**** Invitación
al debate petrolero que nos hace “VENEZUELA ENERGÉTICA”, de
Leopoldo López y Gustavo Baquero
Con
un extraordinario prólogo de Moisés Naím
He leído con
sumo interés el libro de Leopoldo López y Gustavo Baquero, “Venezuela Energética”, en el cual los autores
hacen un importante planteamiento sobre la estrategia energética que debe
seguir el país para lograr – como dicen en la portada - ”el bienestar y el
progreso de los venezolanos”. Espero que la aparición de este libro tenga el
impacto deseado por los autores de promover el debate sobre nuestra industria
petrolera, o lo que queda de ella. Los
autores ponen sobre la mesa de discusión, con audacia y sentido de responsabilidad,
un importante planteamiento expresado con sencillez, visión política y
conocimientos técnicos sobre lo que el país debería hacer con su industria petrolera en las cuatro o
cinco décadas de oportunidad que parecen quedarle.
El libro es
importante no solo por lo concreto de
sus planteamientos sino porque combina
las visiones de un joven político
venezolano llamado a tener una participación protagónica en el futuro
venezolano y de un competente experto petrolero, con experiencia tanto en el
sector académico como en el sector petrolero internacional. Por supuesto, este
libro no es el primer planteamiento estratégico sobre el futuro petrolero venezolano
que se hace en lo que va de siglo pero si uno de los más detallados. Importantes artículos y recomendaciones sobre
el tema han sido ya publicados y circulan en los sectores académicos y técnicos
relacionados con la industria petrolera nacional e internacional. De memoria
puedo enumerar el extraordinario trabajo de Pedro Luis Rodríguez y Luis Roberto
Rodríguez de Rodríguez, publicado por el IESA en 2012; el de Luis Pacheco (Marco Estratégico para el
Sector de los Hidrocarburos”), publicado en 2006; los excelentes trabajos de
Francisco Monaldi et al, desde las universidades de Harvard y Rice, en USA; los
perseverantes análisis e importantes recomendaciones de Diego González Cruz, desde
COENER y CEDICE; las recomendaciones sobre la asignación directa a los
venezolanos del ingreso petrolero hechas en la década de 1990 por Francisco
Monaldi (padre) y Alberto Quirós Corradi, así como las más recientes
recomendaciones similares hechas por Per Kurowski; las presentaciones de
prospectiva petrolera hechas por miembros del Centro de reflexión COENER y algunos
de mis propios escritos, en especial uno sobre el posible modelo futuro
gerencial de la industria petrolera venezolana publicado en el Journal of
Energy, de Julio 2012, ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2012/08/articulo-sobre-petroleo-en-el-journal.html
Sería muy
deseable ver una bibliografía sobre este tema en una segunda edición del importante
libro que hemos leído.
El libro de
López y Baquero va un tanto más allá de los trabajos citados, al incluir un recuento
de los cien primeros años de historia petrolera venezolana, una excelente discusión
del entorno petrolero mundial y de conceptos petroleros fundamentales, tales
como “peak oil” y peak demand” y un análisis del comportamiento de PDVSA, la
empresa petrolera estatal, todo ello antes de llegar al planteamiento medular, lo
que deberá hacerse en el futuro. La propuesta central se expone en la tercera
sección del libro e incluye una
descripción de los recursos de petróleo pesado, liviano y gas natural
venezolano. En base a esta abundancia de recursos los autores proponen aumentar
significativamente la producción actual, abandonando la política tradicional de
defensa de los precios y estableciendo una distribución directa de parte del ingreso petrolero entre todos
los venezolanos por la vía de lo que llaman un FONDO PETROLERO VENEZOLANO.
Mis
comentarios incluyen breves referencias a las dos primeras partes del libro y
algunos más detallados sobre el planteamiento incluido en la tercera parte.
PRIMERA
PARTE: LOS PRIMEROS CIEN AÑOS, páginas 43 a 115
Esta primera parte del libro es excelente y
factual. De la lectura de esta porción del libro es posible comprender el papel
de Arturo Uslar Pietri como protagonista sobre este asunto, de estatura solo
comparable a la figura de Juan Pablo Pérez Alfonzo. No solo por su llamado a “sembrar el petróleo”
sino por su estelar actuación como ministro de Hacienda durante la década de
1940 y, por su aguerrido enfrentamiento con Betancourt y Pérez Alfonzo en torno
a la política de no más concesiones
implantada por AD durante los años de 1960 (aunque este épico debate no es objeto
de análisis en el libro).
En esta
sección del libro aflora una opinión, repetida en el texto con frecuencia, según la cual el concepto de
“sembrar el petróleo” deberá ser sustituido en la mente de los venezolanos
(página 163) porque “no ayuda a
desarrollar al máximo el potencial energético de Venezuela”. López y
Baquero plantean la necesidad de renovar este paradigma. Ciertamente, su
propuesta de darle a cada venezolano mayor de edad una porción del ingreso
petrolero representa una diferente vía estratégica. Sin embargo, pienso que el
mensaje de Uslar, la sensata utilización del ingreso petrolero para
diversificar la economía y sentar las
bases de una economía no rentista, permanece válido. Lo que ha fracasado no es
el llamado de Uslar sino su ejecución. La estrategia de diversificación fue
incorrectamente implantada. Lo que dijo Uslar Pietri fue: “Urge aprovechar la riqueza
transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y
amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra
verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas
para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura,
la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una
maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la
afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la
evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales.". Lo que Uslar Pietri y Pérez Alfonzo consideraron como una “maldición” no
era el recurso en sí, tanto como su mala utilización o su desperdicio. Y el
tiempo les ha dado la razón. Aunque no
es este el tema central del debate propuesto es una de las discusiones que probablemente
serán generadas por el libro.
