Marianela y yo hicimos un largo y maravilloso viaje por
la vida y fui muy afortunado al tenerla como compañera. Ha sido un viaje lleno
de pequeñas y grandes aventuras, de momentos de gran felicidad, algunos contratiempos
y de una rica diversidad. Formamos una familia de tres hijos y cuatro nietos
que han sido una bendición para nosotros y han magnificado nuestra felicidad. Tuvimos
la suerte de tener con nosotros por muchos años a nuestra inolvidable Benilda, una
joven de Maracaibo quien llegó a nuestra casa un día, comenzó a cuidar y querer
a nuestros hijos y, luego, a los hijos de nuestros hijos y nunca más se fue de
nuestro hogar hasta que nos separara la tragedia venezolana.
Marianela fue el eje de nuestro hogar. Sus hijos la
adoraban y siempre vieron en ella al líder de la familia. Empeñado en el
trabajo yo salía temprano y regresaba tarde al hogar y veía brevemente a mis
hijos. Estaba en la etapa en la cual uno piensa que el trabajo es la primera
prioridad. Ahora he pasado
mis años de vejez tratando de ser el padre que no fui para ellos. Marianela
llenó mis ausencias de manera maravillosa.
Se dedicó siempre a su hogar, a sus hijos, a sus padres y
a los míos y a mí, con admirable perseverancia y dedicación, incansable y
perfeccionista. En especial, cuidó de mi padre inválido por años, una tarea
dura que fue compartida por toda la familia pero con Marianela al frente.
Nuestro hogar, (hogares,
debería decir, porque tuvimos más de una docena de ellos en todo el mundo)
siempre estuvo inmaculado y ordenado. Su cordialidad y simpatía eran tales que
mis amigos comenzaban a tratarla como esposa de Gustavo y terminaban pensando
en mí como el esposo de Marianela.
Mi admiración y orgullo por haberla tenido como mi esposa
y compañera se combinaron con mi amor por ella, el cual ha tenido varias facetas, todas
importantes. En esta última etapa de nuestra vida, de gran placidez u felicidad,
apenas empañada por la tragedia venezolana, fue esposa, amiga y una presencia
maternal para mí, hijos y nietos.
Anoche me dejó, en silencio, en sus sueños. Todo esfuerzo
de emergencia fue inútil. Hoy enfrento un nuevo día en gran desamparo espiritual,
sin aceptar aún la razón por la cual ha sido necesaria su partida. Estoy en
nuestro pequeño apartamento rodeado de sus cosas, sintiendo su presencia,
sintiéndome terriblemente perdido sin ella.
¿Dónde guardo los cubiertos? ¿Dónde están las estampillas?
¿Pagaríamos el recibo del Seguro? ¿Qué puedo
decirle a la vecina que ha sido como una hermana para ella? Sin ella emprendo
una travesía por el desierto.
Marianela tenía una profunda fe religiosa y mi anhelo es
que esa fe le sea plenamente recompensada. El domingo a mediodía, vio como
siempre la misa por TV y nos dimos el
abrazo de la paz. Progresivamente voy despertando a la terrible realidad de su
ausencia.
NOTA:
He respondido docenas de mensajes y llamadas de mis
queridos amigos y familiares cercanos y lejanos, regados por todo el mundo. Anoche,
a mi regreso de la funeraria, tenía un nuevo grupo de mensajes que no se si
podré responder individualmente. Me he sentido reconfortado y admirado por la presencia
de tantos nombres queridos, inclusive de algunos que tenía mucho tiempo sin oír.
Los nuevos mensajes que me han llegado incluyen, hasta
este momento a:
Juan Pio Hernández, Carlos Jordá, Jorge L. García, Edecio
Pacheco, Gonzalo Álvarez, Winston Carrillo, Pepe Toro, Luis Xavier Grisanti,
Gerver Torres, Teo Rísquez Lilian Mathison, Berenice Natera, Gustavo Rivera,
Alexis Fernández, Sam Messulam, Antonio Tepedino, Luis Andrés Rojas, Luis F.
