La polémica entrevista al Provincial de la Compañía de Jesús
**** Mientras el chavismo no se reinvente y la oposición no se baje del
Falke, seguirá creciendo la anarquía y el sin sentido, dice el Padre Arturo Peraza
S.J.
¿Que significará “bajarse del Falke”?
¿Terminar con el idealismo, dejar de insurgir contra las tiranías, matar
las ilusiones y eliminar los grandes gestos? Al final de la entrevista él trata
de explicar que quiere decir con esto.
–Hay toda una generación,
como la suya, que nace al calor del 27 de Febrero de 1989 (El Caracazo) y del papel que jugaron los
jesuitas entonces”.
Y la respuesta:
–En aquel momento estaba en el centro de la discusión, y del aporte que la
Compañía quería hacer, un modelo de país comprometido con las situaciones de
exclusión y en cómo salir de ellas. Creo que el Centro Gumilla fue la única
institución que logró procesar lo que ocurrió. Fue la única instancia de
pensamiento, desde una perspectiva de confesión de fe, que intentó darle una
interpretación al 27 de febrero que no ha cambiado sustancialmente. No he visto
ninguna otra que realmente sea más profunda y amplia. Es un momento estelar
para la Compañía, que mostró su capacidad para estar cerca del mundo popular:
entenderlo, interpretarlo y expresarlo, en términos de un lenguaje que pudiera
ser comprendido por los sectores intelectuales del país. Yo creo que ese es el
trabajo, en lo fundamental, del Centro Gumilla”.
Esta es una respuesta arrogante, porque
da por sentado de que la Interpretación dada al Caracazo por el Centro Gumilla
fue la única, la mejor, la verdadera. Existen otros análisis que, inclusive,
ven al Caracazo como el producto de una rebelión organizada y promovida por la
extrema izquierda, en la cual hubo participación cubana. Esa variante, que
sepamos, no es examinada en el análisis del Centro Gumilla.
El Padre Peraza dice, al hablar de los
pobres:
“–Digamos que es un lugar
donde Dios se puede revelar. En términos de la teología de la
liberación, esto sería: en el
mundo de los pobres, Dios se revela. Y para mí, desde luego, ese es un
lugar de revelación. Claro, tú puedes tener posiciones más extremas, como por
ejemplo decir: es el lugar de la
revelación.
Esto podría llevarnos a una deificación
de la pobreza. La pobreza pasa de ser una aflicción social, a ser un estado de
gracia. ¿Es entonces la pobreza un estado
deseable porque es el que permite la relación con Dios? Peraza admite que en su grupo hay posiciones aún
más extremas que argumentan que la pobreza es el lugar de la revelación, ni siquiera uno de los lugares. La
pobreza no debe ser vista como una condición inmutable sino como una situación
temporal de la cual es obligatorio escaparse a través de la educación y del
aprovechamiento de las oportunidades. Convertirla en una especie de sindicato,
fortalecerla en la búsqueda de poder como clase, parecería promover su permanencia más que su
desaparición.
Prosigue el Padre Peraza:
“La Compañía se comprometió -el Centro Gumilla, fundamentalmente- con la
educación de los pobres en la consecución del fortalecimiento del poder
popular, de la autonomía de las organizaciones, de las dinámicas cooperativas,
cosa con la cual veníamos trabajando desde hace tiempo…. “.
Es decir, no se trataría solo de ayudar
a los pobres a salir de la pobreza. Se trataría de convertirlos en poder
popular, con todas sus inevitables ramificaciones políticas.
El entrevistador pregunta:
“–¿Y qué tipo de diálogo estableció la compañía con el
proceso bolivariano?
Y Peraza responde:
“–Al principio hubo la aceptación de un número bastante
importante de jesuitas a las propuestas que Chávez promovió. Se compartía la
democracia participativa. Eso estuvo en el discurso de Chávez entre 1999 y
2005, aproximadamente. Eso no indica que gente connotada, como Luis Ugalde,
expresara desde el principio su rechazo al modelo, especialmente por el
elemento del autoritarismo. Esto va a marcar mucho el rechazo progresivo que la
Compañía va a expresar hacia Hugo Chávez. Ciertamente se rechazó el proceso
político y se rechazó por autoritario. La expresión del poder centralizado en
el presidente, y especialmente el personalismo como modelo político, generó
alarmas inmediatas porque, evidentemente, no es un modelo democrático. Es un
modelo republicano populista o popular, pero no un modelo democrático”.
