Petróleos de Venezuela muere a puñaladas y hachazos

La empresa petrolera de Venezuela es hoy una bestia agonizante, llena de heridas. Unas fueron causadas por el puñal esgrimido por Rafael Ramírez, quien la manejó por diez largos años, permitiendo su conversión en una quincalla importadora de comida podrida, hablando de negocios gigantescos que nunca cristalizaron y utilizándola para perpetuar al narco-régimen en el poder y enriquecer a una minoría de gerentes y contratistas, cuyos nombres ya son bien conocidos por venezolanos y extranjeros. Durante estos diez largos años de destrucción PDVSA pasó de producir 3 millones de barriles diarios a unos 2.2 millones de barriles diarios, los empleados se triplicaron, pasando de 40.000 a 120.000, las deudas se cuadruplicaron y un grupo de negociantes turbios en combinación con la gerencia saqueó a la empresa, como lo demuestran los casos de Roberto Rincón, de Wilmer Ruperti, de Derwick Associates, de PetroSaudí, de la gabarra hundida Aban Pearl, del manejo de contrabando de gasolina en combinación con miembros de las FF.AA., de la importación de comida podrida por parte de PDVAL, de los contratos dados a dedo con groseros sobreprecios en la Faja del Orinoco, de los taladros fantasmas, de la certificación fraudulenta de reservas probadas en la faja del Orinoco, del saqueo de los fondos de jubilación de los empleados, de las acusaciones de extorsión a empresas extranjeras mencionadas por el Wall Street Journal, en fin, toda una serie interminable de actos criminales, dolosos y abusivos que condujeron al total desprestigio de la empresa en el sector petrolero internacional.  Una investigación llevada a cabo por la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional estableció que durante la presidencia de Rafael Ramírez no menos de once mil millones de dólares habían sido malgastados o sustraídos, una suma gigantesca que lamentablemente es apenas una fracción de lo que ha sido desperdiciado por esa PDVSA prostituida.

Una vez que Ramírez salió de PDVSA y fue reemplazado por Eulogio del Pino, quien poseía mejores credenciales profesionales, el puñal fue reemplazado por el hacha. Durante estos últimos cuatro años PDVSA ha sido descuartizada, vendida en subasta, entregada a los obreros para su gerencia y la operación de la faja quitada a algunos de los corruptos antiguos y dada parcialmente a una empresa militar que sabe de petróleo lo que nosotros sabemos de sánscrito. En las manos de del Pino, la puñalada semi-escondida que se utilizó para masacrar a PDVSA en tiempos de Ramírez ha sido reemplazada por el hachazo inmisericorde. Las refinerías simplemente no funcionan, se han vendido lo activos en el exterior, se importa gasolina de USA para regalarla en Venezuela, se firman contratos fantasmas con empresas de maletín como CAMIMPEG, se hipoteca CITGO, se endeuda a la empresa de manera galopante y vemos como los pedazos de PDVSA son perseguidos por los acreedores en los tribunales de todo el planeta.  En estos días vemos como un par de españoles especuladores ex-Repsol, acaba de ponerse, ilegalmente, sin aprobación de la Asamblea Nacional, en el 40% de una porción de la Faja, aportando un bono de $400 millones que servirá para pagar algunas de las deudas de la empresa, en una acción que tiene ramificaciones políticas, puesto que ello ha servido para aplacar las críticas del gobierno español en contra del narco régimen. También en estos días vemos como uno de los ex-compañeros de Ramírez , Orlando Chacín, es acusado de corrupción por la nueva administración de la empresa, en lo que se convierte progresivamente en un ajuste de cuentas entre dos pandillas.  

Mientras esto ocurre la producción petrolera de PDVSA ha bajado a unos 1.9 millones de barriles diarios, mucha de la cual es generada por las empresas extranjeras todavía operando en el país. Sin embargo, el obeso Herman Escarrá, con la aprobación del lamentable ministro del sector, Martínez,  amenaza con confiscar estas empresas tan pronto la grotesca Constituyente entre en acción.

Los vulgares y sangrientos hachazos de del Pino en contra de PDVSA se mezclan con absurdos cuentos sobre ilusorias rebajas de costos de producción y con falsos anuncios sobre contratos gigantescos firmados con los rusos y los chinos. Los mismos memorandos de entendimiento firmados hace cinco o más años, los cuales nunca producirán resultados concretos, se firman cada cierto tiempo y son anunciados como nuevos. Ya los socios extranjeros saben que su dinero está en peligro inminente de perderse y tratan de salvar lo salvable. Más que petróleo PDVSA solo produce anuncios fraudulentos y maniobras políticas y politiqueras diseñadas para ocultar su lamentable realidad ante un país que no parece conocer la diferencia entre Petro Junín y los jeroglíficos de Guayana.   

PDVSA es ya irrecuperable y los futuros gobiernos deberán crear un nuevo modelo de gestión petrolera, uno en el cual desaparezca este antro de podredumbre que un día fue una empresa de prestigio internacional y la participación estatal se reduzca al mínimo.