jueves, 19 de marzo de 2020

Poesía y filosofía en Omar Khayyam, Alfred Tennyson y Simón Díaz


*** con algunas referencias al Bhagavad Gita, Don Quijote y  Emmanuel Kant


Caballo Viejo es, quizás,  El Rubaiyat llanero



El Bhagavad Gita, escrito Hace unos 2200 años, llama al ser humano a cumplir con su deber, cumplimiento que no debe estar atado a expectativas de recompensa. Dice: “No te Apegues a los beneficios de tu acción… actúa sin pensar que eres tú  quien toma la acción”. Mucho después Emmanuel Kant envía un similar mensaje en su imperativo categórico: “Obra como si la máxima de tu acción pudiera convertirse en una ley universal de la naturaleza”, es decir, haz lo que debes hacer aun cuando fueses el único en hacerlo.
Poetas como Omar Khayyam han tomado adoptado una postura  filosófica diferente. “El Rubaiyat” habla de la brevedad de nuestra existencia y de la necesidad de aprovechar al máximo el presente. La suya es una desgarrada canción de  desesperanza:
“Por qué he venido al mundo
¿Quién responde?
Agua que corre ciega hacia la Mar
Como el agua y el viento que no saben
Por qué corren y  soplan y se van”.

Para Khayyam solo el presente cuenta. Para cada uno de nosotros el pasado se fue y el futuro no existe.
Poetas y filósofos nos hablan del papel del ser humano, unos – como Kant -  promoviendo el sacrificio y el desprendimiento, otros -  como Khayyam -  el  goce de la vida terrenal.
 En una vena similar a Khayam los poetas líricos ingleses como Andrew Marvell o Robert Herrick escribieron sobre el amor en la tercera edad.  Marvell le advertía a su amada:
 “Detrás de mi oigo sin descanso
Llegar del tiempo la carroza alada…
Y ya que no podemos detener el sol,
Forcémoslo  a correr, señora…:.

Nuestro filósofo llanero, Simón Díaz, escribió un elocuente manifiesto a favor de los derechos de los viejos a enamorarse. Son millones las personas que se han deleitado bailando al ritmo de Caballo Viejo pero relativamente pocos quienes se han detenido a reflexionar sobre la posible naturaleza de su mensaje:
 Esto es lo que nos dice Simón:  
                  CABALLO VIEJO

 Cuando el amor llega así de esta manera
 Uno no se da ni cuenta 
 El carautal reverdece, el guamachito florece
 Y la soga se revienta 

Caballo le dan sabana porque está viejo y cansao 
 Pero no se dan ni cuenta que un corazón amarrao 
 Cuando le sueltan las riendas 
 Es caballo desbocao….

   El mensaje primario de Simón Díaz es un llamado a vivir apasionadamente hasta el final. Puede leerse no solo como una apología de la pasión sexual tardía, la cual generalmente termina mal ya que la “potranca” suele estar más interesada en los ahorros del caballo viejo que en sus besos, sino posible de leer en un sentido más amplio, el cual no habla necesariamente de una potranca de carne y hueso sino de una causa. Así entendido Don Quijote es, quizás, el primer caballo viejo y sus batallas contra molinos de viento y ogros son la expresión sublimada de su pasión por Dulcinea, una pasión de anciano caballero, batallador hasta el final.   
 Las causas, ya sean literarias, de activismo social o de descubrimientos científicos son, en esta lectura, las potrancas con las cuales sueña el caballo viejo, quien se resiste a irse difuminando lentamente, como aquellos viejos soldados de quienes habló Douglas MacArthur en su discurso de despedida en el Congreso de los Estados Unidos. El caballo viejo  atiende al  llamado de Dylan Thomas, protesta ante la extinción de la luz y no se va “tranquilo hacia la buena noche”, prefiriendo terminar su vida en la batalla.
Así lo canta Alfred Tennyson en “Ulises”  (mi traducción):

La vejez tiene su honor y sus tareas
La muerte cierra todo pero antes del final
Hay nobles trabajos que son aun posibles
Y propios para hombres que compartieron esfuerzos con los dioses….
Vengan amigos
Nunca es tarde para buscar un nuevo mundo….
Es mucho lo que nos han quitado pero mucho lo que queda
Aunque ya  no tenemos la fuerza de antaño
Que solía mover tierra y cielo,  somos lo que somos,
Corazones heroicos debilitados por el tiempo
Fortificados  por la voluntad
Para seguir luchando, buscando y encontrando, sin rendirnos

Tennyson hubiese estado de acuerdo con el mensaje de nuestro filósofo y poeta Simón  Díaz:

 Caballo Viejo no puede
Perder la flor que le dan
Porque después de esta vida
No hay otra oportunidad.

1 comentario:

  1. Bello escrito, Gustavo. Te dejo un poema sueco, maravilloso.

    LA CARTA DE LA NIEVE

    Una carta te envío ahora,
    hermana en la baranda azul,
    una carta escrita con nieve
    en respuesta a tus preguntas.
    Un caballo y un jinete de nieve
    la llevarán hasta tu puerta.

    Es verdad que la llanura es dolorosamente libre
    y su severo rey es el silencio.
    Dadme una montaña y un eco, pide la voz.
    Un horizonte suave los ojos demandan a menudo.
    Con todo, tu inquietud es demasiado grande, hermana:
    pueden alzarse torres de pájaros en estas campiñas,
    y palomas blancas atravesar la neblina nocturna,
    los recuerdos construir sus cuevas,
    y los sueños encender sus lámparas.

    Es verdad lo que preguntas sobre el viento.
    A menudo fuimos inducidos a salir por descuido:
    alguien oyó pasos; alguien, voces.
    Siempre fue el mismo viento filoso
    entremezclando nieve con nieve.
    Por eso el día puede hacerse largo, pero quienes esperan
    comparten su espera.
    Los que están despiertos comparten su vigilia
    y los que duermen se dan cita en los sueños.

    Por supuesto que hay calor entre nosotros,
    aunque hayamos sido hechos de nieve;
    un fuego hacia el que tendemos las manos,
    aunque no arda con llamas.

    Quienes tan largamente vivimos bajo bóvedas de escarcha,
    podemos ser alzados de repente como por una ola,
    podemos ser atravesados por un amor desconocido,
    un himno inmenso que los frágiles tubos del órgano
    de la sangre nunca nos hizo oír.

    Una carta te escribo,
    hermana en la baranda azul,
    un mensaje de que habré de quedarme
    y quizá nunca volveré.
    He tomado un vino de nieve,
    amo a una mujer de nieve.
    De nieve es el jinete, de nieve el caballo
    que esta carta lleva ahora hasta tu puerta.

    Werner Aspenstrom (1918-1997)

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