me permitió ver un hermoso espectáculo. La vía al
aeropuerto desde Virginia es la Autopista George Washington, que corre al lado
del Potomac, en medio de una floresta. A la izquierda se ve el perfil europeo
de Georgetown, al otro lado del rio.
Luego, el imponente Kennedy Center, el monumento a Lincoln, más allá el obelisco, luego las efigies
en bronce de los soldados que izaron la bandera en Iwo Jima. De regreso a casa
la luminosidad del cielo y el sol jugando entre los árboles y cayendo sobre las
blancas casas de McLean producían un efecto mágico. Era como si el niño que
había nacido horas antes irradiara la naturaleza con su luz y su alegría. Y, de repente, sentí el
corazón lleno de amor y gratitud hacia lo hermoso que es la vida y la naturaleza
y sentí la presencia de quien había llegado a salvarnos.
gUSTAVO: pA DONDE ANDAN LOS cOMENTARISTAS ?
ResponderEliminarLa Navidad en el hemisferio Norte es la mejor de todas. En el Sur no se aprecia con ese calor que hace. No es lo mismo, no se que opinen otros.
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