A pesar de decir esto, Peraza agrega:
“La Compañía estaba bastante dividida en ese momento. Dependía de qué
valoraras: hay mucha gente que valoró el elemento de lo social como fundamental
y por tanto apostó a Chávez desde esa perspectiva, minimizando los vectores
autoritarios, que no podían negarse pero les parecía, en todo caso, que podían
ser un mal necesario o un mal menor en el proceso de transformación
sociopolítica… –Tienes una persona como
Luis Ugalde, tienes una persona como Mikel de Viana, un personaje de gran
participación y que tuvo un manifiesto y frontal rechazo hacia Hugo Chávez,
desde la lectura del autoritarismo. Pero tenías personas que avalaban el
proceso, José Virtuoso, por ejemplo, era cercano. No es que no ventilaran los
problemas, pero creían que los elementos más positivos del proceso estaban
dados. Tenías una persona como Miguel Matos, que quizás durante toda la vida
fue cercano a Chávez”.
En la percepción del país, y así lo
admite Peraza, el Centro Gumilla siempre
tuvo considerable simpatía por el chavismo, debido a lo que ellos percibieron
como la sensibilidad social de su programa. Pero engañarse así era
injustificable. Chávez nunca quiso transformar la pobreza sino consolidarse en
el poder. Y eso
lo confirma Peraza cuando dice:
“–Creo que durante mucho tiempo no logramos conseguir un discurso que
pudiera ser verdaderamente del mundo de los pobres, que hablara desde los
sectores más populares sin sonar chavista, pero tampoco de oposición. Y ese es
quizás el problema: ser capaces de tener una posición alterna. Tratamos de
buscar, tratamos de llegar a un punto medio. Creo que nos llevó mucho tiempo el
ejercicio de responder a la pregunta “qué significa estar en una posición alternativa
y propia”. No logramos ubicarla. Y eso nos agotó durante largo tiempo”. Y duda, con candor: “¿La hemos recuperado?
Peraza continua:
“Creo que en los últimos años, dos o tres,
el discurso de la Compañía en los medios de comunicación está volviendo a ser
escuchado como un discurso capaz de interpelar a los dos sectores, que aparecen
como sectores enfrentados u opuestos en la política venezolana…. Creo que lo hemos ido buscando y creo que
hemos ido encontrando un camino.
Veamos cuál es ese camino. Peraza nos
dice:
“El Centro Gumilla, entre los años 2007-2010, entra en un proceso de
diálogo con las organizaciones populares, incluso chavistas –consejos
comunales- ahí empiezan a aparecer un conjunto de informaciones que tienen que
ver con estudios estadísticos que vamos haciendo. Pero también hay un trabajo
de fondo. ¿Cuáles eran las necesidades de participación? ¿Qué elementos
positivos se estaban dando dentro de eso que se llama consejos comunales?
Empezamos a crear cursos de formación que le daban herramientas para la
planificación, la supervisión de planes y para contactarse entre ellos. Todo
eso con la estructura del Centro Gumilla….
Iniciamos un proceso progresivo-alternativo ¿Por qué? Porque aceptábamos los
elementos de la democracia participativa, que estaban dándose dentro del
chavismo, aun conociendo sus falencias o críticas, pero tratando de fortalecer
aquellas dimensiones que efectivamente daban de sí como democracia
participativa
Es revelador este párrafo, ya que
indica que el Centro Gumilla prestó su apoyo a un componente fundamental de la
ideología del régimen, los Consejos Comunales, una quincalla palabrera y
aviesa, violatoria de la Constitución. El Estado Comunal es un postulado
chavista que sirve de base a la consolidación de la llamada “revolución
bolivariana” y al difuso Socialismo del Siglo XXI. Ha sido definido en los
documentos del régimen como una prioridad estratégica para consolidar el modelo
socialista y bolivariano, bastante a la usanza del modelo cubano. Y el apoyo a
este mamotreto ideológico es lo que el Padre Peraza define como el aporte
independiente del Centro Gumilla. Ello no es una posición alterna, es una
posición chavista.
Cuando actúa así el Centro Gumilla? Pregunta
el entrevistador.
El Padre Peraza responde:
“–En los últimos dos años. Hay todo un reconocimiento de lo que el centro
ha venido construyendo. Es un proceso que tuvo que ver con lo que acabo de
decir: buscar una posición alternativa, que partiera del hecho de que no nos
gusta el chavismo, pero tampoco la oposición. Para nosotros ha sido un proceso
doloroso, difícil, complicado, discutido, que se centraba en buscar la
respuesta de “dónde está el pueblo en nuestra alternativa”. Una posición en la
que no aceptamos ciertos elementos del chavismo, pero donde sí le reconocemos
aportes al proceso político. Y, por otro lado, nosotros rechazamos un simple
regreso al pasado. Digamos que en el planteamiento que hace la oposición, hay
mucho de regreso al pasado”.