Quintero, Don Goddard, Marina Mandini, Néstor Ramírez, Armando Chuecos, Fred
Baptista, Alejandro Fernández, Rafael Pardo, Luis Urdaneta, Fernando Sánchez,
Ricardo Paytuví, Pedro Luis Echeverría, Diego González, Ignacio Álvarez,
Marcelo Laprea, Luis Moreno Gómez, Elio Ohep, Oscar Rodríguez, Héctor Partidas,
Simón Antúnez, Arnoldo Gabaldón, Beatriz
García, Alberto Cisneros, Rodrigo
Peraza, Nelson Hernández, Allan Brewer, Ramón Castro, Jesús Soria, Francois
Raineau, Douglas Jatem, José Gómez, Luis Guillermo Ferrer, César Egaña, Gonzalo
Morales, Leopoldo Aguerrevere, Rafael Gallegos, Marcelo Laprea, Alfonso
Chirinos, Ramón Peña, Antonio Paiva, Juan Rengel, Antonio Méndez Vásquez, Pedro
Castillo, Maria Teresa van der Ree, Richard Bailey, Juan Antonio Mueller,
Fernando Torres, Eduardo Keller, Arnaldo Salazar, Alberto Ahow, Rodolfo Giusti,
Fernando Sánchez, Víctor Vásquez, Eustoquio García, Franco Urbani,Gustavo Quintini,
Manuel Romero, Milton Chávez, Luis Pulgar, Jorge Echenagucia, Oswaldo Álvarez
Paz y Señora, Tina Horak, Ítalo del Valle Alliegro, Alfredo Gruber,
Para ellos y a quienes he podido contactar, mis más
profundas gracias. Dios los bendiga a todos.
Mi sentidon pésame. Un antiguo lector suyo. QUEPD
ResponderEliminarMi mas sentido pésame Don Gustavo. Que Dios la reciba en su Gloria, y le de mucha fortaleza a su familia.
ResponderEliminarMi sentido pesame Sr. Coronel. Muy bello su escrito sobre su esposa. Que el Todopoderoso la tenga en su Gloria y que le de mucha fortaleza y le pueda reconfortar para soportar su ausencia.
ResponderEliminarMucha fortaleza, Dr. Coronel. Nuestras más sentidas palabras, sabe que cuenta conmigo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo Don Gustavo paz y seguro que a Marianela Dios la tendrá en Su Gloria. Animo a toda la familia y nuestras sentidas condolencias.
ResponderEliminarLamentable pérdida de una gran mujer. Nuestro sentido pésame.
ResponderEliminarWanda y Federico Baptista
Te envié una corta nota por email ayer.
Mi más sentidas condolencias por tan dolorosa separación Don Gustavo. Usted es un baluarte para los venezolanos, y en nombre de muchos de ellos, reciba usted, junto a familiares y amigo, un abrazo y fuerzas para enfrentar ese dolor.
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ResponderEliminarQuerido Gustavo,
No hay palabras de Consuelo. Es dolor demasiado grande. Mi muy sentido pésame para toda la familia.
Que Marianela te mande desde el cielo el Consuelo que necesitas.
Un gran abrazo,
María Teresa
Señor Gustavo, en nombre de los editores de "EL Candil Pedregalero", y en el mío propio, queremos manifestar que le acompañamos en su pesar. Reciba usted y su familia nuestras palabras de condolencias. DEP la Señora Marianela.
ResponderEliminarAtentamente, Freddy Riera
Sr Gustavo.
ResponderEliminarReciba nuestras sentidas condolencias.
Un lector consecuente y afín a sus lógicas y razonadas posiciones.
Mi muy sentido pésame .... RIP ...
ResponderEliminarDear Gustavo
ResponderEliminarMy deep condolences to you and your family on the loss of your dear wife and companion Marianela. As a long-time reader I have been informed of Venezuela past and present by your writings - and more, I have been touched my your accounts of travels with Marianela to far away places and of the times and experiences you shared.
Wising you strength and comfort in your loss,
with affection,
Victor (in Canada)
Amigo querido, mi muy sentido pesame por tu perdida, gran mujer, ahora esta en la gloria con nuestro Señor.
ResponderEliminarEstimado Sr. Coronel,
ResponderEliminarSoy un lector suyo desde hace años y sus escritos en este blog son para mi un tesoro y un regalo suyo, aunque no nos conozcamos. He escrito muy pocas veces en este espacio de comentarios, pero hoy he querido expresarle mi más sentido pésame. Le acompaño en sus sentimientos.
Atentamente,
César Grau
Que Dios le de mucha fortaleza para afrontar su perdida, ella solo partió primero.
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