El chofer conduce al autobús al abismo

Cada hora, cada día sucede algo que debilita más al narco-régimen de Nicolás Maduro. Aunque me sorprende que no haya caído ya, no dudo que su indebidamente alargada agonía terminará en cualquier momento. Ya no solo está aislado por América Latina, por USA y por Canadá, con la patética excepción de Cuba y Nicaragua y la cómplice neutralidad de México, sino que ahora ha comenzado a pelear una batalla diplomática perdida de antemano con Alemania, Francia y Gran Bretaña. Acaba de expulsar al embajador alemán. Que viene ahora?

Cuan débil está? Recibió órdenes de Cuba de apresar a Guadió a su regreso del exterior y el verdadero capi de tutti capi, Putin, dio contra orden porque no consideró posible arriesgar una confrontación militar con USA. Putin le puso la bota no solo a Maduro sino al régimen cubano.  

Ya Maduro  perdió a CITGO, empresa que obedece ahora a una Junta Directiva nombrada por el Presidente Interino Juan Guaidó.

Ya no puede enviar petróleo a USA. India lo piensa dos veces antes de comprarle a una PDVSA financieramente quebrada, sin respaldo financiero internacional  y cero garantía de suministro.

El dinero que todavía puede utilizar es el dinero inorgánico que imprime en casa, el cual ya no vale nada, y divisas que son en buena parte, las derivadas del tráfico de drogas y del contrabando de combustible hacia otros países. Es una operación criminal que se va cerrando a cada instante.

¿Adónde lleva el autobús que conduce Maduro a sus pasajeros, entre otros  los miembros del Alto Mando Militar, del Gabinete Ejecutivo, del Consejo Nacional Electoral, del Tribunal Supremo de Justicia, de la Asamblea Nacional Constituyente?  Al abismo de la prisión por los próximos 30 años, al abismo del deshonor y de su registro en lo que será un Anti-Panteón de seres despreciables.

Está en marcha un intento de operación rescate de esos criminales, en el falso nombre de la reconciliación, de la paz y de la hermandad entre venezolanos. Un grupo ya importante de venezolanos ya plenamente identificados, quienes se auto definen como demócratas,  se han sumado a la lamentable tarea de lograr una salida segura para quienes arruinaron al país.  Piden diálogo, llaman a comer sapos,  buscan un debilitamiento de nuestra condición ética para tender a estos bandidos del chavismo/madurismo un puente de plata.

 Los miembros de ese grupo pertenecen a tres grupos principales. Algunos son activos cómplices de los criminales, otros  colaboracionistas ideológicos y algunos son gente de buena fe que cree todavía en que hay tal cosa como un chavismo democrático o un madurismo redimible.

Venezuela no puede contentarse con ser lo que el chavismo/madurismo y el colaboracionismo quieren que sea, es decir, una nueva triste Cuba. Es la hora de demostrar que Venezuela puede y debe ser un país miembro de la comunidad civilizada de naciones, donde lo civil predomine sobre lo militar y donde la buena ciudadanía domine al populismo prostituyente.