Dios bajó ayer a Virginia, donde vivo, en la forma de una gran nevada, esa
versión meteorológica del Cordero de
Dios, la cual borra todas las imperfecciones del paisaje.
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El bello manto blanco
le restituyó, al menos por un tiempo, su virginal apariencia. Por feliz coincidencia encontré en la
televisión al film “Cyrano de Bergerac”, la obra teatral de Edmund Rostand,
llevada a la pantalla con José Ferrer. No pude
dejar de verla de nuevo, disfrutando de sus hermosos diálogos y su alto nivel poético. Cyrano representa las cualidades divinas de sacrificio, amor y
nobleza, cualidades que lo hacen trascender de su modesta condición
humana.
La historia es clásica: dos hombres, uno físicamente atractivo, Cristián, pero sin atractivo intelectual y otro de brillante intelecto y maravillosos sentimientos,
Cyrano, pero desfigurado por una larguísima nariz, ambos enamorados de una
bella y dulce mujer, Roxana.
Roxana ve al bello Cristián y oye la voz del escondido Cyrano, una voz que le dice
bellas palabras que le llegan al corazón, que la enamoran. Enamorada de la
belleza física de Cristián y de la personalidad oculta de Cyrano, Roxana se
casa con Cristián, a quién considera la combinación perfecta de belleza
exterior e interior. Ambos se van a la
guerra y, durante la ausencia, Cyrano le
escribe a Roxana cartas diarias llenas de hermosas y tiernas frases, lo cual
consolida su amor.
Cristián muere en combate y, a su regreso, Cyrano sigue amando a Roxana en
silencio y se convierte, por años en
fiel visitante de la inconsolable viuda, quien se ha retirado a un convento. En su vida
pública Cyrano se gana enemigos por su vigorosa actitud en contra de los corruptos
miembros de la sociedad de la época. Esos enemigos le hieren en una emboscada
y, gravemente herido, Cyrano va a hacerle a Roxana su visita prometida , que
resulta ser la última y durante la cual ella descubre que Cyrano era quien le
hablaba, de quien ella se había realmente enamorado, quien verdaderamente la
había conquistado con su belleza interior.
Es una conmovedora historia, una alegoría que puede prestarse a múltiples
interpretaciones. Pienso en la sufrida Venezuela y me la imagino como una
desconsolada Roxana, seducida por el populismo, el equivalente político de
atractivo físico pero desprovisto de nobleza y de calidad intelectual . Como
Roxana, quizás nuestra Venezuela solo
encontrará a Cyrano, su verdadero amor, demasiado tarde. Como Roxana, Venezuela se ha dejado llevar
por las apariencias, olvidando – una y otra vez - a quien le hablaba con nobleza, a quien la hubiera tratado con desprendimiento y
animado de un verdadero espíritu de sacrificio.
Por ello, corre un gran riesgo de morir compadecida pero abandonada.
Una alegoria perfecta!! Creo que a nuestro Cyrano lo tienen amedrentado...amordazado!
ResponderEliminarAlgo debe estar tramando. Me refiero a Leopoldo Lopez, el unico Cyrano de Venezuela.