Pronto se cumplirán 40 años del
fallecimiento de Juan Pablo Pérez Alfonzo, uno de los venezolanos más
importantes del siglo XX, tanto por su proyección internacional como
co-fundador de la OPEP, como por su influencia en el desarrollo institucional y
político de la industria petrolera en Venezuela. En ocasiones discrepé de sus
planteamientos sobre petróleo pero coincidí con sus ideas sobre la conservación
ambiental y la utilización racional de los recursos. Como él, siempre pensé que
el Club de Roma tenía mucha razón en sus planteamientos sobre la fragilidad de
nuestro planeta y estuve de su lado durante su discusión con Herman Kahn sobre
el futuro del planeta, en Marzo de 1977, en la casa de Jorge Olavarría, ver: http://tururutururu.com/gustavo-coronel-recuerdos-de-la-decada-de-1970/.
Ya en la Venezuela de hoy no se
encuentran fácilmente ciudadanos como él, o como Mariano Picón Salas, Mario Briceño
Iragorry, Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Prieto, Arturo Uslar Pietri o Rafael
Alfonzo Ravard.
En conversación con su hijo
mayor, Juan Pablo Pérez Castillo, en días recientes, pude obtener interesante
información sobre su dimensión humana. Me dijo Juan Pablo: “Mi padre fue un
hombre sencillo en sus hábitos y costumbres. Llevó una vida disciplinada y
metódica. Quiso siempre enseñar con el ejemplo, compartiendo conocimientos y
experiencias. Para ello abrió las puertas de su casa – en Los Chorros - a quienes desearan ir a conversar con él”.
SU FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
Su filosofía del aprendizaje a
través del ejemplo y del diálogo hizo posible que sus hijos tuvieran estrecho
contacto con él, acompañándolo a sembrar pinos en las faldas del Ávila y a
reuniones y viajes a diversas regiones del país. En los Estados Unidos, donde
vivió exiliado varios años, Pérez Alfonzo hacía excursiones con sus hijos para
disfrutar de la naturaleza. Juan Pablo agrega: “Con el pasar de los años los
nietos remplazaron a los hijos como el foco de su atención especial. Gozaba saliendo
al campo con ellos para mostrarles la naturaleza y a sus habitantes. Quiso ser
visto y recordado por sus nietos como un hombre sencillo y su punto de apoyo”.
Pérez Alfonzo promovió la libre discusión
con los hijos y disfrutaba de la confrontación, la polémica y el desacuerdo.
Fue padre y maestro de sus hijos. Juan Pablo dice: “Le gustaba conversar y
discutir sobre múltiples temas, pero en especial se interesaba por los niños,
viendo en ellos la esperanza del país. Leía mucho y era un caudal de información.
Tenía una gran capacidad para simplificar lo complicado y esclarecer lo oscuro
con extraordinario sentido común para separar lo esencial de lo trivial”.
Pérez Alfonzo era más racional
que emotivo. Juan Pablo nos dice que “sus acciones eran pensadas y razonadas
bajo la óptica del deber y la obligación, reservando las emociones y los
sentimientos al campo del amor y de la fe religiosa. Fue feliz orientando su
vida hacia el cumplimiento de sus deberes más que al disfrute de sus derechos”.
EL CUIDADO POR EL GASTO Y EL SENTIDO
DEL DEBER
Nos comenta Juan Pablo que a su
padre lo tildaron de pichirre porque consideraba que el gasto nacional debía
ser cuidado como el gasto familiar, guiado por las necesidades reales, no por la
moda y las costumbres. Consideraba el ahorro esencial para planificar el futuro
y evitar el peligro del endeudamiento. Esa “pichirrería” fue lo que le permitió
mantener su independencia y autonomía durante su carrera pública y ser dueño de
su propio destino.
