Es necesario establecer un sistema de investigación y de
castigo de la corrupción que ha destruido a Venezuela. La corrupción es solo
una y aplica tanto al ministro o presidente de un país que trafica con drogas o
roba miles de millones de dólares como al portero del ministro que recibe $20
para dejar pasar a quien no le corresponde. La carencia de una razonable
taxonomía de esta aflicción ha contribuido a impedir que su combate sea
efectivo. La gente encuentra muchas excusas para no hacer nada, entre otras:
·
Nadie sabe que es, ¿Cuál es la frontera entre corrupción
y recibir un favorcito?
·
Puede ser hasta útil, pues acelera los asuntos administrativos
que nos interesan
·
Existe en todas partes, en países atrasados y adelantados
·
Sus raíces son demasiado profundas, algunos hasta dicen que
genéticas
·
El cambio tomaría demasiado tiempo
·
Todo el sistema está tan podrido que los anormales son
los honestos
·
¿Qué puedo hacer yo por mi cuenta?
Por supuesto, cada una de estas excusas puede y debe ser
combatida. Sin embargo han generado mucha pasividad y conformado una actitud colectiva que ha
hecho muy difícil mover el carromato de la anti-corrupción. Ello ha sido ayudado
por la cuantía de nuestro ingreso petrolero, ya que el dinero ha sido obtenido
sin mucho sudor. El venezolano llegó a pensar que los barriles de petróleo eran inexhaustibles y
codiciados por el resto del mundo que “se vendían solos”. Si el río tenía tanta agua llenar un baldecito
personal no haría mucha diferencia.
El desastre venezolano de los últimos 20 años ha erosionado
la validez de algunas de estas excusas. Por ejemplo, la frontera entre
corrupción y los favorcitos ha sido bien delineada por Alejandro Andrade o Raúl
Gorrin o Tareck El Aissami o Rafael Ramírez, o Alex Saab o la familia Chávez,
quienes están involucrados en la sustracción, derroche y desvío de miles de
millones de dólares de los venezolanos. Gracias a estos grandes corruptos ya no
hay manera de equivocarse entre corrupción y un favorcito. Chávez dejó que
Andrade se robara unos mil millones de dólares y tuvo que ser la justicia estadounidense
la que actuara para hacerlo preso. A los otros arriba mencionados los andan
buscando. Gran diferencia con el favorcito, el que hace una secretaria cuando
le enseña a un contratista los términos confidenciales de una licitación porque
recibe una cesta de navidad todos los
años. También esto corrupción, conceptualmente idéntica a la otra pero de otro
grado de magnitud.
En base a este tipo de consideraciones quizás deberíamos
clasificar a la corrupción venezolana de una manera sencilla, que nos haga más
fácil su comprensión y su combate. Hay muchas maneras de hacerlo pero una muy sencilla
sería hablar, como en lo relacionado con los aviones de pasajeros, de primera
clase, clase ejecutiva y clase turista, quizás agregando una cuarta clase, la
de quienes viajan sin pagar, esos parásitos del sistema que guardan silencio y
son conocidos en el mundo político como compañeros de ruta.
LAS CLASES DE
CORRUPCIÓN
En base a esta sencilla taxonomía se podrían dividir a
los corruptos en esas cuatro clases, combinando las magnitudes del daño
material y del daño espiritual/moral que le han hecho a la Nación.
CORRUPTOS DE PRIMERA CLASE
Los Corruptos de Primera Clase son aquellos que no solo
cometen actos que causan daños materiales significativos sino que también le
causan un gran daño directo de naturaleza espiritual/moral a la Nación. En lo
material, podríamos establecer una magnitud de daño material, igual o mayor de
$20 millones, una suma arbitraria pero que desafía la imaginación de la inmensa
mayoría de los venezolanos de clase media, cuyos ingresos de toda una vida han
estado, a lo sumo, en el rango de $100.000 a $1.500.000. Ya existen informes de
corruptos venezolanos quienes han robado sumas en exceso de mil millones de
dólares.
A esta magnitud
física hay que agregar el daño espiritual/moral causado a los venezolanos por
su acción. Por ello, en esta clasificación incluiríamos a los jefes de estado,
sus ministros, los presidentes de empresas y agencias del estado, los
magistrados de un poder legislativo podrido, los funcionarios de los demás poderes
constitucionales, los embajadores que han representado y representan estos regímenes
ilegítimos y salvajes y los altos representantes de las Fuerzas Armadas, ya que
todas estas personas han sido puestas a cargo de proteger la constitución y las
leyes y de promover el bienestar de la población del país desde las funciones
que desempeñan. Esta gentuza ha
promovido actividades diseñadas para enriquecerse a título personal y para construir
un imperio mal llamado socialista en la región latinoamericana y, aun, en otras
áreas del planeta, utilizando indebidamente los recursos de la Nación
venezolana. Para este grupo deberá exigirse la inversión de la carga de la
prueba, es decir, deberán ser considerados culpables mientras no demuestren su inocencia.