Bonita manera de ser “equidistantes”
tiene el Centro Gumilla. Como le ven aspectos positivos al chavismo deciden
apoyar una de sus bases ideológicas más importantes: los Consejos Comunales.
Peraza hablar de no volver al pasado, es decir, a los años Pre-Chávez/Maduro.
Pero, esa es una absurda generalización. El pasado, ahora lo ve así la mayoría del
país, no fue nunca tan horrendo como el presente. Sería interesante pedirle a
Peraza que nos dé un ejemplo del pasado al cual él no quisiera regresar, uno
solo. ¿La corrupción? , ¿La mentira? ¿El abuso de poder? ¿La utilización de la
pobreza para fines políticos? Eso no es el pasado tanto como el presente, amigo
Peraza.
Después de consideraciones críticas al
gobierno sobre la manera como han tratado de controlar políticamente a los
pobres, Peraza dice esto sobre la oposición:
“no hay ningún planteamiento alternativo de la oposición que signifique
reconocer los elementos de justicia social y participación política de la
población. No es un elemento nuclear en su discurso. Y siento que desde allí
hay un sesgo de apartamiento, porque para nosotros esos elementos son
importantes, al momento de poder identificar el lugar desde donde nosotros
vemos el camino”
A quien se le ocurre decir esto? La oposición ha hecho innumerables
manifestaciones sobre los temas que menciona Peraza. Lo que probablemente
sucede es que las ha hecho desde una perspectiva democrática liberal, no del
agrado del Centro Gumilla.
El Padre Peraza nos “aclara” a lo que
se refiere con lo del “retorno al pasado”.
Voy a dejar claro lo del no retorno al pasado. En la historia de Venezuela
aparece la generación del 28. Y sucede que poco después, Román Delgado Chalbaud
viene montado en el Falke a tratar de hacer lo que se hizo durante todo el
siglo XIX: tomar una playa con un grupo armado, que después vence al ejército
del gobierno hasta llegar a Caracas y entronizarse en el poder. Así fue la
Guerra Federal. O si quieres hablamos de lo que hizo Bolívar o Cipriano Castro.
¿Qué sucede, en concreto, en esta historia? Iban a buscar, en La Blanquilla, a
Rómulo Betancourt, a Jóvito Villalba y creo que también estaba Raúl Leoni. Por
mera casualidad, no llegaron a encontrarse. Cuando estos jóvenes se aparecen en
el puerto, ya el Falke había zarpado. La historia es conocida: una historia
romántica y hermosa. Muere Delgado Chalbaud, envuelto en la bandera nacional,
delante de las fuerzas del gomecismo, que son las fuerzas del siglo XX. En
definitiva, no se podía pelear contra el gomecismo ni contra su
institucionalidad con las mismas armas del siglo pasado. Tenías que asumir esa
realidad o superarla, pero no podías volver atrás. … La pregunta es: ¿La
oposición se está subiendo al Falke o va a generar una alternativa? ¿Por qué yo
hablo de la oposición en estos términos? Porque estamos aún en el escenario del
Falke. Estamos en el escenario de la vuelta atrás. Estamos en el escenario de
que podemos regresar al pacto de caudillos.
Que reflexión tan absurda. ¡Qué difícil
de comprender! ¿Cómo se le ocurre a Peraza decir que los tripulantes del Falke,
que venían a combatir una dictadura, iban – de ser exitosos - a entronizarse en el poder, como nuevos dictadores? Ello pretende restar todo mérito a lo que fue
un intento hermoso de luchar contra un dictador. ¿Es que Peraza viene a
decirnos que, hoy en día, cualquiera acción destinada a combatir la dictadura
es apenas otro Falke? Que desafortunada reflexión. Y ¿cuál es, entonces, la
alternativa, Peraza?
Peraza trata de clarificar sus ideas
sobre lo que hay que hacer, cuando dice:
“–La sociedad venezolana cambió, se complejizó. Se ha vuelto políticamente
más adulta. Por tanto, a mí no me parece viable o posible un regreso a los
modelos institucionales anteriores. Se tiene que elaborar un proyecto mucho más
complejo e incluyente. Eso es lo que yo quisiera apostar con la gente pobre…. El
problema fundamental del país, si tuviera que hacer la fotografía, es que no
tenemos aún el modelo alternativo construido. Tuvimos solo un periodo de
transición: el chavismo se constituye en una transición de salida del modelo
democrático representativo”.