La sección
dedicada a lo que López y Baquero denominan correctamente la “estatización” de
la industria petrolera (ya que no fue una verdadera nacionalización) podría haber
incluido una mención del gran debate petrolero de los años 1973-1975 sobre esta
decisión. Según López y Baquero la “nacionalización” fue el producto de un “gran consenso nacional” (página 84). El intenso
debate que se llevó a cabo en esos años sugiere que ello no fue tan claramente
así y que la decisión fue considerada como esencialmente política, a pesar de
la oposición de sectores importantes del país, incluyendo la de muchos de los
técnicos que gerenciaban la industria. El temor que ellos tenían sobre la
politización de la industria petrolera se vio confirmado años después,
inclusive antes de que llegara Chávez al
poder. Creo que esa decisión política de estatizar la industria petrolero contiene
una lección que aún no ha sido debidamente aprendida por los venezolanos. Yo la
consideré siempre un error, no porque los venezolanos no supieran cómo
gerenciar la industria sino porque sospechaba que la politización era
inevitable. Y, por supuesto, con Chávez mis peores expectativas se vieron
rebasadas.
En la página 105
hay una aseveración que posiblemente causará alguna controversia. Dicen los
autores: “En líneas generales [el
gobierno de Hugo Chávez] siguió la política petrolera de Pérez Alfonzo”.
Creo que esta es una afirmación que deberá ser clarificada en una segunda
edición.
SEGUNDA PARTE.
ENTORNO ENERGÉTICO MUNDIAL, POTENCIAL DE VEEZUELA Y DESEMPEÑO DE LA PDVSA
ACTUAL (páginas 117 a 158)
Esta sección del
libro es muy interesante y didáctica. Concuerda con el pronóstico de una
predominancia de los hidrocarburos en la oferta energética mundial por las
próximas dos décadas, pero advierte sobre la tendencia al uso creciente de
fuentes energéticas renovables y menos contaminantes. Cuando hablan de
Venezuela como potencia petrolera de primer orden se preguntan la razón por la
cual el país ha bajado tan rápidamente en importancia durante las últimas
décadas. La razón, dicen, no es de escasez de recursos, ya que ellos validan la
tesis de que Venezuela posee las “reservas
más grandes del planeta”, página 127. Esta es una aseveración que probablemente
solo tiene valor académico, pero que no
deja de ser errada. Las reservas probadas “certificadas” en la Faja fue
manipulación política de Chávez, un
burdo fraude técnico. Se hizo simplemente doblando el llamado factor de recobro
de petróleo “in situ” de 10% a 20%, algo que representó una violación de las
regulaciones internacionalmente aceptadas en materia de cálculos de reservas
petroleras. Digo que ya parecería académico discutir esto, a no ser para poner
las cosas en su justo lugar, porque aún con reservas probadas basadas en un
factor de recobro del 10% en lugar del 20% arbitrariamente utilizado por Chávez,
las reservas petroleras venezolanas actuales pueden considerarse infinitas, cuando se ven bajo la óptica de una
vida útil para tales reservas de no más de cinco o seis décadas. Esta afirmación sobre lo infinito de las
reservas venezolanas ya la hizo Pacheco en 2006 y es reiterada por López y
Baquero en su libro. Estoy de acuerdo con esta apreciación (página 132), la
cual forma una de las bases fundamentales de la proposición de López y Baquero de
abandonar la defensa de los precios, para ir a un significativo aumento de
producción. Estoy también en total acuerdo con lo planteado en el libro sobre
la alta probabilidad de que muchos de los barriles de petróleo de la Faja del
Orinoco se queden en el subsuelo, debido a la decisión que parece irreversible
de abandonar progresivamente los combustibles fósiles – sobre todo los de mayor
poder contaminante – en aras de fuentes más limpias de energía.
La incapacidad de
Venezuela de aumentar su producción se debe a la ineptitud y corrupción del
régimen venezolano actual. Aunque es cierto que la calidad del petróleo de la
Faja es muy baja, también es cierto que la PDVSA pre-Chávez había logrado
establecer proyectos exitosos de producción y mejoramiento en la zona. Todo eso
se vino abajo con Chávez y colapsó definitivamente con Maduro.
En la página 141
los autores introducen un concepto que es de suma importancia a la hora de
planificar el desarrollo futuro de la industria petrolera venezolana. Se trata
de la declinación natural de los yacimientos. En Venezuela este factor de
declinación natural varía de un yacimiento a otro, dependiendo de factores
tales como calidad del petróleo, mecanismo de producción natural y/o secundaria,
etc. En esencia ello significa que si Venezuela desea elevar su nivel de
producción tiene que compensar primero que todo por la declinación natural de
sus yacimientos. Un ejemplo: Si Venezuela desea elevar su producción en un
millón de barriles en un año tendría que generar una nueva producción que sea
la que se desea, más los volúmenes necesarios para compensar la declinación. A
grosso modo, si la declinación promedio
de la producción petrolera venezolana es, como se dice, un 20% anual, ello
significa que cada millón de incremento neto de producción requerirá de un
aumento real de producción de 1.200.000 barriles diarios. Ese es un esfuerzo
adicional considerable que deberá ser planificado.
