Jorge Olavarría solía contar el
cuento del sabio chino a quien sus enemigos deseaban humillar. Idearon que uno
de ellos se presentara ante él con un pajarillo oculto entre las manos y le preguntara: “Dinos, si eres tan sabio: ¿este
pajarillo que tengo en las manos, está vivo o está muerto?” Si el sabio
respondía que estaba muerto, abriría las manos y lo dejaría volar. Y si decía
que estaba vivo, lo apretaría y asfixiaría para mostrarlo muerto. De todas maneras,
el sabio chino se equivocaría y sería humillado.
El sabio respondió, mirando
fijamente a quien le preguntaba: “Será lo que tú quieras”.
Quizás esta anécdota sea
aplicable hoy a nuestro sufrido país, Venezuela, hoy aproximándose a una nueva
y gran encrucijada en su historia. Es la pregunta que hay que hacerle a los
venezolanos de hoy, la cual podría rezar de esta manera: ¿En qué tipo de país
deseas vivir el resto de tus días y que
tipo de país deseas legar a tus descendientes?
Y la respuesta sería: Será el país que tú
quieras. El problema es que el tú que tiene en las manos al pajarillo que es
Venezuela es de más de 30 millones y no todos ellos piensan de la misma manera
en el futuro deseado. Hay quienes desean ver una continuación de la Venezuela
que hemos tenido durante los últimos 20 años, pobre y degradada, populista y
floja, porque es en esa Venezuela donde la duplicidad y la astucia son las características que les
permitirían vivir cómodamente. Hay muchos quienes desean una Venezuela
diferente a esta pesadilla actual pero piensan que solo será necesario cambiar
los nombres de los dirigentes, sin cambiar las actitudes colectivas que han
hecho posible esta Venezuela de terror. Y hay quienes desean ver una Venezuela
realmente diferente, con actitudes colectivas nuevas, porque piensan que la
experiencia terrible del pasado debe enseñarnos que el camino que hemos seguido
hasta ahora ha sido equivocado y que no es deseable seguirlo transitando.
La Venezuela que finalmente
tendremos será la que la mayoría activa del país quiere que sea. Y digo activa
porque los miembros pasivos de la sociedad venezolana, que son bastantes, no cuentan para esta elección de vida o
muerte, integran la manada inerte que se dejará arrastrar por una u otra vía.
En este momento advierto que las
fuerzas que están prevaleciendo en Venezuela nos están llevando hacia una
Venezuela futura que será más de lo mismo que hemos tenido durante los últimos
45 años, es decir, una etapa que nos viene desde la primera presidencia de
Carlos Andrés Pérez, la cual ha sido de una continua tendencia hacia el
deterioro material y espiritual. Esto es así porque esas fuerzas están
esencialmente integradas por quienes desean la continuación de lo que ya tenemos
más aquellos quienes desean un cambio de liderazgo sin pensar que es también
necesario un cambio actitudinal. El impacto de estos dos grupos sobre la
Venezuela del futuro no permitiría un cambio sustantivo en la fisonomía de la
Nación. Seguiríamos siendo una Venezuela mediocre.
¿Cuáles son las características
de las dos Venezuela 2050 posibles, la del “más de lo mismo” y la del cambio
efectivo?:
LA VENEZUELA 2050 DEL MÁS DE LO
MISMO
En esta Venezuela persistiría lo
que ha sido la característica más perniciosa de la Venezuela de los últimos
40-50 años: el estatismo. Sobrevive el mito de las empresas “básicas y
estratégicas” en manos del Estado. Venezuela seguiría persiguiendo el objetivo
de tener una empresa estatal de Petróleo, ya que el petróleo – según sus líderes
-seguirá siendo el “motor principal del desarrollo” y deberá estar en manos del
estado. Aunque se permitirá la presencia de empresas privadas extranjeras en el
país, la Venezuela “soberana” exigirá un grado de control estatal del negocio
petrolero que “solamente una empresa operadora del estado puede garantizar”. El nuevo liderazgo político mantendrá la tesis
que comenzó a incubarse desde la misma Generación del 28 y ha sido convertida
en dogma, de que el control del petróleo
por el estado es un asunto de “soberanía y dignidad” nacionales y que Venezuela
debe estar alerta frente a “los designios turbios del imperio sobre nuestra
riqueza petrolera”. Esta Venezuela probablemente también tendrá su línea aérea
bandera, con el fin de asegurarnos que “la bandera que trajo Miranda esté
presente en todos los cielos del planeta”. Esa Venezuela mantendrá políticas de
ayuda directa a los pobres, es decir, dará
peces pero seguirá olvidando que lo fundamental es enseñar a pescar. El rentismo minero mantendrá su lugar privilegiado
en el país, el cual – eso sí – podría estar
manejado de manera más transparente por futuros presidentes, siempre que
no se llamen Rafael Ramírez o Henri Falcón, aunque mantendría su vulnerabilidad
frente a las oscilaciones de la demanda y precios internacionales de los
productos a ser exportados y, como resultado, las finanzas del país seguirían alternando
entre las lluvias del dinero y las
sequías de la miseria.