Peraza habla como si la sociedad
venezolana fuese la única existente en el planeta. Estamos rodeados de ejemplos
a seguir. Chile, Costa Rica, Uruguay, Canadá, los países Escandinavos, Estados
Unidos, tienen modelos alternativos a la dictadura chavista que podemos
asimilar. Decir que el chavismo representa la transición de salida del modelo
democrático representativo es absurdo. El chavismo es un verdadero salto atrás.
Nunca ha sido participativo en lo absoluto. A lo sumo es participatorio, como
cuando Chávez le decía a las masas: “les
participo que a partir de mañana tendremos un control de cambios” o alguna
otra barrabasada similar.
Al definir el actual
régimen como ilegítimo Peraza nos explica por qué lo dice:
“–Siento que no están logrando representar el sueño que
Hugo Chávez le dejó a la población. Bueno o malo, no estoy calificándolo. Lo
más importante para el ser humano es conseguir un proyecto que le dé sentido y
consistencia a su existencia. Especialmente, en términos de política, cuando se
trata de actuar colectivamente…. [la narrativa chavista] Le dio consistencia social a los
individuos que se inscribieron en esa narración. El chavismo era una versión
donde tú te veías como un sujeto ideal, hijo de gente valiente, que estaba
llamado a una misión que tiene sentido y que tiene horizonte y un camino hacia
la felicidad”.
Pero, al definir este régimen como
ilegítimo porque “no representa el sueño que Hugo Chávez le dejó a la
población”, ¿no está Peraza acaso legitimando aquél sueño? A pesar de su
advertencia de que no lo está calificando, parece evidente que Peraza le ve
aspectos positivos: “le dio consistencia social a los individuos que se
inscribieron…”. Esa narrativa era una gran mentira, ya lo hemos comprobado pero
esto era también evidente desde el principio. Era perversamente excluyente,
porque se hacía a expensas de la clase media y esto nunca lo ocultó Chávez.
La estrategia chavista debería ser objeto de fuertes críticas por parte de Peraza,
no de admiración.
Peraza hace una explicación sobre el
Estado de Bienestar chavista:
“El
problema fundamental del Estado de Bienestar montado por el chavismo es que no
es capaz de reproducirse a sí mismo y, por tanto, es inviable. Ese es su
problema. Está atado, lamentablemente, al ciclo del petróleo, que tiene ciclos
de alta y de baja”.
Esta observación es correcta, pero al
decir “está atado, lamentablemente al
ciclo del petróleo…” parecería estar diciendo que, si no fuera por ese
ciclo, si lográramos tener ingresos cuantiosos permanentes, entonces podríamos
mantener el Estado de Bienestar indefinidamente. Lo que hubiera esperado de
Peraza era atacar vigorosamente el Estado de Bienestar basado en la dádiva, por
ser criminal y promotor de la dependencia del pobre en el Estado. Lo que Giordani
nos dijo, cínicamente, que era la estrategia usada por el chavismo para
mantenerse en el poder.
Más adelante Peraza hace algunas
sorprendentes afirmaciones:
“–Debo decir que cuando te refieres a Chávez en sentido de potencia
colectiva y auto-orgullo, eso efectivamente existió. La política consiste en
eso: puedes sublimar todas tus necesidades y dolores actuales en función de un
futuro en el que ves sentido y proyecto. Y, por tanto, de alguna u otra manera,
puedes encausar las energías colectivas en función de un fin, perseguido por la
gente común. Eso, para el ser humano, es fundamental. Por eso yo no critico en
absoluto lo que Hugo Chávez hizo. Ahora, que me parezca mejor o peor el
planteamiento, eso es harina de otro costal”.
Peraza parece pensar que los únicos
venezolanos que existían durante el chavismo eran los pobres a quienes Chávez
les dio, junto con las dádivas y limosnas, una esperanza de futuro. Mientras
esto ocurría Chávez estaba destruyendo el futuro de otros millones de
venezolanos, los de la clase media. ¿Cómo es posible decir que “no critico en
absoluto lo que Chávez hizo”? Peraza parece padecer de un profundo astigmatismo
ideológico, el cual solo le permite ver a los pobres como objeto de su interés.
Los demás que se frieguen.