Este factor de
declinación de los yacimientos mundiales es utilizado por los autores (página
141) para estimar que hacia el año 2030 habrá una demanda adicional de petróleo
del orden de los 40 millones de barriles diarios, sugiriendo que Venezuela
podría ser un buen candidato para contribuir a llenar ese vacío. No
comprendemos bien este pronóstico ya que esos 40 millones de barriles diarios
parecerían ser solamente para compensar por la declinación natural de los
yacimientos activos. El aumento de la demanda como tal, el cual se pronostica
(International Energy Agency) en unos 10 millones de barriles diarios para
2040, para pasar de los 95 millones de barriles diarios actuales a unos 105
millones de barriles diarios tendría que ser adicional. Este punto debe ser clarificado durante el
debate.
La descripción que
hacen López y Baquero del desempeño de la actual PDVSA (páginas 145 a 159) es
excelente y describe con gran claridad el desastre que ha sufrido PDVSA en
manos del régimen chavista. El gráfico de la página 149 ilustra de manera
dramática la diferencia entre lo que la PDVSA chavista dijo que iba a hacer y
lo que finalmente hizo. Las diferencias entre lo proyectado y la realidad han
sido catastróficas. Para empeorar las
cosas, López y Baquero añaden que los convenios preferenciales, por los cuales
PDVSA no recibe la adecuada remuneración que tendría en el mercado, ya sumaban
en 2015 unos 800.000 barriles diarios.
Al final de esta
sección los autores dicen algo que nos suena demasiado optimista: “hay que resaltar que todavía la empresa
cuenta con talento humano comprometido y con competencia para lograr una buena
gestión…” Siento diferir de esta generosa apreciación porque pienso que la
empresa, la cual emplea hoy más de 150.000 personas, muchas involucradas en
actividades no petroleras, en general desmotivadas y politizadas está más allá
de la recuperación. Sobre esto volveremos más adelante.
TERCERA PARTE. LA
PROPUESTA. Páginas 161 a 306
En la introducción
a esta sección, la más importante del libro, los autores dicen que el petróleo “debe ser visto como una bendición, si se
desarrolla correctamente” y repiten que tenemos “las
reservas más grandes del mundo”. Reiteran que es preciso buscar sustitutos
a frases tales como “sembrar el petróleo” y que debemos desarrollar “una visión profundamente patriótica y
soberana”. Hablan de la etapa de concesiones, en la cual las concesionarias decidían a su antojo
cuanto crecía la producción (página 165). Esta aseveración no es enteramente
correcta, ya que en los años 70 la combinación de regulaciones existentes le
permitía al gobierno decidir los volúmenes de producción, los programas a ser
desarrollados, aprobar los presupuestos, su control era casi total. Por ello se
dijo que lo que Venezuela había “nacionalizado” era el riesgo del negocio.
Los autores
comienzan a plantear, página 166, que la producción debe aumentarse y enumeran sus cuatro propuestas principales:
1. Maximizar la producción petrolera y gasífera
2. Democratizar el petróleo
3. Diversificar la economía a partir del petróleo (esto es, esencialmente, lo
mismo que “sembrar el petróleo”!)
4. Desarrollo sustentable y equilibrio
ambiental.
Estoy de acuerdo, en principio, con estos cuatro pilares. Diferiré con los
autores en alguno de los aspectos del cómo lograrlos.
Antes de desarrollar sus ideas sobre estos pilares López y Baquero hablan
de tres principios que deben ser implantados: confianza, productividad y
transparencia. Sobre ellos, conceptualmente, no tenemos objeción alguna, nadie
podría tenerlas.
Sin embargo, vale la pena comentar que los autores le asignan un peso
preponderante en el restablecimiento de la confianza a “recuperar la confianza de los trabajadores, a quienes se le han
dificultado mejoras en sus contratos colectivos o a quienes se les han negado
beneficios, página 167. Este párrafo está influenciado, en mi opinión, por
un enfoque político más que gerencial. Pienso que la recuperación de la
confianza de los trabajadores en su industria será un asunto esencialmente ético,
de motivación, basado en una verdadera
gerencia honesta y transparente, más que un asunto de beneficios materiales y
contratos colectivos.
Cuando los autores se refieren a la productividad también hacen excesivo
énfasis en aumentar la “capacidad de
liderazgo de los trabajadores”, “así
como mejorar sus condiciones laborales”, página 170. En la misma página insisten en
este enfoque: “Mejorar la productividad
por empleado debe comenzar por las reivindicaciones de los contratos
colectivos, vulnerados constantemente durante los últimos diez años”… Aunque las condiciones laborales son muy importantes,
los ingredientes de productividad y confianza tienen, en mi opinión, bastante
más que ver con la calidad de la gerencia, con la creación de un digno clima de
trabajo y con la relación de respeto que pueda existir entre los miembros de la
organización que con factores puramente reivindicativos.
