THE untold want, by life and land ne’er granted, | |
Now, Voyager, sail thou forth, to seek and find. Walt Whitman Los silenciosos deseos nunca concedidos por la vida Ahora anda, viajero, a buscarlos y encontrarlos |
En 2017 se cumplen 14 años de mi salida de
Venezuela. En mi caso se trata de un viaje sin retorno, dada la situación que
prevalece en el país y mi avanzada edad. Pero en este punto deseo hacer mi
primera afirmación positiva: La ausencia
física no es tragedia si uno se lleva adentro el país que dejó. La memoria
nos permite vivir en la patria a voluntad. Más aún, la ausencia física tiene la
virtud de idealizar lo que dejamos atrás, de manera que es posible borrar de
nuestra mente las horribles verrugas morales y las llagas físicas del país en
el cual debe vivir el venezolano de hoy.
Hace 14 años dejé mi hogar en una zona
rural de Venezuela, donde vivía rodeado de árboles frutales y majestuosos
araguaneyes. Mis últimos recuerdos son los de la vaca de mi vecino comiéndose
mis cayenas. Lo único que lamento es haberme ido sin tomar represalias, es
decir, sin comerme la vaca. Mi casa la construí con ayuda de la gente del
lugar, un caserío donde no había cine, no había sacerdote, no había teléfonos
pero, eso sí, tenía unas siete bodegas donde abundaban la cerveza y el
aguardiente. La gente era buena pero lo esperaba todo del gobierno. Me imagino
que en este momento todos ya tendrán el Carnet de la Patria.
Hoy día, trasplantado al estado de
Virginia, un estado de USA con predilección por lo rural, me siento más
liviano, sin la abrumadora carga espiritual que conlleva vivir en una sociedad
esclavizada. Mi tranquilidad se deriva del disfrute de lo que Aquiles Nazoa
llamaba “Las cosas más sencillas”, la capacidad de descubrir lo maravilloso de
lo obvio, el encanto de lo cotidiano. Si
tuviese que resumir esta vida en Virginia en una sola palabra diría que es “predecible”.
Esa predictibilidad es la clave de la felicidad para quienes ya somos miembros
de la tercera y hasta la cuarta edad. En Venezuela la palabra clave que regía
nuestras vidas era el azar, el nunca saber que iba a sucedernos, hasta llegar a
preguntarnos si regresaríamos a casa vivos, aun cuando nuestra salida fuese
solo al mercado, al consultorio médico o al cine. Ya en 2003 se acentuaba la
escasez y las bodegas del área donde vivía, entre Carabobo y Cojedes, apenas
exhibían lánguidas lechugas y plátanos negruzcos de aspecto desesperanzado. Y, ya
en cada esquina, era inevitable ver un afiche del gran defensor de los pobres.
Como bono de mi vida fuera de Venezuela
está la cálida acogida que he tenido. Aun cuando los Estados Unidos ya no es el
mismo país de gente ingenua y abierta que conocí en mis años de estudiante
universitario, continúa siendo un país de gente cordial y generosa. Me siento
aceptado por nuevos amigos, vecinos y colegas. Todavía consigo trabajo remunerado,
a mis 83 años, traducciones, artículos pagados, una que otra consultoría, lo
que llaman en Venezuela, matar tigritos. Y mucho de ese trabajo lo puedo hacer
sin quitarme la piyama. Cuando presento mi declaración de impuestos he
experimentado la maravillosa sensación de recibir un re-embolso. Soy invitado a
dar charlas sobre mi patria y sobre la región latinoamericana en muchas
ciudades del país y, en algunas ocasiones, hasta me pagan honorarios, aunque
confieso que pagaría por hacerlo.
El contraste entre los paisajes de Venezuela
y de USA paisaje es significativo. Venezuela es un hermoso país. El Caroní
encontrándose con el Orinoco es una visión inolvidable, como lo es el vuelo
súbito de miles de loros multicolores para quien pasa en helicóptero cerca de
un tepui. La puesta de sol en Juan Griego es extraordinaria y los llanos del
Táchira son muy hermosos. Pero el paisaje venezolano en el cual el ser humano
tiene participación y responsabilidad deja mucho que desear: los jardines están
invadidos por la maleza, la basura se acumula en las calles, las paredes están pintoreteadas
y llenas de propaganda chavista.
En Virginia me asomo por la ventana y veo las calles cuidadas, los árboles y flores bien tratados, hay respeto por la naturaleza y por la comunidad. Ello ha intensificado mi amor por el paisaje y ha promovido mis deseos de participar activamente en tareas de mejoramiento del sitio donde vivo.