Al reflexionar sobre el futuro, Peraza
nos dice:
“Del lado de la oposición, no estoy nada
de acuerdo con que el problema sea una movilización de calle que produzca un
cambio por vía de la fuerza. Creo que eso tiene poco aliento. Ya se mostró en
el 2002 y en diversas ocasiones. Siento que la gente está profundamente cansada
y los sectores populares no están dispuestos a acompañar semejante acción…. No
entiendo cómo no se dan cuenta. En el 2014 no hubo sector popular -en términos
importantes- que acompañara ese proceso de movilización. Y, de nuevo, lo que
hicieron fue agotar fuerzas políticas y eso terminó, a mi juicio, en un gran
vacío. Al final del día, si se hubieran
invertido esas fuerzas en construir bases populares para un proceso
alternativo, en el cual esos sectores hubieran descubierto la posibilidad de
tener una voz alterna que expresara sus necesidades y se les reconociera como
sujeto, quizás hoy tendríamos otro escenario”.
Peraza no dice lo correcto, cuando
afirma que los sectores populares no acompañaron el descontento popular que
llevó a miles de venezolanos a la calle. Las fotos tomadas en la calle dicen lo
contrario. Ese argumento de Peraza es el mismo que usa el criptochavismo para
perpetuar la creencia de que verdadero el “pueblo” está con Chávez y/o con
Maduro. La clase media también es pueblo y está menos dependiente del Estado
paternalista, lo cual le permite tener un perfil opositor más osado y más público.
Nadie puede dudar de que el régimen tiene hoy pocos adeptos pero todavía los
más pobres vacilarían en irse a la calle, porque lo que aún reciben les llega
del Estado paternalista.
Peraza añade algo que confirma lo que decimos
arriba:
“Tú
vas en un carrito, de pronto sale alguien que protesta en voz alta y no hay
nadie del chavismo que diga nada. Silencio. Antes, eso no era así. El chavista
ya no se siente orgulloso ni de su gobierno, ni de lo que es él. Seguirá siendo
chavista porque le parece que es la mejor alternativa o por lealtad, que es un
valor importante en la gente que está más comprometida. Pero eso no significa
que se sienta orgulloso de su movimiento. Cada vez siento que esto los golpea
más. Y el chavismo no logra levantar. Pero la oposición tampoco lo termina de
aprovechar, porque no son una alternativa”.
Peraza admite que ya el chavista no
defiende al régimen, no se siente orgulloso de él. No protesta en la calle pero
guarda silencio, el cual representa el límite de su protesta. Ello es así
porque sigue recibiendo pequeñas dádivas del régimen agonizante.
Peraza tiene algunas palabras para
quienes se van del país. A una pregunta del entrevistador:
“–Hay quienes ante esa
circunstancia hacen maletas”, Peraza responde:
“Pero por ahí es el camino de salida del país. Hay gente
que no está dispuesta a acompañar esta gestación, entiendo que se vaya. ¿Qué es
lo que yo creo que tendría que decirle a esa gente? Mire, sí. Construir este
país nos va a llevar un largo trecho, pero tenemos la posibilidad de
reconstruir, desde las bases, esta sociedad. Efectivamente, hay condiciones,
porque hemos tocado fondo en las heridas del civilismo y el militarismo, en los
temas del rentismo petrolero, del autoritarismo. Incluso en los temas de
familia, en términos de educación. Siento que esto es muy propicio para
levantar el proyecto que necesitamos en este siglo. Y quienes se embarquen en
él, probablemente, tendrán posibilidades de ver los frutos: el de un proyecto
futuro con sentido para el país”.
Esta respuesta tiene matices injustos.
Dice que la gente se va porque no está dispuesta a acompañar la gestación de un
nuevo país. Y yo le digo: para muchos venezolanos irse constituye una parte
importante de esa gestación. Es mantener dignidad y decoro, no desear
embrutecerse o animalizarse en la Venezuela que vemos hoy, no participar
(término que le gusta a Peraza) en ese torneo de deterioro y degradación que se
juega hoy en Venezuela. Algunos regresarán y podrán ser más efectivos en la
gestación que si se hubieran quedado expuestos a la vida zoológica de la
Venezuela chavista. No todos quienes se quedan poseen el mismo empeño en la
reconstrucción espiritual del país que quienes se van. No es un secreto que miles de venezolanos no
chavistas están hoy disfrutando del clima de corrupción que existe en el país
para enriquecerse de manera rápida. Las listas de grandes depositantes en los
bancos extranjeros no siempre incluyen a chavistas sino que también incluyen a
contratistas y bolichicos quienes harían negocios con el diablo. Juzgar a
quienes se van de manera tan severa como lo hace Peraza no es justo.
Peraza es un activista social, tiene
las mejores intenciones, pero tiene que tener más cuidado de con quien anda.
Gustavo, este cura como que estaba paloteado de miche en esa entrevista.
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