Concuerdo con López y Baquero en su llamado a una mayor transparencia en el
manejo de la industria petrolera, Los autores lamentan que el debate sobre
petróleo en Venezuela haya sido asunto de las “elites” que gobiernan y de unos
pocos “expertos”, utilizando este término entre comillas. Lo cierto es que la
ignorancia sobre el tema petrolero en Venezuela siempre ha sido extrema. No se
trata de que los venezolanos deban saber sobre tecnología petrolera, sino que
tengan una mejor idea de la naturaleza internacional de la industria y de su
complejidad. Hasta los más destacados venezolanos hablaron alguna vez de “lagos
o ríos subterráneos” de petróleo (Uslar Pietri) o de como el petróleo “se
vendía solo” (Pérez Alfonzo). Elevar el
nivel de conocimiento de la industria petrolera entre el pueblo venezolano solo
será posible con programas educativos sobre el tema que sean tema obligado en
las escuelas primarias y secundarias del país. Dadas las realidades y
tendencias actuales en el sector energético quizás ya es bastante tarde para
eso, no lo sé. Un programa educativo no se puede improvisar en el tiempo,
tomaría un par de generaciones educar a la población sobre el tema. Y el tiempo
del petróleo parece acabarse con cierta rapidez.
Primer Pilar de la Tercera Parte: Maximizar la producción petrolera y gasífera.
Páginas 175-218.
“Volver a convertir a
Venezuela en un líder del mercado energético mundial” es la primera frase de esta sección. En líneas generales concuerdo con la
tesis de López y Baquero de que la producción petrolera venezolana debe ser
aumentada, pero tengo diferencias de énfasis sobre lo que eso significa, así
como en la manera de lograrlo. Creo que hablar de restituirle a Venezuela el
papel de un líder del mercado energético mundial refleja una intención de los
autores que va más allá de una simple recuperación
significativa de nuestra producción petrolera, para tratar de colocar al país
entre los primeros cuatro o cinco productores mundiales. Creo que esta
declaración de intención suena demasiado a la “Gran Venezuela” de Carlos Andrés
Pérez o a la “Venezuela potencia” de Chávez, esas consignas infladas que han presidido nuestros
desastres económicos. Preferiría que se dijera algo más modesto, por ejemplo: Poner de nuevo a Venezuela a producir
petróleo y gas natural de manera eficiente y cónsona con los requerimientos de
un desarrollo nacional armónico”.
Para los autores aumentar significativamente la producción es posible por la abundancia de reservas de hidrocarburos
en forma de petróleo liviano y mediano en las áreas tradicionales, petróleo
pesado en la Faja y gas natural. Mencionan las reservas de unos 40.000 millones
de barriles de petróleo convencional. En realidad, de esos 40.000 millones
solamente unos 22.000 millones son de petróleo liviano y mediano. Hablan de
260.000 millones de barriles de petróleo pesado en la faja y ya he expresado mi
opinión de que tales reservas están groseramente infladas por el régimen. Mencionan las abundantes reservas de gas
natural, las cuales son en su mayoría asociadas al petróleo, es decir, no
pueden producirse a menos que se extraiga el petróleo que se encuentra íntimamente
combinado con el gas en el yacimiento. En todo caso, concuerdo en que la
magnitud de las reservas permite al país un significativo incremento de la
producción, pero las condiciones en las cuales se encuentran esos tres tipos de
hidrocarburos no va a permitir un fácil proceso de incremento de la producción.
El petróleo liviano y mediano se encuentra en miles de pequeños y medianos
yacimientos; el petróleo pesado de la faja requiere tratamientos especiales que
exigen cuantiosas inversiones y la mayoría del gas natural está asociado al
petróleo. Su producción en mayor escala, por encima de una óptima relación
gas-petróleo tendría un efecto negativo
sobre la vida del yacimiento en el cual el gas se encuentre.
Por ello tengo la impresión de que el aumento significativo que proponen
los autores será menor que dos de los escenarios que ellos plantean en la página
198. Los tres escenarios son: Restauración, Renovación y Resignación y
apuntarían a un incremento para llevar la producción en 2035 a unos 6 millones
de barriles diarios , a unos 4 millones de barriles diarios y a unos 800.000
barriles diarios respectivamente. El escenario preferido por los autores,
intermedio entre la restauración y la renovación, colocaría la producción del país
en unos cinco millones de barriles diarios para 2035. Intuitivamente pienso que la cifra más
realista estará entre 3 y 3,5 millones de barriles diarios, el cual podría
llamarse un escenario de moderada renovación. Digo esto por lo siguiente: Los
autores dicen, página 178, que los métodos de perforación del petróleo en las
cuencas tradicionales son sencillos y de bajo costo, lo cual nos parece una
opinión optimista. Añaden, en la página siguiente que existen unos 34.000 pozos
capaces de producir, la mitad de los cuales se encuentran cerrados y pueden ser
recuperados. Agregan que unos 10.000 de esos pozos se encuentran en el Lago de
Maracaibo. Es allí donde ven una mayor oportunidad de incremento significativo
de la producción y describen un escenario en el cual se recuperan estos 10.000
pozos “licitándolos a empresas nacionales pequeñas y medianas que manejen tres
o cuatro pozos cada una”, pagina 181. Ello, dicen López y Baquero, permitiría la creación de unas cuatro mil
empresas nacionales. Los autores añaden
que estos pozos recuperados podrían producir entre 200 y 300 barriles diarios,
por lo cual la producción de este tipo de petróleo aumentaría en unos 2
millones de barriles diarios. Este esquema nos parece impracticable. Los pozos
no son entidades independientes sino partes integrales de un yacimiento, los
cuales no pueden ser divididos entre empresas para su recuperación. La idea de
4000 empresas nacionales trabajando, cada una, unos tres o cuatro pozos desafía
nuestra imaginación, por los múltiples problemas de logística y de ingeniería
de yacimientos que presentaría. Si un
esquema de recuperación de pozos va a ser exitoso, debe ser acometido por
yacimientos, no por pozos y por empresas experimentadas en esta actividad, no
por pequeñas empresas nacionales creadas para tales fines, sin previa
experiencia.