Esa Venezuela mantendrá la
ilusión de ser un país de izquierda, definido como progresista – lo contrario
de lo tradicional - en el conjunto de
las naciones a pesar de que siga aferrado a los mitos y dogmas del pasado.
Seguiría teniendo amigables relaciones con la Cuba castrista y mantendría su presencia entre los “Países
no Alineados’, a pesar de que este grupo es de los más alineados que
existen. Seguirá oponiéndose a las dictaduras de derecha pero tolerante con las
dictaduras de izquierda, o mejor dicho, argumentando que no existen dictaduras
de izquierda. Se seguirá pensando en términos de Venezuela país
excepcional, país potencia, con 5 millones de barriles diarios de producción petrolera,
cuyo pueblo es hijo de Bolívar, destinado a ser grande, pretensión que
arrancará algunas sonrisas y no pocas críticas solapadas de países que, eso sí,
lo halagarán en público a fin de
seguirlo explotando, como explotaron al ignorante paracaidista los Kirchner,
Morales, Correa, Ortega, Mujica Zelaya, Lula da Silva, Danny Glover y Naomí
Campbell.
En resumen, esta Venezuela 2050 continuaría
siendo un país mediocre, de medio pelo.
LA VENEZUELA 2050 DEL CAMBIO
EFECTIVO
Esta Venezuela estará
caracterizada no solamente por un nuevo liderazgo político y social sino por un
cambio actitudinal colectivo que la hará despojarse de las pesadas cargas de
mitos y leyendas mantenidos por demasiados años, las cuales la llevaron al
fracaso, la pobreza y al atraso. Este
cambio actitudinal pasará por un proceso de transformación de gente en
ciudadanos, el cual se llevará a cabo mediante un programa de educación
ciudadana que comience en la escuela primaria y acompañe a los niños y jóvenes venezolanos
hasta su entrada a la Universidad. Este programa será una política de estado
del mayor rango y tardará una generación en dar sus primeros e importantes
frutos. En paralelo, el nuevo liderazgo adoptará políticas modernas en lo social,
en las cuales habrá un modesto ingrediente de subsidios directos y un gran
esfuerzo de atención a la educación, a la salud, a la seguridad y a la
infraestructura, las únicas y verdaderas empresas estratégicas en las cuales el
Estado requiere tener participación directa (como ya dijo Diego Bautista
Urbaneja hace ya muchos años, cuando era el líder de Factor Democrático).
En esa Venezuela de fundamentales
cambios actitudinales el Estado dejará al sector privado la acción que había
monopolizado, expropiado, confiscado y arruinado en el pasado. No existirá una
empresa estatal de petróleo, la cual no solo no es necesaria sino que distraería
el dinero que el estado requiere para invertir en las tareas realmente básicas
y estratégicas. Hay maneras efectivas de control nacional de la industria
petrolera, a través de agencias reguladoras como las que existen ya probadas en
otros países, las cuales hacen innecesaria la participación del Estado en la operación.
En esta nueva Venezuela habrá desaparecido el complejo de inferioridad de la
clase política anterior que los hacía pensar que el control estatal asfixiante y la desconfianza
en el sector privado eran los dos pilares fundamentales de la soberanía nacional.
Esa clase política anterior nunca supo que quería decir Confiar y Verificar.
En esa Venezuela el liderazgo y
la sociedad tendrían una apreciación más equilibrada y real del lugar del país
en el mundo, ni primero ni último. No tendría por qué pensar que posee los ríos
más caudalosos, las montañas más altas, las playas más bellas y la gente más
feliz, sino que apreciaría, sin exageraciones absurdas, sus bellezas, que las
tiene y las buenas cualidades de su gente, que las tienen. Añadirían a esta
apreciación una cuidadosa atención a sus problemas, a ser mejorados con
esfuerzo, con una actitud positiva, sin complejos. En esa Venezuela tendríamos menos héroes a
caballo y más héroes ciudadanos, más maestros y poetas y menos militares
ansiosos de ejercer el poder de sus armas. Seríamos más la universidad que
Bolívar pronosticó para Colombia y menos el cuartel que Bolívar nos pronosticó
a nosotros.
