El chavismo golpista tuvo garantías que ahora niegan a sus víctimas

En el libro: “Los brujos de Chávez” de David Placer podemos leer lo siguiente:

“Cuando los líderes del golpe de Estado de 1992 fueron trasladados a la cárcel de Yare, a 30 kilómetros de Caracas… se coordinaban para elegir a los abogados y mantener el contacto con otras cárceles. Leían mucho e intentaban dar la mayor cantidad de declaraciones a los medios…. tenían una pequeña plaza y también un huerto. Algunos cultivaban tomates y pimentones, otros comenzaron a sembrar maíz. Solían salir a caminar al menos una hora y también a jugar fútbol. Tres días a la semana recibían las visitas: jueves, sábados y domingos. Las listas de simpatizantes que deseaban conversar con los presos eran cada vez más largas y por esa razón el grupo intentaba organizarse por áreas de conocimiento… [las] amistades que casi siempre llevaban comida y libros. Allí acudieron historiadores, profesores universitarios, economistas, escritores, periodistas. Y también llegaron evangélicos, curas, espiritistas y brujos. Casi todos los profesionales y aficionados del mundo mágico-religioso venían referidos por el capitán Ronald Blanco La Cruz.

Nunca les faltó comida, ni la prensa de cada día que los reclusos querían devorar para tomar pulso a la actualidad política. Tampoco se privaban de televisión. Solían ver la telenovela Por estas calles, la primera en desterrar los tópicos de muchachas pobres enamoradas de hombres ricos, y que denunció los complejos problemas sociales que sufría Venezuela”.

Estos presos de Yare habían sido los jefes de un golpe militar que causó centenares de víctimas. Su líder, Chávez, admitió haber llevado a sus soldados bajo engaño. Fueron traidores a su juramento militar.  Dispararon contra venezolanos desarmados, como fue el caso del asalto a La Casona (residencia presidencial), donde trataron de asesinar a la familia del presidente. Eran asesinos y tienen las manos manchadas de sangre.

Sin embargo, fueron bien tratados y ni siquiera fueron a juicio, ya que fueron puestos en libertad por decisión presidencial, la cual se basó en los pedidos de clemencia por parte de muchos demócratas venezolanos.  Eran tratados por el lumpen izquierdista venezolano como héroes. Al salir les fueron ofrecidos empleos y facilidades de todo tipo por el gobierno.

Hoy hay decenas de presos políticos sin garantías.  Leopoldo López está preso sin haber violado nunca su juramento, al contrario, por cumplir con su juramento de buen ciudadano. A Leopoldo no se le permite visitas, su esposa es humillada cada vez que lo va a visitar, nunca se ha probado que haya matado a nadie o que haya promovido la violencia, su juicio fue amañado, como está más que probado, pero los patanes del chavismo se refieren a él como el Monstruo de Ramo Verde. 

Esta diferencia en tratamiento de seres humanos bajo la democracia y bajo la dictadura documenta el dramático abismo moral existente entre los asesinos, torturadores y corruptos miembros del chavismo y los demócratas que son sus víctimas.  La opinión pública internacional debe saber que esta diferencia existió y existe. La realidad de lo que ha ocurrido y ocurre en Venezuela ilustra el contraste entre los desalmados que usaron sus armas en contra de un país democrático y los demócratas quienes hoy sufren privaciones a manos de quienes ellos perdonaron.

Por eso es que esta vez debe haber justicia para los criminales del chavismo. Ya el peor de los criminales está muerto y escapó a su castigo pero quedan entre 500 y 600 gánsteres, plenamente identificados, quienes deberán pagar por sus crímenes.

Y pensar que todavía hay quienes se dicen demócratas y hablan de coexistencia pacífica con esos desalmados. Y pensar que países de la región todavía reciben dinero y favores del régimen venezolano a cambio de su apoyo en los organismos internacionales.

Da náuseas.