El concepto de López y Baquero es válido, la estrategia operacional no
parecería serlo. Igualmente simplista nos parece la aseveración, página 182, de
que esta actividad requerirá del aporte de servicios y materiales a ser
provistos por empresas nacionales. Esta será una tarea en la cual las empresas
especializadas y de tradición tendrán que hacer el mayor aporte.
La sección dedicada a los crudos extra pesados (Faja) habla de las inmensas
reservas y de su alta rentabilidad, debido al tamaño de los proyectos, los
cuales pueden alcanzar niveles de producción del orden de los 200- 400.000 barriles
diarios de producción. Esto es cierto pero creo que la declinación de la
producción en estos yacimientos es alta y ello significa una intensidad también
alta de perforación para compensar por esa declinación. La producción en esos
campos no será tan fácil de mantener como los autores afirman en la página 183.
López y Baquero tienen toda la razón cuando dicen que la faja del Orinoco ha
sido descuidada, culpando a PDVSA de negligencia. Aunque no hay en el libro (o no la vimos) una cifra de producción estimada para estos
crudos pesados de la Faja, deducimos,
por la discusión general, que los autores le asignarían un incremento de unos
dos millones de barriles diarios en un escenario de Renovación y de, quizás
unos 3-3,5 millones de barriles diarios en un escenario de Restauración. El debate sobre estos escenarios será intenso.
En lo referente al gas, es poco lo que puedo comentar, ya que conozco poco
sobre las verdaderas posibilidades de desarrollo de esta importante fuente de
energía. Sin embargo, pienso que cualquiera estrategia de aumento significativo
de la producción de gas natural deberá tomar en cuenta algunos factores que
podrían ser limitantes: uno, el hecho de que la mayor parte de las reservas son
de gas asociado al petróleo y que el uno no puede producirse sin el otro y sin respetar
una relación gas-petróleo óptima que garantice la salud integral del
yacimiento. El gas es, por decirlo, así, prisionero del petróleo en esos
yacimientos, no es dueño de su destino. Luego, es preciso considerar la
naturaleza del gas costa afuera, sobre todo el de las zonas en el Oriente del
país, el cual parece ser pobre en líquidos, lo cual afecta la rentabilidad de
los proyectos. En tercer lugar, debemos pensar que mucho del gas a ser
producido deberá destinarse al mercado doméstico, en el cual existe un subsidio
que hace poco atractivo para empresas internacionales el desarrollo costa
afuera.
La propuesta sobre el Marco Institucional y Regulatorio
En las páginas 201 a 218 los autores describen el marco institucional y regulatorio que
debería tener la industria petrolera venezolana del futuro. Coincido con ellos
en la necesidad imperiosa de cambiar el desastroso marco existente, incluyendo
– por supuesto – tanto la actual Ley de Hidrocarburos, creada por decreto
presidencial, como el modelo gerencial de la industria. La recomendación de los
autores en este sentido consta de cuatro puntos principales:
1. La recuperación de PDVSA
2. Reforzar la capacidad y competencia del ministerio del sector
3. Robustecer a la Corporación Venezolana del petróleo para hacerla ente
principal para trabajar con socios y terceros
4. Evaluar la creación de una Agencia Reguladora de hidrocarburos para
controlar la industria en lo técnico
Tengo algunas
diferencias importantes con esta propuesta de marco regulatorio. La primera
diferencia es fundamental. Creo que PDVSA ni puede ni debe ser recuperada. Las
razones por las cuales no puede ser
recuperada son de orden gerencial, organizacional, operacional, financiero y
técnico. Exponer en detalle estas razones tomaría mucho espacio en este primer
comentario sobre el libro, pero creo que este debate sobre PDVSA tendrá que
darse porque es fundamental para el éxito o el fracaso de un nuevo esquema
regulatorio. Basta decir en este momento que PDVSA es una empresa totalmente
corrompida a todos los niveles, con una gerencia incompetente, con cinco veces
más empleados de los requeridos, con un absurdo modelo organizacional,
desprestigiada en el mundo petrolero, financieramente en ruina y en un estado operacional
de gran estancamiento y de total ineficiencia. Como la definió la revista
FORBES hace unos meses, es: “La peor empresa petrolera del mundo”.
