Leyendo un libro del escritor de Ciencia Ficción, Orson Scott Card,
me ha llamado la atención este párrafo
(mi traducción):
“Ella caminó sobre la arena, sintiendo el delicioso
pequeño dolor de las partículas de sílice
entre los frágiles repliegues de sus dedos. Esa es la vida. Duele, es áspera y
se siente muy, pero muy buena”.
Orson Scott
Card: “Los Hijos de la Mente”.
Lo considero muy apropiado para el momento que estamos
viviendo.
Lo usual ha sido que sean los individuos quienes
experimenten profundas crisis. Ello les da justificación para hablar con sus
familiares y amigos sobre “su problema”, a fin de recibir de ellos apoyo moral.
Podemos decirles “Tengo cáncer”, o “estoy arruinado” o “me duele una muela”, generalmente
seguros de que podremos recibir reconfortantes mensajes de solidaridad.
Esto es así porque somos animales sociales y nos apoyamos en otros para el sostén espiritual que
requerimos en nuestros momentos de angustia. Recibimos mucho de ese apoyo de
amigos y familiares porque no solo están naturalmente inclinados hacia el ejercicio
de la compasión sino por qué, al no estar tocados directamente por la crisis, tienen
más cargadas sus pilas morales y espirituales.
Pero en este momento la situación es diferente. Es
una situación excepcional. No es solo A, B o C,
quienes atraviesan por un momento
de crisis. Somos todos, cada uno de los zintillones de seres humanos que habitan
el planeta. Ello minimiza ese recurso tan humano de la queja. Porque, ¿a quién
quejarse, si todos estamos en la misma nave? Todos navegamos hoy un
mar igualmente azaroso, expuestos a
similares riesgos, unos peores que otros – es cierto – pero ¿ quién osaría pedir más atención en este
momento por ser anciano, por ser
diabético, por ser hipertenso o por haber sido fumador expuesto a las complicaciones
pulmonares del virus que se ha presentado a nuestras puertas?
El sentimiento que esta crisis despierta en
nosotros es el opuesto al de la auto-conmiseración. Ya no es el de mi persona
en el centro del universo sino el de mi persona como pequeña parte de un todo
amenazado, al cual debo contribuir sin pensar tanto en mi propio bienestar. Es
el sentimiento derivado de aceptar – sin
pensarlo dos veces - que soy parte
pequeña de la totalidad y que a nuestra
edad y realidades de salud, después de
haber vivido una vida plena y feliz, estamos espiritualmente preparados para
cederle a otro ser humano nuestro puesto en uno de los botes salvavidas del TITANIC de nuestros tiempos.
Normalmente nadie desea morir. Quien haya sido enormemente feliz no siente urgencia
alguna de terminar el maravilloso viaje. Pero la felicidad experimentada durante
nuestra vida si nos ayuda a decir con Shakespeare: “El mundo es un escenario,
donde todos jugamos nuestro papel y tenemos
nuestras entradas y salidas … ”.
Sentimos que hemos
vivido varias vidas y hemos atracado, como nos dice Kafavis – en puertos
maravillosos durante nuestro largo viaje, cada uno con algo que admirar.
Hoy, en la crisis, comprendemos mejor que nunca que
aunque el viaje puede ser muy largo, es preciso hacerlo desde una perspectiva
cotidiana, aguzando nuestra capacidad de observar la belleza aún en el más pequeño y
semi-escondido lugar, donde no la hubiéramos percibido de estar hipnotizados
por los grandes destinos.
En el plano musical, que es uno de mis favoritos,
ese enfoque no solo nos permite encantarnos con las grandes sinfonías, óperas y conciertos
– lo que podríamos llamar la primera gran línea - sino disfrutar del mágico mundo de los cuartetos
para cuerdas (Borodin, Dvorak, etc.) y de las “pequeñas” composiciones como los Nocturnos e
Improvisaciones para piano de François Poulenc, las Gimnopedias de Satie o los Preludios de Rachmaninov (oír el
extraordinario Número 5 aquí: https://www.youtube.com/watch?v=mxnL7UrkmY4))
Nuestro viaje nos lleva a
grandes y pequeños puertos y debemos estar atentos, en el día a día, si
queremos apreciar tanto la exuberante como la modesta belleza. Así
nos lo pedía Keats en su Oda Al Otoño:
“¿Dónde están
los cantos de la primavera?/ Si, ¿dónde fueron?/ No pienses más en ellos/tú
también tienes tu música…
Keats tenía razón. Cada estación, cada día tiene su
música. Sin abandonar nuestros sueños, al vivir plenamente cada día podemos atisbar
lo que está más allá del gran misterio, el pleno significado de la inmortalidad. Si no la inmortalidad del
individuo, la inmortalidad de la
especie, o, al menos, el orgullo de
habernos esforzado por trascender.
Querido Gustavo,
ResponderEliminarQué escrito maravilloso.
Te voy a recomendar que veas la película "About Schmidth" es con Jack Nicholson.
Hay un extracto que te dejo acá:
“Warren, ¿qué piensas de esos jóvenes quitándonos nuestros empleos?… A mí me parece una especie de conspiración… Somos viejos amigos y sé algo sobre jubilarse… Todos esos obsequios y esta cena de tributo, no significan un carajo Warren, ni tampoco el seguro social, ni nuestra pensión tampoco significan nada.
Lo que importa aquí, es saber algo Warren. Dedicaste tu vida a algo que vale la pena… A ser productivo y trabajar día tras día… a formar una bella familia de la que te sientes orgulloso, a ser respetado por tu comunidad, a formar maravillosas y verdaderas amistades…
Más allá de cualquier otra cosa, Warren, al final de esta carrera, tú puede ves lo que has logrado y ver hacia atrás, lo hice, cumplí. Ahora, amigos, Warren se retira con gloria, y disfrutará su cosecha apaciblemente, que no es la del dinero, es la más importante, y, jóvenes que ahora le ven, véanlo bien, vean en Warren a un hombre rico, increíblemente rico".
Se consigue fácilmente en Amazon o Hulu, dile a alguno de tus muchachos que te la compre para ver en "streaming" o en DVD, es un joya.
Muchas gracias. Así lo haré,
ResponderEliminarSaludos,
Gustavo
Es triste, pero cierto... Warren es premiado por vivir del dinero de los demás perdedores, en el juego piramidal de los valores de acciones (stocks). En donde si ud. gana 1,000$ alguien o algunos perdieron grupalmente esos 1,000$ si se hacen efectivos en su cuenta online de Broker.
ResponderEliminarEl dulce vivir del mas grande comiendose a los más pequeños. Pero una manera de las Compañias públicas de conseguir liquides!
Amigos: Venezuela sufre el resulado triste de un muy efectivo proceso de eliminación de cualquier actor contrario o mentalidad contraria.
ResponderEliminarConsecuentemente, será muy dificil sanear la administración pública, después de Maduro. A menos que se use una indoctrinsción similar positiva y cobtraria a la que había.
Un placer.
Gracias Sr. Gustavo por su trabajo en este blog. No es cualquier cosa escribir, sin tener en su persona esa libertad. Y muy pocos existen para hacer algo similar. Un recuento de Historia balanceado y con pocas limitantes.
Con pocos pelos en la lengua, pués!
ResponderEliminar"Es triste, pero cierto... Warren es premiado por vivir del dinero de los demás perdedores"
ResponderEliminarAbsolutamente falso. En la película, el personaje Warren Schmithd es un actuario que vive de realizar cálculos probabilísticos. Increíble como Ud. siempre tiene que venir al blog a comentar babosadas o sabotear lo que dice Gustavo o sus invitados.