Venezuela 2050 será la Venezuela
que tú quieras, la del más de lo mismo o la del cambio efectivo.
Hoy por hoy, no siento que la Venezuela que viene es una mejor. Seguimos enredados en las mismas ideas absurdas, donde creemos que hay que ser vivos y no responsables; que hay que tener un gobierno que controle todo; que hay que protegernos del capitalismo maluco.
ResponderEliminarSi no hay una Venezuela mejor, será por los atavismos que han dominados la política de las últimas décadas. Durante 20 años hemos retrocedido al nivel de una sociedad prácticamente de la edad de piedra. Encuevados, sin agua, sin medicinas ni sistemas sanitarios, sin opciones de comida, sin luz mas que la solar. Y con unos animales motorizados que rondan las calles buscando atacar a quien encuentren lejos de su cueva.
Venezuela? Ya no existe!
Es ese peligro sobre el cual estoy advirtiendo, sobre el peligro de más de lo mismo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con sus planteamientos.
ResponderEliminarTenemos la indeseada pero espectacular oportunidad de diseñar un nuevo País luego de haber sido devastado, no por un evento natural ni por una guerra convencional, sino por una caterva de malandros que, con las banderas resentidas y revanchistas del socialismo, destruyeron sus instituciones, sus cuerpos intermedios de la sociedad, su economía y su entramado social, con el deliberado propósito de saquear la nación y utilizarla como plataforma para sus actividades delictivas, eternamente.
De la misma manera en que la clase política, mejor representada de lo que merece por Juan Guaidó, ha manifestado repetidamente la necesidad de que los ciudadanos participen activamente en la Operación Libertad, la ciudadanía debería organizarse como Poder Civil y aprovechar para exigirle a la clase política la renegociación de un nuevo Pacto Social en el que el ciudadano pase a estar al centro de toda la acción de Estado, las funciones del Estado se circunscriban a garantizar Seguridad, Justicia, Salud, Educación e Infraestructura para todos los venezolanos, y este deje de competir con sus ciudadanos y transfiera todos los activos productivos, hoy propiedad del Estado, a un fondo de inversión, tipo el Fondo Noruego, a ser administrado por profesionales de primer nivel sin afiliación partidista, designados y supervisados por el Poder Civil.
Los rendimiento de dicho fondo de inversión han de utilizarse, en parte, para pagar inversión en educación y salud para todos los venezolanos, con la finalidad de que en un par de generaciones, tengamos una población saludable y educada; y, en parte para que dentro de 20-30 años, estos venezolanos sanos y formados puedan ir recibiendo dividendos que conviertan a Venezuela, finalmente, en un País de Propietarios.
Yo, personalmente, apuesto por esa nueva y diferente Venezuela.
Saludos muy cordiales
Juan Ignacio Riquezes
Me voy a permitir diferir: Venezuela será o no será. Será, si es el segundo escenario. No será, en caso contrario, porque el deterioro es tal que lo que se otea es la desintegración nacional. El país sigue en caída libre y acelerándose. Estamos ya en el caos y el resultado es la aniquilación.
ResponderEliminarNi Ud. ni yo estaremos en 2050. Ojalá se dé el segundo escenario. El primero lo veo no como un "más de lo mismo" o una restauración del ancien régime para seguir con la manguangua. Es una hecatombe y el país se nos muere.
De acuerdo, Juan Ignacio y anónimo
ResponderEliminarAcertado con 2050 porque Ciclos Sociales son de 20+ años y los econòmicos son de 10+ años. La generaciòn nacida en 1999 està 75% perdida porque madres, maestros y entrenadores Cubanos “lavaron el cerebro” de niños y jòvenes para creer en Socialismo XXI como sistema generador de felicidad para el pueblo desatendido por AD y Copey. Una vez que Democracia retornara habría que cambiar la mentalidad de esa masa que glorifica al Pícaro y convertirlos en Buenos Ciudadanos ( los nacidos en 2019 seràn educados para esto tambièn). Esa es tarea muy difícil para el 25% que no es Chavista y que gobernarà para reconstruir a Venezuela. Un país que glorifica al pícaro corrupto està condenado al fracaso con ò sin SSXXI. No sabrè como serà Venezuela en 2050 pero ojalà se dè el Escenario 2 (Wishful thinking?)
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