Pero, además, creo
que no debe ser recuperada por razones de tipo ético. Creo que PDVSA nunca tuvo una oportunidad de
ser sustentable. Sus primeros años de gran éxito se debieron a la presencia de
un extraordinario líder, el general Rafael Alfonzo Ravard y al respeto que el
mundo político tuvo por la empresa. Pero, a medida que pasaba el tiempo, el
mundo político comenzó a pensar que debía tener más y más control sobre la
empresa, que el negocio petrolero no era tan complicado como para dejarlo en
manos de tecnócratas (además, según ellos, traidores a la patria). El deterioro
de PDVSA y su politización comenzó mucho
antes de la llegada de Chávez al poder. Era inevitable que ello ocurriera
porque el sueño de quienes gerenciamos la industria, ese de transformar a la administración
pública para que adoptara la filosofía de transparencia que existía en la
industria petrolera, lo que Alberto Quirós una vez llamó “la contaminación al
revés”, era imposible. El pez grande casi siempre se come al chico. El caos burocrático
y político venezolano ya se estaba comiendo a PDVSA cuando llegó Chávez al
poder. Y, con Chávez, se la terminó de comer.
Concuerdo
parcialmente con la propuesta de López y Baquero sobre los agentes reguladores,
la cual podría simplificarse así:
1. El Ministerio, supervisor técnico y fijador de políticas
2. Una Agencia reguladora a lo Brasil y
Noruega, la cual maneje los contratos diversos de desarrollo petrolero con las
empresas privadas nacionales e internacionales (Los puntos 3 y 4 de López y
Baquero parecen describir, esencialmente, el mismo organismo)
3. Múltiples contratos de Participación, de operación o hasta de concesiones (
término que debe dejar de ser una mala Palabra)
No parecería ser
necesario más nada. No existiría una empresa petrolera del estado. ¿Por qué
debemos utilizar dinero que sería requerido para educación, salud e
infraestructura para invertirlo en una industria de riesgo, la cual puede ser
totalmente financiada por empresas privadas bajo las figuras múltiples de
asociación que existen hoy en día? Lo único que parece separarnos de esta vía
es el errado convencimiento de nuestro liderazgo político de que la operación
directa es lo único que garantiza la soberanía nacional. No lo creo así. El
control de la Nación sobre el recurso puede obtenerse mediante la supervisión
de la operación y se puede ejercer sin
poner ni un centavo de nuestro dinero. Sospecho que esta opinión será
arduamente debatida, debido a que la confusión entre soberanía,
nacionalización, estatización y control ha estado fuertemente arraigada en la
mente del liderazgo político venezolano, ya sea de izquierda o de derecha, lo
cual data desde la Generación del 28.
Si la desaparición de PDVSA desde el año uno
no fuera posible por razones políticas o legales, entonces deberá irse a una
transición de 3 años máximo para su progresiva eliminación y reemplazo por la
agencia reguladora. Si hay una lección derivada de la “nacionalización” del
petróleo venezolano es que fue un acto motivado por complejos colectivos de
inferioridad, de los cuales – a la luz
de los resultados obtenidos - ya
deberíamos habernos liberado.
Estamos de acuerdo
con López y Baquero en que será fundamental la claridad en las normas
constitucionales que regularán la industria petrolera, así como claridad en la
actuación de los entes reguladores y el apego a contratos establecidos. El
prestigio de un país se funda en la seriedad y honestidad con la cual se
conduce en sus compromisos internacionales.
Esta porción del
texto sobre la transparencia es excelente, aunque no estamos de acuerdo en que
será necesario una Ley Especial en contra de la corrupción en la industria
petrolera, como se recomienda en la página 213. Sería suficiente actuar con
decisión en su contra. En materia de corrupción lo que nos ha hundido no es la
ausencia de una ley sino la carencia de una actitud decidida en su contra.
Diversificar la
economía a partir del petróleo
En esta segunda
sección de la tercera Parte del libro, páginas 219 a 241, los autores hablan de las estrategias sobre
como diversificar la economía y evitar lo que ellos llaman la “concentración
de las exportaciones venezolanas en el petróleo y sus derivados”.
Describen como el resto de los países
petroleros ha logrado niveles de exportación mucho más diversificados que
Venezuela y se hacen eco de analistas (Lederman y Maloney), página 222-223, que
dicen que “lo que afecta negativamente el
crecimiento económico es la concentración de las exportaciones en un número
restringido de productos”. Este pareciera ser un razonamiento circular,
ya que la naturaleza mono-exportadora de
una economía es, simplemente, el producto de su falta de diversificación. Los
autores añaden que “el desarrollo tiene que
estar apalancado en la abundancia de recursos naturales pero tiene que
establecerse una estrategia de diversificación de exportaciones”. Francamente, entendemos esto como
una confirmación del concepto de “sembrar el petróleo”.