En Virginia me asomo por la ventana y veo las calles cuidadas, los árboles y flores bien tratados, hay respeto por la naturaleza y por la comunidad. Ello ha intensificado mi amor por el paisaje y ha promovido mis deseos de participar activamente en tareas de mejoramiento del sitio donde vivo.
¿Por qué se emigra?
Hoy en día, la gente emigra por las razones más diversas, millones de seres humanos están en movimiento en todo el planeta, en masivas oleadas que asemejan las grandes migraciones de Caribú en Alaska o de antílopes en el Serengueti, al norte de Tanzania. Lo que domina esos movimientos es la necesidad primaria de sobrevivir en buena forma, física y espiritualmente. No es falta de amor, o de patriotismo, o carencia de sentimientos. Al contrario, no hay nada como la ausencia para exacerbar el amor por el terruño. Nuestra Venezuela ya no es una excepción a ese gigantesco movimiento humano, desde áreas inhóspitas a áreas que ofrecen mejor calidad de vida. Sobre todo porque en nuestro país existe un régimen político que viola los principios de millones de venezolanos, quienes necesitan seguir viviendo en libertad. Cada quien emigra por razones diferentes pero todos quienes lo hacen en búsqueda de su realización. Mi sueño siempre ha sido ser un Buen Ciudadano. Por muchos años pude serlo en Venezuela pero esto se convirtió progresivamente en una misión imposible; Pagar impuestos y mis cuentas de electricidad, obedecer las leyes y regulaciones de tránsito, cooperar con los vecinos para mejorar la comunidad, vivir civilizadamente y en paz, se fue haciendo cada vez más difícil. Un día fui a pagar mi factura de luz en Tocuyito y fue imposible. Perdí la paciencia y amenacé con prenderle fuego a la oficina, para lo cual me hubieran sobrado entusiastas colaboradores. De inmediato la Gerente de Eleoccidente me dijo: “Págueme lo que usted quiera, pero no me queme la oficina”. Ese día supe que tenía que irme del país porque me estaba convirtiendo en un salvaje, única manera de sobrevivir en aquella jungla de corrupción e ineptitud.
Tengo 14 años sin ver una cucaracha
Mi liberación de las cucarachas no es, por
supuesto, la razón fundamental de mi felicidad, pero ayuda. Salgo a caminar por la mañana sin tener que
usar un bastón para defenderme de los perros del vecino y sin temor a
enfrentarme con posibles asaltantes. Los pájaros que encuentro en el camino no
vuelan despavoridos, ya que están acostumbrados a que nadie les haga daño.
Regreso a casa a bañarme y… el agua fluye de la ducha. He olvidado lo que es un
apagón. Todavía prevalece la confianza en las transacciones ordinarias que debe
hacer un ciudadano. En Venezuela tuve una cuenta en el mismo banco por más de
30 años y cuando quería hacer una transacción que no fuera rutinaria, como
enviar una transferencia o hacer efectivo un cheque contra otro banco, tenía
que probar, una y otra vez, que no era un malhechor. En Virginia es posible vivir modestamente y
disfrutar, al mismo tiempo, de un razonable nivel de calidad de vida. Tener
dinero es importante pero la sociedad ofrece disfrute a bajo costo: conciertos,
paseos en bellos parques, eventos culturales, centros de reflexión (Think
Tanks), transitar por las carreteras en la inmensidad del país, con hoteles y
restaurantes de precios módicos. Cada pequeña ciudad o pueblo tiene sus
festividades y su personalidad propia y el turismo interno es rico en ofertas. En
USA un plomero, un agricultor o un ingeniero tienen similar acceso a las cosas
básicas de la vida: un auto, una educación para los hijos, un hogar, viajar.
Por supuesto, el auto frecuentemente no es el mismo pero todos nos transportan
de A hasta B sin problemas. Hay pocos cacharros en la vía. Ser propietario de
una vivienda es relativamente fácil gracias al acceso al crédito bancario y a
las bajas tasas de interés. La inflación es muy baja. Cuando llegué hace 14
años el kilo de papas costaba más o menos lo que cuesta hoy en día y siempre
hay papas chiquitas, grandes, amarillas, blancas, una variedad que haría
desmayar de nuevo a Robin Williams (Moscú en el Hudson).
