lunes, 9 de enero de 2017

Fernández, Rosales y Falcón: viaje al abismo moral


Eduardo Fernández es un venezolano inteligente y ha tenido una limpia trayectoria democrática.  Por eso no logro comprender como dice lo siguiente: “el inicio de un año nuevo siempre debe ser abordado con optimismo y con ilusión. Me dirán mis apreciados lectores que habría que ser muy optimista para imaginar que el año nuevo nos pudiera traer, por ejemplo, un gobierno nuevo. Un gobierno que surgiera del acuerdo entre gobierno y oposición. Un gobierno que fuera producto del diálogo y de la apreciación de la crisis que está viviendo Venezuela”.
Para Fernández la solución a nuestra tragedia es la formación de un gobierno negociado integrado por miembros de la oposición y del régimen, surgido del “diálogo” y de un acuerdo entre ellos. Y cita como vigente la consigna de Cipriano Castro de 1898: “Nuevos hombres, nuevos procedimientos, nuevos ideales”.  
Para Eduardo Fernández “el país necesita un cambio de gobierno. Lo ideal sería que ese cambio de gobierno fuera resultado de un gran acuerdo nacional, con una agenda muy clara y muy precisa, y con una composición humana que incluya a la gente más competente del país”, un gobierno que pueda recibir el respaldo de todo el país: el ejército, la iglesia, los empresarios y los trabajadores. En suma: “un gobierno de unidad nacional”.
Para Fernández la solución para resolver el estado de infección que tiene a Venezuela al borde de la muerte no es eliminar la infección sino mezclar el pus con glóbulos blancos, diluyendo la infección sin eliminarla. Pide la coexistencia pacífica del régimen con la oposición, pide un arroz con mango moral, la cuadratura del círculo ético. Si hubiera vivido en la Alemania de Hitler pediría un gobierno de coalición nazi-judío, como si la solución de problemas que atañen a la ética colectiva pudiesen resolverse creando un híbrido moral bueno-malo, un cóctel de pus y glóbulos blancos, que no fuera ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.
¿Cómo se llegaría allí? Pues, muy fácil, a través de un diálogo, de una negociación, de un arreglo con el régimen, lo cual solo requeriría hacer ciertas concesiones, como también lo piden el Sr. Manuel Rosales y el Sr. Henri Falcón.  
Lo único que tiene de positivo esta postura es que termina por deslindar la oposición verdadera de la oposición falsa. Esta mezcla de pus con glóbulos blancos conduciría a la sobrevivencia de la infección y a la progresiva conversión de los glóbulos blancos en pus. Como dice el ex-presidente de Costa Rica, Oscar Arias:
Cualquier sombra de justicia que quedara aún en el régimen chavista se disipó en el año 2016. Las violaciones a los derechos humanos no solo continuaron sino que se profundizaron. Antes que nada, está la terrible afrenta de un régimen que se aferra a sus delirios políticos y a sus teorías de la conspiración frente a un pueblo que padece hambre. A eso se suma la situación de los presos políticos, que no solo sufren prisión por el hecho de pensar distinto sino que además padecen enfermedad y condiciones infrahumanas frente a la total pasividad de las autoridades venezolanas.
La historia juzgará a quienes, sabiendo lo que ocurría en Venezuela, decidieron mirar en otra dirección”.

La senda que transitan Fernández, Rosales y Falcón va en esa otra dirección, conduce al abismo moral. 

2 comentarios:

  1. Es insolito que gente avesada y con a~nos en actividades politicas no entiendan que el regimen chaburro no suelta el poder bajo ninguna circunstancia producto de un dialogo o algo parecido. Ye van tres o cuatro pseudo-negociaciones que suceden cuando el regimen se ve contra la pared, y solo han servido para darle tiempo de recuperarse y seguir jodiendo!
    Esta gentuza solo saldra si hay una poblada que los cuelguen del primer poste, o un golpe militar que hoy no hay posibilidad con unas FF.AA. corruptas y traidoras que tienen los cubanos de jefes.

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  2. Falcon es el peor de todos,

    yo lo conoci en una panaderia de la av. Los Leones en Barquisimeto por 1999. Era un renacuajo resentido con aires de Ezequiel Zamora, un divo del chavismo, y un tipo que juega a dos bandas por el billete.

    Muy mal veo a Venezuela en manos de esta camada de pajarracos.

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