Sección tres de la
propuesta tres. Democratización del petróleo
En esta sección,
páginas 244 a 287, los autores plantean un tema de la mayor importancia, una de
las estrategias fundamentales de su propuesta: Como distribuir el ingreso petrolero. No podemos estar más de
acuerdo con López y Baquero en su condena del comportamiento del estado como
administrador del ingreso petrolero, de cómo el Estado ha usurpado el papel de
la Nación y de cómo ese inmenso crimen ha servido para perpetuar en el poder político
a los indeseables, a los ineptos y a los corruptos. Esa apropiación indebida
del ingreso petrolero por parte del estado explica nuestra tragedia actual y
explica también la razón de la ignorancia del pueblo sobre el petróleo. El
estado (el gobierno, realmente) ha mantenido ese tema como caja negra, limitándose
a crear clichés tales como el Petróleo es
de todos, cuando en realidad ha sido únicamente de los pocos vivos que están
en el poder. Ello no ha sido siempre así. Durante la primera etapa democrática,
desde Betancourt hasta Caldera I el ingreso petrolero fue manejado con sensatez
y honestidad. De allí en adelante fue a
alimentar las locuras o la codicia del liderazgo político y de sus cómplices.
Esto deberá cambiar, aunque ya sea en esta última etapa de vida petrolera del
país. El planteamiento de López y Baquero es claramente expresado en las
páginas 245 y 246: “una porción del
ingreso petrolero debe ir directamente a los venezolanos…. depositado en
cuentas individuales de cada venezolano mayor de edad… ingreso que será objeto
de una tasa impositiva”. Este sistema promoverá la verdadera igualdad
social entre los venezolanos. Los principios que sustentan esta propuesta son:
La propiedad
ciudadana del petróleo
La
transparencia en el manejo de la industria petrolera
Igualdad
entre todos los ciudadanos
Ahorro y
estabilización macroeconómica
En líneas
generales, estoy en pleno acuerdo con esta propuesta. Pienso que ha debido ser
implantada desde hace mucho tiempo y que, de haber sido así, “otro gallo
hubiera cantado”. No sé cuál sería la mejor manera de llevarla cabo y creo que
deberá ser objeto de mucho estudio, a fin de establecer la distribución óptima
entre lo que iría al fisco, al individuo, a la industria para gastos de
mantenimiento y a la figura del Fondo. ¿Generará el petróleo suficientes
ingresos para atender debidamente a cada
uno de estos componentes? No lo sé.
El concepto que exponen los autores parece
tener dos componentes principales: la transferencia directa de ingresos
petroleros a cada venezolano, en cuentas individuales y la creación de un Fondo
Petrolero, como el que ya fue creado en el pasado y saqueado por Chávez.
Parecería que los dos modelos comparables serían el Noruego (Fondo de
Inversión) y el de Alaska (Fondo de
inversión más depósitos directos por dividendos a cada “Alaskense”). En Noruega
se ha creado un Fondo petrolero que tiene alrededor de un millón de millones de
dólares y es utilizado para inversiones productivas. En Alaska existe un Fondo
y, como lo entiendo, una parte de los dividendos del Fondo es entregada a cada
residente del estado en forma de un cheque anual. Lo fundamental para el éxito de un Fondo de
esta naturaleza será, al final de cuentas,
la transparencia y la honestidad con la cual sean manejados.
Los aspectos
positivos de la distribución directa incluyen, como lo dicen los autores, el
desarrollo de un mayor interés del pueblo en el manejo de la industria
petrolera. No creo que los montos individuales lleguen a ser significativos. Es decir, no creo que
los depósitos mensuales individuales puedan ser cuantiosos. Un aspecto negativo
puede ser la reafirmación en la mente del venezolano de la naturaleza rentista
de la actividad, la espera de un cheque no trabajado. En este sentido, vendría
a ser similar a lo que en Venezuela se ha tenido por muchos años como práctica,
las famosas “utilidades” decembrinas, las cuales representan - al menos en el sector estatal - una suma de dinero no trabajado mayor,
quizás, que la que pueda ser obtenida por el mecanismo de distribución directa
del ingreso petrolero. Pero, esta práctica de las “utilidades” que son
realmente dádivas del Estado, ya que no existen como tales, se ha convertido en un “derecho adquirido” que
será difícil eliminar o modificar. ¿Podría esto convertirse en más de lo mismo?
El texto,
páginas 262 a 280, describe en detalle la anatomía del Fondo y presenta algunas
simulaciones que permiten ver como el Fondo llegaría a tener sumas
considerables al cabo de 10 o más años. No he hecho ningún intento por
comprobar estas simulaciones porque carezco de los conocimientos para ello,
pero es indudable que será necesario verificar cuidadosamente las premisas y
los resultados de estas simulaciones, antes de tomar alguna decisión.
Felicito muy
sinceramente a Leopoldo López y Gustavo Baquero por este libro contentivo de
una importante propuesta para el futuro de la industria petrolera venezolana.
Espero que, gracias a este libro, se abra un gran debate sobre este tema y que,
gracias a ese debate, los venezolanos puedan despojarse de algunos mitos y
leyendas que han servido para mantener al país en el mayor atraso, mientras
grupos de malos venezolanos se apropiaban indebidamente de la mayor parte de la
riqueza petrolera, mucha de la cual ya ha sido dilapidada.
Excelente trabajo para analizar cómo recuperar la IPN una vez el país salga de los ignorantes y corruptos que hoy manejan la PDVSA rojita.