No todos los emigrantes se adaptan bien
En USA hay que trabajar duro y ahorrar para
el futuro. He encontrado a latinoamericanos en USA con años de permanencia en
el país quienes me hablan de lo “mal que
se vive aquí” y de su gran deseo de “regresar a sus países”. Sin embargo, no lo
hacen, por lo cual pienso que es parte de una actitud de inconformidad crónica
ante la vida, no importa donde se encuentren.
Recomendaciones de un emigrante ya “veterano”.
Basadas en mi experiencia personal estas
son las recomendaciones que hago a quienes están contemplando emigrar.
1. Piensen
bien sobre la decisión pero no teman tomarla
Goethe decía que cuando uno toma una
decisión todo comienza a actuar a nuestro favor. El gran enemigo de nuestra
decisión es la inercia, esa tendencia humana muy natural a seguir viviendo en
el día a día. La inercia nos puede llevar a lo que Aquiles Nazoa llamaba darle
vueltas a la noria. Aquiles agregaba que ello puede ganarnos un obituario tal
como: “Ha muerto el Secretario del Juez Municipal”. Al tomar la decisión
veremos que siempre habrá gente dispuesta a ayudarnos.
2. Aprovechemos
el cambio de ambiente para ser cómo queremos ser
Fui un adolescente muy tímido. En Los
Teques mis amigos se burlaban de mi aspecto desgarbado. Cuando me fui a
estudiar a Tulsa, Oklahoma, donde nadie me conocía, me decidí a cambiar de
tímido a extrovertido. El resultado fue mágico. Hasta me eligieron Maestro de
Ceremonias del Show de la Universidad, en el cual eché chistes en “Spanglish”,
canté y bailé. Podemos beneficiarnos de salir de nuestro ambiente tradicional
en el cual ya hemos adquirido una personalidad, para cambiar lo que deseamos
cambiar de ella. Podemos reinventarnos.
3. Seleccionemos
el sitio donde queremos vivir, tomando en cuenta nuestras inclinaciones
naturales, ancestro, idioma y facilidad de adaptación
En mi caso nunca tuve dudas de que USA era
el país donde quería vivir. Hablaba el idioma, me gustaba la gente, la manera
de vivir. Reconozco que USA puede ser difícil para quien no hable inglés y que
ello requiere de un proceso de aprendizaje que puede ser duro. Un emigrante
venezolano de ancestro italiano o español se sentirá naturalmente inclinado
hacia estos dos países, ambos maravillosos. Quien busque minimizar el
choque cultural puede ir a Perú o Chile, dos países que disfrutan de un
nivel de desarrollo muy atractivo. Costa Rica es simplemente extraordinaria y
allí quieren mucho a los venezolanos. Colombia, por supuesto, está muy cerca y
se parece tanto a nosotros que hasta quien hace de presidente en Venezuela es
de allá.
Yo sentí una atracción especial por USA
porque me gustan las estaciones muy marcadas: primavera,
verano, otoño e invierno. Parecería que se vive mucho más, al poder dividir el
año en cuatro segmentos en los cuales uno se viste, ve, hace
y hasta come de manera diferente. Es como vivir cuatro mini-años en uno. Uno no
habla únicamente del 2016 sino sobre el verano o la
primavera de 2016.
4. Lleguemos
a trabajar en el nuevo país en lo que sea, sin complejos.
Cuando llegué a USA, en 2003, traté de
entrar a trabajar en una tienda inmensa llamada “Total Wine”, como
consultor de vinos. Sin embargo, cometí el error de citar en mi C.V. que había
estado en Harvard, en Johns Hopkins, blá blá… y me desecharon por tener
credenciales en exceso de los requerimientos de la posición. Después encontré
sitios más acordes con mi experiencia. Lo que es admirable es que a mi edad
todavía encuentro trabajo. Quien quiere trabajar en USA algo encuentra. Todo
trabajo dignifica.
5. Entremos
a formar parte de la comunidad.
Es perfectamente natural continuar apegado
sentimentalmente al terruño pero sin desconocer la necesidad de
incorporarnos activamente a la nueva comunidad. Hay compatriotas que
viven años en un país “sin salir” de Venezuela. Ello no es aconsejable porque
buena parte de la experiencia tiene que ver con ampliar las fronteras de
nuestro mundo espiritual y convertirnos en ciudadanos en el país que nos
recibe.
