Julio Barroeta Lara, primero a la derecha, hacia 2010-2011
Las
noches de Los Teques en 1945 eran el momento elegido para nuestras caminatas. El frío
bajaba del cerro de La Cruz y las calles se escondían detrás de la neblina. A
mis doce años, ya estudiante del primer año de bachillerato en el Liceo “San
José” , había ingresado a un grupo de “intelectuales” integrado por tequeños de
las más variadas edades y colores, quienes caminaban desde las diez de la noche
hasta bien entrada la madrugada, desde “el Pueblo” al “Llano” y regreso, ocho,
nueve o diez veces. Del grupo recuerdo a
Luis Ayesta, muerto muy joven, al negro Federico Escobar, un maravilloso hombre
mayor, autodidacta, quien sentía orgullo de pertenecer a un grupo joven de
ínfulas intelectuales; al Chino Landaeta, marxista empedernido; algunas veces a mi tío, José Rafael Coronel; a Germán Luna, José Balbino
León y algunos otros. La estrella intelectual de aquél grupo era Julio Barroeta Lara.
Julio, en 1983, foto de Pedro Zapata, El Nacional.
Julio, en 1983, foto de Pedro Zapata, El Nacional.
Julio
era un joven brillante y muy bien parecido, con un sentido del humor avasallante,
siempre listo con la frase ingeniosa a flor de labios. En ese grupo aprendí a
que me dijeran y a decir, aprendí el arte de la réplica aguda. Éramos lectores
intensos de Herman Hesse y de Tomás Mann. Nos considerábamos “lobos esteparios”
y nos identificábamos con Hans Castorp. No éramos del grupo de los asistentes a
las retretas dominicales, en las cuales los muchachos y las muchachas del
pueblo caminaban por la Calle Guaicaipuro
para ver y ser vistos, mientras la banda marcial bajo la dirección de Adelo
Alemán tocaba pasodobles. Considerábamos eso por "debajo de nuestra estatura". La
verdad es que éramos un grupo de grandes tímidos y no nos atrevíamos a hablar
con las muchachas.
En esas caminatas llenas de neblina y aires frescos hablábamos de literatura, de música clásica y de
nuestros sueños. Luna hablaba de ópera,
Elio de Hesse, yo de Mann, Luis y José Rafael de economía y Julio de muchas cosas, como nuestro Pico de la Mirandola, todos siempre en un animado
diálogo pueblo arriba y pueblo abajo. No recuerdo que nadie tomara licor y creo que solo
Federico y Luis fumaban.
De aquél pueblo de 12000 habitantes, refugio
de tuberculosos , especie de Davos Platz tropical, saldríamos los miembros de
ese grupo a perseguir nuestros sueños,
uno a París (José Balbino), otro a Italia (Julio), uno a Chile (Luis), yo a
Tulsa, Oklahoma, dejando en Los Teques al Negro Federico, siempre esperándonos para poder
compartir nuestros éxitos con orgullo o llorar con nuestros fracasos. El día que me fui de
Los Teques a estudiar en Tulsa, hace ya unos 65 años, murió el Chino Landaeta en un accidente de
tránsito.
Hace
tres meses murió Julio Barroeta Lara, mi querido y admirado amigo de Los
Teques. Por muchos años disfruté de su amistad. Éramos ante todo “tequeños”.
Juntos fuimos a visitar a Aquiles Nazoa en su escondite de Cagua. Juntos
continuamos caminando por las calles de Los Teques, hasta que el destino me
llevó a otros lugares, para no regresar. Julio siguió viviendo en Los Teques y
en San Antonio de los Altos, muy cerca de su querido pueblo. Tuvo que asistir a
la transformación de sus y mis Los Teques, de bello pueblo a horrible ciudad.
Una
constante de su vida fue su amor por Los Teques. Escribió con belleza acerca de su gente y
de su historia. Siempre lo vi como un ser superior y tuve la inmensa suerte de
ser su amigo y de disfrutar por muchos años de su fascinante personalidad,
refrescante como una maravillosa champaña BRUT de la mejor marca. Me acabo de enterar que murió hace
tres meses en soledad.
Pasé muchos años sin verlo. Con su muerte, ya no queda ninguno
de mis viejos caminantes de Los Teques y de sus madrugadas. Todos han desaparecido
excepto en mi memoria.
Aún
los veo, como si fuera ayer: jóvenes, animosos, optimistas, sonrientes, decididos a salir a conquistar
el mundo desde nuestra pequeña aldea de montaña venezolana, decididos a perseguir
sus sueños en las grandes metrópolis del planeta.
Tuvimos muchos logros pero nunca podré olvidar la dulzura juvenil de aquellas noches.
Hasta
siempre, queridos amigos de mis Los Teques!
Otro valioso ser que se nos va...
ResponderEliminarCoronel, cuando nos comentara sobre su vision sobre la situacion actual de Espana.
Esperamos atentamente su comentario.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSr Coronel buenas tardes lamento la perdida de su amigo y comparto con usted la tristeza que da ver Nuestro Los Teques, quisiera hacerle unas pregunta sobre su professor Jorge Losch alias puyula, estoy haciendo un curso en un Centro de capacitacion Que lleva su nombre voy hacer trabajo sobre el y sus estudiantes seria un honor si usted me podria ayudar... mil gracias! mi correo es deyfrely@hotmail.com
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