viernes, 9 de diciembre de 2016

Los venezolanos entre el pragmatismo y el idealismo


“Hoy vi al enemigo y el enemigo somos nosotros
Walt Kelly, artista creador de Pogo

Al cambiar impresiones sobre el país entre un grupo de amigos de clase media, gente muy bien informada, he llegado a pensar que si extrapolo estas conversaciones a lo que millones de venezolanos como nosotros pudiera estar conversando, ello podría explicar lo difícil que se nos ha hecho salir del miserable régimen chavista. Como decía Pogo, hoy vi al enemigo y el enemigo somos nosotros.
En nuestro pequeño grupo hay dos posiciones encontradas:
Una, la mayoritaria, la cual podríamos llamar pragmática,  tiende a ver el proceso político que se desarrolla en Venezuela desde una perspectiva estratégica convencional. Para esa posición el diálogo es una estrategia que teníamos que llevar a cabo, dada la insistencia internacional. No podíamos aparecer intransigentes. Piensan que, a pesar de que no ha dado mucho resultado, ha servido para revelar la naturaleza macabra del régimen (como si eso no se supiera ya hasta la saciedad) y para “captar al Vaticano como aliado”, citando al  padre Virtuoso. Agregan que, lamentablemente, la oposición ha perdido ese round, porque no envió a la mesa del diálogo a sus mejores hombres sino a un grupo mediocre. Añaden que, si – por ejemplo -  se nos propusiera la salida de Maduro a cambio de la amnistía para Diosdado Cabello, deberíamos aceptarlo de inmediato, porque el país “saldría ganando”.
La otra perspectiva, minoritaria, que podríamos llamar idealista,  no ve lo que ocurre en el país como un proceso político convencional, como los que solíamos tener en el pasado, durante el bipartidismo adecopeyano. Esto que tenemos hoy es diferente, es una situación que enfrenta a un régimen dictatorial, despótico, corrupto, cruel e inepto y a una población que desea libertad, democracia, comida, medicinas y seguridad ciudadana. Para quienes defienden esta postura el diálogo entre víctimas y victimarios es visto como inmoral e inaceptable. Piensan que la estrategia pragmática que acepta el diálogo es equivocada porque valida el crimen cometido y abrirá la puerta a una recurrencia futura de la barbarie que hemos visto florecer en Venezuela durante los últimos 17 años. Aparecerán “otros candidatos a ser Chávez”, algunos ya andan por allí (Henri Falcón, Rodríguez Torres, Cliver Alcalá). Negociar una salida de Maduro por un borrón y cuenta nueva para Cabello sería ceder principios que deberían formar parte de nuestra columna vertebral espiritual. La solución para Venezuela no es una negociación con el Diablo sino la rebelión ciudadana, la resistencia a toda costa, la protesta masiva, la huelga general indefinida, la decidida acción cívica cueste lo que cueste.  
Quienes disienten de esta postura idealista la creen rígida e impráctica. ¿Quién va a liderar este movimiento? ¿No nos conducirá a la guerra civil? ¿No atenta contra la Unidad de la oposición? ¿No está la gente cansada de tanta marcha? Vean que diez de los cancilleres de la región nos piden mantener el diálogo. La misma Iglesia está confundida e indecisa, parece decir una cosa en unos labios y otra cosa en otros labios. Algunos de la MUD opinan en contra del diálogo pero otros no han rechazado la convocatoria del 13 de Enero. Argumenta el grupo pragmático que quienes lideran la postura principista o están en prisión, como Leopoldo, o tienen una baja puntuación en las encuestas, como María Corina. El grupo pragmático piensa que el régimen está implosionando. Dice: Dejemos que termine de hundirse solo.  
Sin embargo, quienes se adhieren a la postura idealista argumentan que 21 expresidentes latinoamericanos rechazan el diálogo y que dejar implosionar al régimen quizás resuelve el problema político pero no el problema ético. Para que el país pueda redimirse moralmente es necesario que el régimen sea expulsado, no solamente que muera de ineptitud. Por otra parte, dice este grupo idealista, el dilema diálogo o sangre es falso. No le hemos dado la debida oportunidad a la protesta masiva para desecharla a priori. Si los ciudadanos se rebelan haciendo uso de sus derechos y deberes constitucionales, dicen los idealistas, la Fuerza Armada no se atreverá a masacrarlo, pero el otro grupo responde: ¿quién se atreverá a poner esto a prueba? Mientras los pragmáticos argumentan que la huelga general fracasó en el pasado los idealistas insisten en que cada circunstancia es diferente y el pasado no tiene por qué repetirse (con perdón de Santayana).  
Cuando pienso que en Venezuela todos quienes deseamos ver al miserable régimen chavista fuera del poder parecemos girar en torno de estas perspectivas contrapuestas llego a la conclusión de que no vamos a salir nunca del lodazal, a menos que aparezcan líderes que destranquen este estancamiento y puedan inspirar al pueblo a rebelarse. Encuestas dadas a conocer por el periodista Norberto Mazza indican que un 67% de los venezolanos quiere calle, protesta, rebelión, actos creativos de desobediencia civil. Solo parecen esperar líderes que los lleven por ese camino. Por cierto, ese líder o líderes no tienen por qué ser de la MUD. Pueden venir de cualquier sector de nuestra sociedad civil. Según las encuestas los tres líderes con más aceptación en Venezuela son Leopoldo López, Henrique Capriles y, lejos, Henry Ramos Allup. María Corina está muy baja, a pesar de sus admirables esfuerzos. Para mí esta admirable compatriota debería estar de segunda, después de Leopoldo.   
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Post data: en lo que sí está de acuerdo el grupo es que la MUD debe llevar a cabo una renovación de su liderazgo. Gente como Timoteo Zambrano debe irse, no más guabineo entre los líderes. Un nuevo Secretario General es necesario. Cuando el equipo de béisbol está perdiendo botan al manager, no porque el manager sea mala gente sino porque el equipo requiere un nuevo motor.  

¿Quién podría ser un nuevo Secretario General? Se barajaron varios nombres entre el grupo, pero solo uno pasó, unánimemente, el examen. No estoy en libertad de dar su nombre aquí.  

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