6. Combina
lo bueno nuestro con lo bueno del país que nos recibe
No pensemos que Venezuela es el ombligo del
universo y que somos tan chéveres que no necesitamos incorporar otras
costumbres a nuestra manera de ser. Es mucho lo que podemos aprender de otras
culturas, tanto en los hábitos cotidianos como en la manera de ver la vida. La
vida universitaria en USA, por ejemplo, es rica en experiencias formativas para
el joven. Se vive en la universidad, se respira el ambiente universitario, es
posible dedicarse a aprender sin conflictos que nos distraigan. Las tradiciones
de otros países son hermosas, el grado de civismo puede ser aleccionador,
algunas comidas pueden llegar a gustarnos tanto como las nuestras. No solo de
arepas vive el hombre. Quien emigra tiene la maravillosa oportunidad de
disfrutar de las buenas cosas y cualidades humanas existentes en las dos
sociedades, la que deja y la que lo recibe. La transculturización no es
negativa, a menos que signifique la pérdida total de nuestra identidad
original. Vivir en otras países nos libera del patrioterismo, no nos hace menos
patriotas.
7. Trabajemos
por nuestro país desde afuera, ello es enteramente posible
Quien piense que el emigrante pierde la
capacidad y, por lo tanto, el derecho a participar en los asuntos de su país de
origen, se equivoca. En Venezuela yo iba a las marchas, uno entre miles,
protestaba frente al CNE, me reunía con amigos para discutir los asuntos
candentes, escribía artículos sobre la situación venezolana. Desde que vivo en
USA no puedo ir a marchar pero viajo por todo este país dando charlas sobre la
situación venezolana, escribo profusamente sobre nuestros asuntos. Gracias a la
existencia de numerosos institutos de estudios latinoamericanos y
universidades, puedo participar en foros, congresos y reuniones e influir sobre
la opinión pública y/o las autoridades del país donde vivo. Protesto frente a
la OEA y frente a la embajada del régimen. Hago la misma bulla o hasta más
bulla que la que hacía en Venezuela. Estoy libre de la distracción que representa
tener que sobrevivir de manera precaria en el ambiente viciado de mi patria.
8. Tratemos
de desarrollar un espíritu universal
Desde Achaguas hasta Ulán Bator el ser
humano es el mismo, quizás no en el sesgo de sus ojos pero si en la naturaleza
de sus sueños, anhelos y esperanzas. Ello significa que nadie en este planeta
debe ser visto por nosotros como un “extranjero”. Siempre
encontraremos la misma cualidad humana, no importa donde vivamos y con quien
hablemos. La misma identidad subyace al pobre y al rico al amarillo y al
blanco. Nunca olvidemos que somos, en esencia, ciudadanos del mundo. Llegará un
día en que podamos decir, desde Marte o desde el Manojo de Mircea: “nuestra
patria es La Tierra”. El concepto de diáspora se debilita cada vez más, porque
no puede haber dispersión si permanecemos dentro de nuestro hogar, el planeta
Tierra, el pequeño planeta azul perdido en la inmunidad del Cosmos.
Bienvenido a su tierra el emigrante.
Felicitaciones por ese escrito !!!
ResponderEliminarOtro pais interesante para emigrar es Canada. Antes era mas sencillo que ahora,
ResponderEliminarcuando yo fui a la entrevista en Altamira practicamente tenia todo a la mano, el
proceso duro 24 meses pero valio la pena. Mas o menos 2002-2003 tambien.
Ahora creo que ni embajada hay en Venezuela, y me imagino que ya el programa FSW
o no existe o ha sido modificado. Creo que fue una oportunidad unica de la Providencia
para largarnos de Venezuela porque lo que venia era inevitable.
Australia tambien pidio inmigracion por esa epoca. Ya no.
La vaina es que si uno va y se quedaba en esa vaina las probabilidades de sobrevivir al hampa eran reducidas.
ResponderEliminarFijese, Coronel, aqui tiene una muestra de lo que esta pasando en Venezuela:
http://elestimulo.com/climax/el-narcotrafico-consumio-a-san-juan-de-las-galdonas/
Es casi igual/peor que Siria.
Gustavo mira a esta joyita la carita que tenia:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=fkmApSkavXY
Los chavistas estan aferrados al poder porque saben que si lo dejan lo de Eichmann quedara como un cuentico de hadas.
Y emigrante! Digo inmigrante!
ResponderEliminarNunca olvides que los Ingleses son peorros con documentos y eso de Notarias, Poderes, y el so dicho Testamento! No vaya ser que los tribunales lo desplumen a sus so dichos herederos ! O el testamento lo desherede!
Bueno, increible, pero se vive mejor!
La pira de la quema de casas de madera es de tiempos antiguos, creanme, y males instalaciones cable de luz de bajo calibre!
Que mas!
verga al ultimo anonimo que escribe todo terminando con los !
ResponderEliminarNo se le entiende un carajo.