El silencio es un crimen de guerra
Si en una esquina cualquiera de nuestro país un hampón lleno de odio está
asesinando a un ciudadano ante la mirada de otros ciudadanos, venezolanos o
extranjeros, la ley no podrá perseguir a los mirones indiferentes pero la ética
si los condenará. La ley moral obliga a un ser humano a intervenir en defensa
de otro ser humano cuando este es atacado por un gorila rabioso o un hampón
desquiciado.
Esto es exactamente lo que está sucediendo en
estos precisos momentos en la Venezuela del gorilesco Nicolás Maduro, un
analfabeta lleno de odio, quien lleva a cabo una labor de destrucción nacional
como nunca se había visto en Venezuela, todo por órdenes de la dictadura que
impera en Cuba.
Quienes asisten silenciosos
frente a esta tragedia son los civiles venezolanos que se dicen decentes, los
militares que se dicen institucionales, los latinoamericanos que se dicen
demócratas y los líderes políticos de países que se dicen civilizados. Y este
silencio frente a lo que está ocurriendo en Venezuela es el producto de la
cobardía moral, del cinismo y de la corrupción.
El gorila ha quebrado
financieramente al país. Ha colocado a sus habitantes al borde del hambre y de
la muerte por falta de insumos médicos. Se ha peleado con todos sus vecinos y
está promoviendo en este momento un crimen en contra de miles de ciudadanos
Colombianos, solo para ocultar el desastre nacional. Insulta a los empresarios.
Acusa a los opositores de crímenes que han sido llevados a cabo por sus secuaces.
Viola la constitución y las leyes electorales, amparado en una pandilla de
malandros que le sirven.
¿Y nadie se rebela? ¿Nadie lo
interviene?
Es hora de decir que el régimen
de Nicolás Maduro debe ser intervenido. Cual fisonomía adquirirá esta intervención
comienza a ser menos importante que la intervención misma. Ya sea la de la OEA
aplicando la Carta Democrática interamericana, la de la ONU, actuando con sus
cascos azules frente a una situación absurda de un loco desatado que daña a su
país y a los países vecinos, ya sea una coalición de loqueros que vengan al
país a llevarse a ese demente y a sus pandilleros a un manicomio, ya sea una
rebelión cívico-militar doméstica o una invasión, armada o no, de la diáspora venezolana,
lo cierto es que a este régimen corrupto, inepto, entreguista y genocida hay
que intervenirlo.
Nunca he dicho esto de ningún otro régimen, ni
siquiera el del difunto sátrapa. Porque esto que estamos presenciando viola los
principios más elementales de la decencia humana. Maduro, Cabello y sus
cómplices, en un número aproximado de 400-500, han violado todas las reglas,
todas las leyes, la constitución y los derechos humanos de los venezolanos y,
ahora, ponen en peligro toda la región con sus locuras. Y esto se lleva a cabo
ante la mirada indiferente de mamotretos como UNASUR, de organizaciones zombis
como la OEA, de gobiernos que se dicen depositarios de la llama de la libertad,
como el de los Estados Unidos, de gobiernos vecinos atemorizados o abatidos por
su propia corrupción, como es el caso de Colombia y Brasil. Los países
angloparlantes del Caribe guardan silencio porque todavía reciben limosnas del
gorila. Los países forajidos del ALBA como Cuba y Nicaragua callan porque
esperan sus cheques mensuales. Argentina calla porque la mujercita recibió
maletines llenos de dinero del sátrapa difunto. Dilma calla porque está
ahogándose en la fetidez de su propio pantano.
El silencio de los Estados Unidos
es atronador, hiere nuestros oídos. Emigré a este país en búsqueda de lo que
había perdido en Venezuela. Ya USA es mi segunda patria. Pero esperaría que
estuviera a la altura de su credo, que fuese el líder de los principios de
democracia y libertad, que su acción fuera más decidida y no basada en las
reuniones furtivas de Tom Shannon con el gorila. El gobierno de Barack
Obama juega un desesperante juego de espera que hace posible
que cada día mueran venezolanos y ciudadanos de su propio país en tierras
venezolanas, sean expropiados empresarios y el gorila ande suelto vociferando,
insultando y embruteciendo la región con sus actitudes simiescas.
El régimen de Nicolás Maduro y
sus secuaces debe ser intervenido. Pero, ¿quién lo hará?
Quien lo haga, si es que alguien
lo hace, contará con mi apoyo mientras su propósito sea el restablecimiento de
la libertad y la democracia.
No cuente con la ONU o la OEA: que han hecho durante su lamentable existencia?
ResponderEliminarEsto se cae por su propio peso, con mas o menos explosion y violencia, pero con sangre.
Menos que 25,000 muertos por año, o 1 Cuarto de Millon de muertos en Chavismo, pero algo.
Dicen que Pinochet mato a unos 3000? Mejor que 250,000 en los mismo 17 años no? Y como quedo Chile despues?
O.. Perez Jimenez no tendra algun pana por alla en Tachira, un Gocho arrecho, que quiera terminar de limpiar el Guaire, construir el Metro, y toda la infraestructura, acomodar PDVSA rapidito, y arreglar un poco el desastre?