“Mi padre”, añade Juan
Pablo, “pudo haber tenido una vida privada
tranquila y posiblemente más larga pero se mantuvo en la escena pública, desde
su refugio de Los Chorros, porque tenía una profunda conciencia cívica y un
gran sentido de lealtad hacia el país. Sentía como un deber aportar sus
esfuerzos para el mejoramiento de sus compatriotas. En 1928 se presentó
voluntariamente en la cárcel para acompañar a sus amigos presos y en 1959 no
vaciló en reanudar su vida pública acompañando a Rómulo Betancourt para
terminar la labor tronchada en 1948”.
CONCIENCIA CÍVICA
“Mi padre vio que
el verdadero poder no radicaba en las riquezas ni en sentarse en la silla en
Miraflores sino en el dominio sobre el conocimiento y la información y saber
usarlos en lo que interesa. Para él no bastaba con ser honesto sino que era
necesario demostrarlo en los actos públicos y privados. Algunos no lo
consideraron buen amigo porque cuando se trataba de proteger los intereses del
país y los valores básicos de la condición humana no tenía amigos”.
EL FINAL DE UNA VIDA
“Mi padre quiso morir de la misma
manera cómo vivió, de manera sencilla y natural., sin duelos o conmemoraciones.
Para que sus restos no fuesen objeto de homenaje decidió pasar sus últimos días
en Washington, en mi hogar, pidiendo que sus cenizas fueran esparcidas en el
océano para regresar a la naturaleza de dónde provenía. Se fue apagando
lentamente, esperando la muerte sin temor, con tranquilidad, rodeado de sus
familiares”.
Esta descripción del hombre que
fue Pérez Alfonzo complementa lo que fueron sus logros en la vida pública y
explica sus actitudes públicas de disidencia y rebeldía, las cuales le valieron
en ocasiones el apelativo de “loco” y rompieron
con frecuencia los moldes de lo que se denomina la conducta “política”. Su vida
fue la negación del dogma que permite que un hombre pueda adoptar una postura
ética en su persona pública y otra en su persona privada. Fue un venezolano
íntegro y por ello, a los cuarenta años de su muerte, sigue enseñando a través del ejemplo.
Geólogo Coronel, muy grato leer estas ideas sobre aquel hombre que se destacó por su ferviente oposición a las concesiones petroleras y por su famoso voto salvado al artículo 5 de la ley del 43. Hay un libro de Ivan Loscher y él llamado "Alternativas a la imposibilidad de sembrar el petróleo", seguro lo consigue allá en EEUU, allí JP Pérez Alfonzo predice el desastre.
ResponderEliminarEs una verdadera lástima que tampoco Pérez dejó una memoria de su vida, pero nuestros hombres públicos no escriben, mala costumbre venezolana.
Dicen los que los conocieron que era un señor como "de otra nacionalidad" con respecto a los nacidos en los locos años 60, pero como Ud. dice aquí, Pérez Alfonzo fue muy cercano a esa juventud acaso porque creía que la formación era lo primero.
A lo mejor por eso trabajó tan de cerca con Loscher, entonces veinteañero, que más bien era una rara avis, mucho más afín al rock y la "radiodifusión" como a la postre resultó en ser un ícono de las ondas hertzianas, aunque licenciado en filosofía por lo que no le era extraño el conocimiento de las teorías socioeconómicas. El libro plantea elementos importantes sobre la Venezuela antes de Chávez (lo que predijo matemáticamente Pérez, el acabose).
Loscher sobre Pérez dijo: "ellos (él) hicieron la democracia, nosotros (Loscher) la disfrutamos".
*Fe de errata: me refiero al voto salvado de Pérez Alfonzo con respecto a la ley del 43 y oposición al articulo 5 de la ley de nacionalización, dos momentos distintos. Gazapo debido al kilometraje.
ResponderEliminarUn eminente y visionario venezolano. Tuve la oportunidad de conocerlo brevemente cuando iba al club Los Cortijos donde ocasionalmente montaba caballo en los años 60.
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