La combinación de estos criterios no dejaría lugar a
dudas que los corruptos venezolanos de primera clase incluyen a personeros como
Nicolás Maduro y su esposa; la familia del fallecido Chávez; Tareck El Aissami,
Diosdado Cabello; los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, los presidentes de CVG,
PDVSA etc. durante la etapa de Chávez y Maduro, con las excepciones que
apliquen, el presidente del Banco
Central, el Alto Mando Militar en pleno y, estimo yo, unos 650 otros
funcionarios de primera línea, no solamente de este régimen sino, muy importante,
del régimen de Hugo Chávez. Gente como Tobías Nóbrega o Rafael Ramírez o Jorge
Giordani no pueden esconderse bajo el pretexto de que ellos eran “chavistas
originarios”. Fueron activos participantes del desastre y le causaron gran daño
a la Nación.
Esta clase está integrada por unos 650 a 700 miembros de
los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Por cierto, la lista ya existe,
casi completa y está siempre en proceso de revisión por un grupo no formalmente
constituido de investigadores que han hecho su labor sin remuneración alguna,, motivados
por el deseo de que se haga justicia.
CORRUPTOS DE CLASE EJECUTIVA
En esta clasificación se incluyen aquellos “hombres y
mujeres de negocios” quienes han cometido sus fechorías al amparo del poder
político, ya sean testaferros de los funcionarios públicos, contratistas,
socios, familiares, banqueros amigos o simples compañeros de parrandas. El
criterio fundamental para incluirlos en esta clasificación no es tanto el monto
de lo robado, el cual puede ir desde un millón hasta los miles de millones de
dólares, sino el hecho de que representan un inmenso lastre que asfixia todo
intento de progreso para la Nación. La Venezuela chavista/madurista ha sido
pródiga en esta clase. Pensemos en Alex Saab, en Roberto Rincón, en Wilmer Ruperti,
en los bolichicos que le han dado mal nombre a sus familias, en Raúl Gorrín, en
los banqueros de ambas dictaduras que hoy lavan su dinero en USA y Europa por medio
de donaciones o matrimonios de alta “suciedad”, en las pandillas de lavadores
de dinero de PDVSA y CVG. A esta clase ejecutiva también pertenecen empresarios y líderes políticos de otros países, como es el caso de
Odebrecht, de Evo Morales, de los Kirchner, de Daniel Ortega, de Fernando Lugo,
de Zelaya, de José Mujica, de Rafael Correa y, por supuesto, del castrismo
cubano. Esta es una gente de la misma baja ralea del chavismo/madurismo conectada
íntimamente a la teta del régimen, formando parte de una cleptocracia regional
empeñada en un proyecto geopolítico hamponil. En este grupo hay unos 300
miembros, en su mayoría bien identificados o fácilmente identificables
CORRUPTOS DE CLASE TURISTA
Esta clase está integrada por miles de funcionarios de
mediano y bajo nivel de los regímenes ilegítimos que han hecho una vida cómoda
y hasta holgada, gracias a sus manejos dolosos, especialmente en la categoría
del tráfico de influencias y de las múltiples manipulaciones administrativas
que son posibles en una administración sin reglas o sin voluntad de
transparencia, donde el ejemplo es dado por la actuación de narcotraficantes y
lavadores de dinero a los más altos niveles. En la llamada cuarta república
esta clase recibía el nombre de “roba gallinas” debido a la relativa poca
importancia de sus crímenes. ¿Se acuerdan ustedes de la funcionaria de CADAFE
que Luis Herrera jubiló con pleno salario por “pérdida de la libido”?. En esta
etapa chavista ya no se puede hablar de “roba gallinas” porque hasta esta clase
turista se ha apropiado indebidamente de sumas que fácilmente sobrepasan el
millón de dólares. Son artistas en la sobre facturación, como fue el caso de
los directores de la empresa PDVAL, mejor conocida como Pudreval, quienes importaban
comida podrida a precios de ganga y la
facturaban a precios de primera calidad para engolillarse la diferencia o como fue
el caso de la contratación de empresas cubanas
para suministrar documentación de identificación a Venezuela, contrato que luego
fuera dado a una empresa mexicana a menor precio, lo cual originaba una cadena
de comisiones ilícitas que iban desde el ministro Carreño hasta los cubanos
castristas que servían de intermediarios. Uno piensa en Aristóbulo, en Iris, en Darío, en las harpías del CNE, en
los jueces y policías que forman la base delincuencial del sistema.
LOS
GORRONES
Así como hay gorrines hay gorrones, quienes no están ideológicamente
motivados, a quienes solamente les importa como quedan ellos allí. Son la
multitud de pequeños y medianos parásitos del sistema. No necesariamente roban
sino que tratan de colocarse en posición ventajosa en aquellos escenarios que
promueven. En este grupo hay algunos encuestadores, manejadores de “opinión” quienes
oxigenan al régimen de manera sutil, para derivar de ello algún beneficio,
hablando de la necesidad de paz y entendimiento entre víctimas y victimarios, como si tales
entendimientos no fueran una entrega de principios y valores. Es un grupo de mercenarios, oportunistas y colaboracionistas que dan vergüenza. Algunos
niegan el holocausto, otros piden a los venezolanos esperare tres años más para
elegir un nuevo “presidente” bajo las reglas del régimen, otros arreglan
reuniones secretas y otros promueven grupos de conciliación “mixtos” de chavismo y “oposición” para que todo se arregle por las buenas. Este
es un grupo que crece a medida que se alejan las soluciones dignas para Venezuela.
Con una sencilla clasificación como esta podrá llevarse
adelante la investigación que requiere la sociedad venezolana para aplicar la
justicia a quienes han destruido a Venezuela.