ResponderEliminarYo soy de la idea que PDVSA no será recuperable como empresa, y sus activos deberán ser trasladados a una nueva empresa, preferiblemente de propiedad mixta (Estado, empresas venezolanas y individuos) que adquieran acciones en la bolsa de valores. La PDVSA rojita tendrá que poblarse de expertos en finanzas y abogados para desenredar el nudo georgiano que existe en ésa empresa que será mucho peor de lo que cualquiera se ha imaginado tanto en acuerdos ilegales, malversación y robos de todo tipo. Habrá litigios y problemas muy difíciles de solucionar, pero con tiempo y dedicación se logrará para cerrar ése terrible capítulo de los que fue una gran empresa petrolera antes de la llegada de Chavez y sus 40 ladrones.
Con respecto al comentario de la estatización de la industria en 1976, yo participé en un foro en Maracaibo en el año 1975s donde dije que hablar de nacionalización era incorrecto. Existían en ésa época dos empresas venezolanas (Mito Juan y Las Mercedes) que eran de propiedad nacional y que también entraban en la ¨nacionalización¨. La descripción correcta era estatización de la industria, pero el tema fue ignorado ante toda la emoción del momento.
Ahora tenemos una industria destruida que costará sangre, sudor y lágrimas, y un montón de dinero y mucha gente capaz y honesta para recuperar, un trabajo que puede tardar muchos años.
Y ya los mercados han cambiado y las opciones serán más limitadas. Muy triste y duro para Venezuela.
Gustavo,
ResponderEliminarLo que estás escribiéndonos es clave para el futuro de Venezuela. Yo diría que 20 años, como mucho, es lo que nos queda para aprovechar. Ya hay países, Japón entre ellos, que están apostando al automóvil eléctrico a lo tesla para inundar el mercado con sus precios y ventajas (contaminación muy baja). Quiero decirte que del texto pág. 166 me preocupa eso de ¨democratizar el petróleo¨ primero porque gracias a esa paja es que Cuba es hoy dueña de Venezuela y segundo porque el mayor error que cometió la democracia fue sacar a las empresas concesionarias en 1976 pudiendo esperar a 1983 y en ese año haber dicho bueno vamos a pares y nos dedicamos a ahorrar en un fondo de pensiones, como lo hizo el Reino de Noruega en los 90.
Técnicamente eso es lo que hace todo pater familia, agarrar recursos financieros y meterlos en un plan de ahorro para el futuro. Si Ud. por la razón que sea no está ahorrando entonces por favor métase a su cama y siga durmiendo. Y no cometa el error de despertarse. El ahorro es la base de la calidad de vida y las buenas inversiones de que la calidad de vida se mantenga en el tiempo.
Lo que pasa, Gustavo, y entramos en polémica, es que nuestros pueblos se acostumbraron al derroche. Era raro ver a un venezolano de finales de siglo preparándose para el merecumbé que venía cuando los comunistas atestaron el 4F. Todo era rochela y bochinche como decía Miranda. Entonces el ahorro no era importante. Y con Caldera al mando, cuando la crisis bancaria del 1994, peor la cosa. Para qué ahorrar, se preguntaría más de uno.
Me parece que luego de esta tragedia debería ocurrir algo como lo que pasó en Alemania luego de la hiperinflación del 23. Ahora tú en 2018 vas a una tienda en Alemania (yo mismo lo he hecho) y ves que el 99% de los paisanos paga en efectivo, billete sobre billete. Son testarudos, los alemanes, no creen en endeudarse y las sparkcasse o entidades de ahorro y préstamo se preocupan porque el consumo es bajo y en general el alemán guarda y protege sus ahorros tanto que tiene que ocurrirséles ideas para que la gente saque la plata. Viven de alquiler, para ellos no tiene sentido comprar un poco de ladrillos y tener que pagarle al estado un impuesto por esos ladrillos. Es fácil, si el vecino de al lado no les gusta, se mudan y ya. Pagan dos meses de contrato, a veces es uno, y se van a otro sitio. Es distinto y mucho a tener que estar 30 años pagándole a un banco. Pongámoslo así, un pisito normal en una ciudad universitaria, pongamos Leipzig, vale 140 mil euros. A 800 euros/mes son 15 años de vivienda. Te olvidas de cañerias rotas, de problemas con las paredes, de pisos e impuestos, eso corre por parte del casero, que generalmente es una corporación. Te cansaste de vivir alli, te aburriste, te cambiaste de trabajo, te divorciaste, te casaste, te arrejuntaste, tomas tus cosas y a otro nido. Y todo ello ocurre en un ambiente de sostenido crecimiento y de un desempleo históricamente bajo donde 45 millones de alemanes trabajan y 2 millones no.
Ojalá entiendan todos los que tengan que enfrentarse a las ruinas que dejará Maduro, que al pueblo no puedes darle el pescadito sino ponerlo a pescar. Así es que Alemania logró pasar de ser el enfermo de Europa a ser la locomotora.
Con eso presente, yo creo que Venezuela en un horizonte lejano, podría salir adelante.
Maduro abiertamente confesó en transmisión televisiva que todo el que se rebele contra él terminará "muerto".
ResponderEliminar“El Carnicero”, así se refirió a Maduro el diario alemán Spiegel Daily, unidad de la afamada revista Der Spiegel.
Muera el maldito comunismo!!!
Parece mentira pero en pocos dias el "sueldo minimo" sera el equivalente de 1 dollar.
ResponderEliminarQue vamos a hacer???
Si los que saben de petrolero hicieron un desastre y por eso llego Chavez,como creerles ahora,es decir ahora si se las saben todas
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